
Señor General:
Comandante General Policía Nacional de Colombia.
Tengo muchos años de no vivir en mi tierra natal, Cartagena de Indias, mas no por eso, he sido esquivo a la tragedia moral por la que atraviesa mi ciudad, por la que usted hizo un buen ejercicio positivo de sanidad moral, cuando fue comandante de la misma, específicamente en el centro amurallado, cosa que le agradecemos.
Y mucho menos esquivo he sido al dolor de patria que siento, por las incoherencias y los absurdos que vive la patria colombiana, que parecen provinieran de gentes con problemas ideológicos obsesivos, mentales llevados al extremo del fanatismo enfermizo, y de ahí a las vías de hecho o permitirlas, lo cual supone una especie de masoquismo escondido en el sub consciente, que representa una manera de sentir placer.
Aquí ya concreto mi preocupación, por todos los asesinatos a los agentes de la policía nacional, que vilmente acribillan indígenas y narcos disfrazados de campesinos. Me refiero a esos que envían a enfrentar el caos, desarmados, contra quienes representan la barbarie, la indolencia, y lo inhumano. Eso no lo puedo entender.
Yo a usted no lo conozco personalmente, pero he tenido las mejores referencias de un distinguido médico y amigo, psiquiatra de mi ciudad, y de un General respetable también amigo, considerado como un ejemplo dentro de las filas del ejército de Colombia.
Señor General Sanabria, censuro los irrespetos virtuales que corren por las redes contra usted, porque esa no es la forma de decirle a nadie, en que falla, o en que se equivoca. Yo a través de mi punta de lanza, se la voy a decir a amanera de pregunta, con valor, pero con respeto, para que me despeje estas dudas, que, como ciudadano y como creyente en Dios, y periodista, debo saber. No sin antes hacer este pequeño preámbulo.
Usted tiene un matrimonio muy bonito, con esposa muy distinguida, y unos hijos que componen una familia levantada en las bases de los principios cristianos, que están inspirados en el respeto al prójimo, y en el amor a los semejantes.
Sé que usted, en especial, es un hombre de comuniones y misas permanentes, lo que supone, que usted debe ser poseedor de una gran sensibilidad humana, que lo obliga moralmente a querer al prójimo como así mismo.
Debido a lo anterior surge mi pregunta: ¿Cómo puede permitir usted, que le masacren a sus policiales, ¿Sin decir ni Pio? Ni menos hacerles una reflexión ¿al ministro de defensa y el presidente? Yo conocí hace años largos, a un almirante que tenía pasión por las misas y las comuniones, y por la santísima virgen. Y hoy, muchos se hacen la misma pregunta, por sus procederes incoherentes, con lo que predican oran y rezan y no practican. ¿Sera el mismo Dios el Cristo de nosotros, o, será otro Dios suplantado? Me duele como asesinan a nuestros hermanos policías y sin poder defenderse. Con sentimientos de consideración del señor General Sanabria. Punta de Lanza, Sengove.
Toronto Canadá.
senengonzalezvelez@hotmail.com