Esta crónica final de los Juegos Centroamericanos y del Caribe aceptaría muchos títulos que quedaron registrados en la memoria de todos los que presenciaron la espectacular y hermosa clausura en el estadio Metropolitano la noche del 3 de agosto. La mayoría de ellos fueron lanzados por el alcalde Alejandro Char y por el presidente de la Odecabe, Steve Stoute. Ambos coincidieron en un título que llevaba implícito un sueño, que ahora es una bella realidad: “Barranquilla ha organizado los mejores Juegos de la historia”.También lucharía por el primer puesto de las citas para la posteridad otra de Char: “Hoy más que nunca me siento muy orgulloso de ser el alcalde de Barranquilla”. O el “En Barranquilla me quedo” con el que concluyó su discurso de despedida.
Pero hubo uno espontáneo, que salió de las gargantas del público, y quizás de lo más profundo del corazón. Sin que nadie guiara a los asistentes estos irrumpieron en un coro sentido y sincero: “Se sobró, se sobró, Barranquilla se sobró”. Fue un grito de satisfacción y de orgullo, que retumbó en el Metro más fuerte que un gol marcado por Colombia o por el Junior. Un grito de gozo, lleno de euforia, de gusto por el deber cumplido, y especialmente un grito de alegría.
La noche del 3 de agosto será inolvidable para Barranquilla tanto como todos los días que transcurrieron desde el 19 de julio en el que fueron inaugurados los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Fue una noche en la que Víctor Ariza volvió a preparar un espectáculo para el deleite de todos. La ceremonia presentó al mundo el gen de la alegría del barranquillero. Ariza hizo posible que los asistentes se sintieran gozando del Carnaval de Barranquilla en la noche del 3 de agosto. Algo jamás sentido.
Todo comenzó con el desfile de las delegaciones participantes al ritmo pop de The Black Eyed Peas con su éxito “I Gotta Feeling” y fue pasando por “Dime si soy latino” de Cuba Cuba, “La mordidita” de Ricky Martín, un “Popurri de murgas” de Toby Muñoz, “Me vale” de Maná, mientras que los atletas y los voluntarios, y los jueces bailaban, y en los marcadores del estadio aparecieron frases del vocabulario barranquillero: “Cógela que voy en bajada”, “Hey, aguanta el burro”, “Estás en tu yeré”, “A ñoñi serán ideas”, “A otro perro con ese hueso”, “¡Ay chuchi! ¿qué más quieres?”, entre otras.
Hasta que llegó el momento cumbre con el desfile de carrozas, el baile de muchas comparsas, al son de dos grandes de la canción como Checo Acosta y el fallecido Joe Arroyo, y con cumbias para rematarlo todo. Toda una Batalla de Flores en la que los grupos bailarontodos los ritmos formando sobre el terreno del Metro una hermosa danza de carnaval.
La noche tuvo un colofón perfecto, ideal para los amantes de la música de estos lares. Silvestre Dangond apareció y entre fuegos artificiales el Metro se convirtió en un espléndido escenario para un concierto en el que este exponente de la nueva ola del vallenato se entregó a fondo y declaró su amor a Barranquilla.
Fue el fin de fiesta a los segundos Juegos organizados por esta ciudad convertida más que nunca en la ciudad de la alegría. Panamá, por medio de su alcalde, José Isabel Galdón, abrió sus brazos a la familia centroamericana como próxima sede de los Juegos. Esconsciente Panamá que Barranquilla le ha puesto el listón muy alto.
“Se sobró, se sobró, Barranquilla se sobró” todavía resuena en los alrededores del Metro y se expande por toda la ciudad.