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¿Somos libres? Por: Eduardo Dangond Castro

Poseemos libertad cuando el estado, provisionalmente en nuestros derechos por medio de regulaciones y prohibiciones, interrumpe su accionar?.

Los colores de la bandera, la historia patria, la geografía, limita el crecimiento del ser humano. Somos esclavos de unas fronteras, de una nacionalidad. El desarrollo evolutivo de la especie humana se cercena ante el incesante agrandamiento del Estado y sus leyes,  avanzando incesantemente en contra de la libertad del ciudadano, como palo en la rueda, del desarrollo, progreso y bienestar de la sociedad.

Resulta imprescindible derrumbar los muros de Berlins construidos para impedir el crecimiento de la especie humana. Los hombres deberían escoger la ciudad de su preferencias libremente. Los científicos deberían vivir en los centros de la nasa, como los agricultores en el campo, los médicos en los centros hospitalarios, los innovadores en el Sillico Valley, los pintores en las ciudades culturales. Etc..

Si repasamos la historia Nicolás Tesla viajó de Austria, Albert Einstein de Alemania, Elon Musk de Sudáfrica a USA. Así, miles de casos colman la lista de cerebros fugados. Únicamente, falta el listado negro de los cerebros frustrados por no poder saltar la barrera de sus propias fronteras.

Hace menos de 200 años, antes de la revolución francesa, no existía la Republica, Soñemos con un mundo en el cual, los individuos definan su ciudad nación, como escogemos nuestros barrios. Nuestras casas, nuestros colegios. Vivamos de acuerdo a nuestro pensar, nuestros intereses, nuestros gustos, nuestra predilección. No podemos permitir la posibilidad de que, por errores de la democracia, nos impongan coactivamente, prohibiciones, tributos, exigencias, regulaciones, discriminaciones, erróneas distribuciones del aporte de nuestros propios impuestos.

No existe reciprocidad del Estado, en la mayoría de países para con sus socios-ciudadanos que les asisten con impuestos. Luego, el Estado, no son todos, porque ni pagando el buen ciudadano se le escucha, ni se le consulta a la hora de invertir esos recursos que entrega en innumerables países a un Estado, sordo, ciego, perseguidor, coaccionador, que se alza como enemigo del ciudadano; sus propios clientes generadores de riqueza, puestos de trabajo, prosperidad y bienestar.

Debemos vivir libremente. Los comunistas así tendrían la libertad de vivir en Corea del Norte, Cuba, Nicaragua, Venezuela, con firmeza y coherentemente con sus ideas. Los libertarios en Usa, en los países del capitalismo salvaje o Europa. Los animalistas en África. Así, a quien  les gusta el orden y la seguridad , escogerían  el país que le brinde mayores garantías, si nos gusta un sistema x de pensiones, tendremos la libertad del país mas acorde con nuestra predilección. Actualmente, podemos escoger   un vehículo, una casa, un barrio, un colegio, una universidad, un Club, un teléfono, una aerolínea y los vestidos; ¿por qué no podemos escoger libremente la ciudad país? ¿Acaso nosotros tenemos el derecho de escoger donde nacemos? De contera los objetos poseen mejores derechos que las personas? Como concepto de valor predominante,  como principio axiológico. Esta fraseología constituiría el verdadero contrato de libertad y movilidad social y obligaría a los gobernantes a generar mejores políticas sociales para conservar pobladores.

Por qué no podemos escoger libremente la zona del mundo en la cual queramos vivir, si acaso no nos enseñan que el mundo es una aldea global?

Resulta admisible la existencia de mercados libres y no es igualmente aceptable hombres libres, ¿sin restricción a la movilidad social por el mundo? .

Este fenómeno se esta presentando en forma inversa en  países como Bulgaria ante la perdida de su población ante la diáspora humana y que se estima, con ello que en una década será un desierto demográfico. Idéntico panorama se columbra en el área campesina o rural que hace 60 años ha emigrado paulatinamente a la vida citadina.

Es justo ? ¿Somos realmente libres?

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