
La explosiva carta de Álvaro Leyva exministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Petro, no es simplemente una disputa burocrática entre antiguos aliados. Es, sin duda, una denuncia frontal contra fundamentos éticos e institucionales del gobierno del presidente Gustavo Petro. Leyva denuncia una configuración de un poder autoritario bajo el disfraz del progresismo.
Leyva acusa directamente a la casa de Nariño de ejercer presiones indebidas sobre entidades como la Cancillería, la Fiscalía, la Corte Suprema de Justicia y la Procuraduría, para manipular decisiones judiciales y diplomáticas, no solo para proteger intereses del ejecutivo, sino también para perseguir a quienes, como el, se apartaron del libreto oficial. En otras palabras, una utilización del poder para silenciar la disidencia.
De ser ciertas sus denuncias, podrían tener graves consecuencias jurídicas. Co esa actitud, el gobierno podría haber cometido presuntos delitos de abuso de autoridad, prevaricato, usurpación de funciones e incluso concierto para delinquir si existió una estructura articulada para cometer esos delitos. Sabemos que el presidente goza de fuero constitucional, podría ser investigado por la Comisión de Acusaciones de la cámara de representantes, sin embargo, podría enfrentar un juicio político en el Senado y penalmente responder si se demuestra su directa participación en los hechos.
Pero mas allá del tema jurídico, las implicaciones políticas son profundas. Leyva con su carta dinamito el mito de una izquierda cohesionada y moralmente superior. Eso debilita al Petrismo en su esencia, pues le ha quitado su principal narrativa: la ética del cambio. Los partidos de oposición tienen la mejor oportunidad de asociarse para consolidar un relato de restauración moral y democrático, asumiendo argumentos de defensa institucional.
Leyva destroza a la izquierda y de sus cenizas Leyva busca aglutinar a su alrededor a otros inconformes dentro del Pacto Histórico y dar forma a una alternativa al liderazgo de Gustavo Petro.
La cartabomba del excanciller es una temprana advertencia sobre los riesgos de una deriva autoritaria en nombre del cambio. Si sus denuncias se sostienen con pruebas, podrían marcar el inicio de un proceso político y judicial que no solo definiría el destino del actual gobierno, sino también el mapa electoral de 2026.
En política señoras y señores, los regímenes no caen por sus enemigos, sino por las verdades que revelan sus antiguos aliados, o como diría la exsenadora Dra Olga Duque de Ospina, sus cómplices.