
Los colombianos tenemos historia de como la sociedad, unida, puede revertir las pretensiones autoritarias de un presidente que, amparado en promesas falsas de justicia social termina atropellando la institucionalidad. En 1,953, el general Gustavo Rojas Pinilla dio un golpe de estado con apoyo militar y de algunos grupos políticos, pero cuatro años después fue obligado a renunciar por un Paro Cívico Nacional que aglutino a la oposición, los sindicatos demócratas, la iglesia, los estudiantes y la ciudadanía. Colombia esta mamada de las continuas amenazas que con frecuencia nos hace el presidente Gustavo Petro. Hoy estamos amenazados por las hordas indígenas, pagadas por el gobierno nacional, que han enfocado su accionar criminal en las universidades y en las oficinas de empleados públicos, amedrentándolos con sus garrotes, como símbolo de violencia oficial. ¡Miserables!
Hoy crecen las señales de preocupación por los discursos del presidente, crecientes contra las instituciones, ejercen presión sobre la justicia. Su sistemático ataque a los medios de comunicación, el abusivo uso de facultades extraordinarias y la insistencia en una consulta popular, que solo busca reconfigurar el poder, lo que plantea un riesgo evidente de quiebre institucional. Petro quiere imponer una Consulta Popular amañada y manipulada, burlando el control constitucional y legislativo, con lo cual estamos en un escenario análogo al del dictador Rojas Pinilla.
Frente a esto, la conducta de los partidos de oposición debería inspirarse en el ejemplo de Alberto Lleras Camargo y la Unidad Nacional de 1.957. La respuesta no puede ser la fragmentación ni el calculo electoral. Es necesario comprometernos en una Concertación Seria, Patriótica y Valiente entre todas las fuerzas democráticas.
¿Es posible pensar en un nuevo paro nacional?
Si, si Petro insiste en una ruta constituyente sin garantías y sin norte fundamental desconociendo al Congreso, a la Corte Constitucional, a los partidos, en ese momento la resistencia pacífica y organizada será un deber democrático.
La experiencia es clara: La democracia no se entrega sin luchar, y Colombia ya ha vencido antes a quienes quisieron perpetuarse en el poder. Lo logro en 1.957 y lo podemos lograr nuevamente, si unidos, decimos no al autoritarismo con la fuerza y la razón y la determinación del pueblo.
Julio Bahamon.