Cómo le agradecería Colombia, al sociólogo, Economista y político, Dr. José Antonio Ocampo, Trujillo, hoy ministro de Hacienda y Crédito público, que siga interviniendo, para que Petro, su presidente, no siga metiendo más las patas y proponiendo absurdos que acaben con la economía del país, cuya inflación sube a ritmo de tortuga, mientras que otras bajan por la inercia generada por los buenos correctivos de los gobernantes que saben manejar un estado.
Las imprudencias de Petro, pueden dañar las relaciones internacionales, como también espantar al inversionista, o crear la desconfianza empresarial, que los obligue a cerrar la empresa, e irse a otro lugar, todo ocasionado por una lengua viperina, y venenosa, la propia del resentido y la de sus compañeros de ministerio, que los distingue como iguales de tóxicos. Ministros que presentan propuestas descabelladas, por lo torcido de sus ideales y protervos propósitos.
Dr. Ocampo, con excepción suya, ninguno de los ministros representa el brillo de los profesionales del país, que los hay, y muy buenos. Todos esos que tiene a su alrededor, son unos improvisadores, que van aprendiendo haciendo locuras. Usted como sociólogo, supongo que se habrá dado cuenta, que Gustavo Petro, por razones de haber incursionado desde pequeño en el mundo de la criminalidad y los vicios, es un individuo que sufre de una desadaptación social grave, con problemas de depresión aguda, a tal punto, que aún tiene mentalidad de terrorista, que de convertirse en acto, podríamos tener en Colombia a un Hitler criollo. Está poseído de un odio impresionante, que lo manifiesta en sus procederes, y tiene el síndrome del caos moral, porque al convocar a próximas manifestaciones públicas para que le aprueben sus desaciertos, también se les está desparramando en el Congreso, el poder que compró.
Recurrir al desorden, deslegitima su elección presidencial, por sus actos e inseguridades y porque sabe que gano la presidencia, por fraude. O…es que quiere crear miedo azuzando a la primera línea, para oponerse a la protesta democrática del 12 de febrero, ¿en qué se paralizará el país?
Señor ministro José Antonio Ocampo, no vale la pena que se queme al lado de un volcán cuya lava verbal tiene fogaje y tufo, con olor azufre.
Su jefe, tiene unos sentimientos perversos, tan contagiosos, que terminará usted cargando como en una bolsa de recogedor de desechables al hombro, otrora de billetes, el descredito público, por verdad o por calumnia. Usted no se merece eso, a pesar de ser un Santista, pues, hasta el momento, lo consideramos como un hombre de bien, y además normal, no tiene alma de tenebroso.
Gracias a usted ministro Ocampo, el PAIS tiembla como la gelatina en frio, pero existe el temor que nos derritamos con el calor del infierno que está construyendo Petro para el pueblo de Colombia, para exterminarnos a todos.
Señores militares y policiales, no nos dejen abandonados, líbrennos del tirano Petro, que se ha convertido, en el verdugo, incluso de ustedes.
Toronto Canadá.
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