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Orjuela, la CUT y el paro del 21 de noviembre. Por: Eduardo Mackenzie

eduardo-mackenzie-1Diógenes Orjuela García, presidente de la CUT, está jugando con el fuego. Jugando en sentido real como figurado. Se negó a firmar el llamado a rechazar la violencia y los actos de vandalismo durante la huelga del próximo 21 de noviembre que firmaron en estos días otras centrales obreras, los gremios y el presidente Duque.

Para el jefe de la CUT, sindicato comunista, ese llamado no vale nada pues la violencia, explica él, viene del Centro Democrático, partido de derecha que ha tenido el valor civil de calificar como mendaces los motivos que da la esa organización para invitar a una huelga general de perfiles inciertos.

El señor Orjuela, además, se niega a decir cuánto tiempo durará lo que él llama “paro cívico”, que nada tiene de “cívico”. Da a entender que ese aspecto crucial de la huelga del 21 de noviembre es un secreto de los organizadores. Luego esa aventura, que prevé marchas agresivas que pueden degenerar en saqueos e incendios, como ha ocurrido otras veces, podría durar días, en varias ciudades.

Orjuela estigmatiza a quienes están contra su orden de marchar. Dice que los que no quieren ese paro, pues temen que propicie atropellos y caos anarquista, “hacen parte del Ku kux klan”. Es un insulto fuerte, devastador. El Ku klux klan es un movimiento racista americano con una trayectoria criminal muy conocida. Utilizar esa palabra, apelando al conocido truco de la antifrase, muestra el grado de odio que tiene el ex profesor mamerto de Villavicencio, por sus conciudadanos.

Diógenes Orjuela dice, en sus mensajes en redes sociales, que “los gremios y el gobierno tienen un “paquetazo neoliberal” y que por eso ellos [la CUT y Fecode] tienen “derecho a reaccionar en las calles”. Ya veremos cómo será esa “reacción en las calles”. Veremos si es pacífica, como él promete ante los micrófonos, o si es violenta como anuncian los encapuchados.

Uno de los agitadores enmascarados utiliza el lenguaje de la CUT. Anuncia que el gobierno va a ser golpeado el 21 de noviembre con incendios y agresiones “como nunca antes” y todo porque hay un “paquetazo neoliberal”, ordenado por el Fondo Monetario Internacional. El gobierno Duque se defiende. Dice que no hay tal “paquetazo”, que lo del recorte de pensiones, del salario mínimo y aumento de impuestos es mentira. Que nada se hará sin concertación. Pero Orjuela, insiste: saldrán a marchar el 21 pues hay que derrotar el “paquetazo”.

La fiscalía dice estar investigando quien es el encapuchado que habla del “paquetazo de Duque” para detenerlo por incitar a la violencia. El embozado parece detestar a la Policía. Dice que el 21 “ningún policía va a quedar sin sentir la fuerza del pueblo”. Hasta hoy Orjuela no ha criticado tales amenazas. Hace otra cosa: dice que el encapuchado es del gobierno o del CD. Sólo desliza la acusación hacia el adversario quien carece de argumentos.

Al adoptar esa actitud arrogante y cínica, el jefe de la CUT desafía al país entero, no solo al gobierno. Las categorías sociales menos favorecidas son las que pagan más duro las destrucciones, sobre todo de los transportes masivos.

No sería la primera vez que el sindicalismo tipo CUT traiciona al movimiento sindical al ponerlo a cumplir tareas de agendas extra sindicales y hasta de dictaduras, contra los intereses de Colombia. Hoy el jefe de la CUT promete que la huelga y las marchas “van a ser de carácter pacífico”. Lo han dicho antes de desórdenes graves como los de las marchas estudiantiles del 10, 24 y 31 de octubre donde hubo incendios, robos, ataques a monumentos patrios, buses, centros comerciales y bancos en cinco capitales.

Orjuela piensa que se saldrá con la suya después, sobre todo si hay calamidades, heridos y, por desgracia, muertos, alegando que ni él, ni la CUT son responsables, pues la huelga “se le salió de las manos”, como dijeron los jefes del sindicalismo mamerto en septiembre de 1977, cuando el paro “cívico” que lanzaron contra el gobierno de Alfonso López Michelsen terminó en matanza: 23 muertos, 400 heridos y cientos de detenidos.

Al no querer suscribir los llamados a la moderación de otros sindicatos, de los gremios y del gobierno, Diógenes Orjuela podría ser visto, por su papel eminente al frente de la huelga de la CUT, como el autor intelectual de esa alteración del orden público.

Los edificios y monumentos públicos, universidades, empresas, comercios y los particulares que vean sus sedes, almacenes, vitrinas y domicilios destrozados —sin olvidar las iglesias —pues en Chile, el 8 de noviembre, los vándalos atacaron, profanaron, saquearon e incendiaron en la calle los bienes robados a la iglesia La Asunción, del centro de Santiago—, podrán entablar demandas penales y civiles para que la CUT y a su presidente paguen los daños causados por la huelga. Quien la hace la paga, es una consigna del gobierno.

Diógenes Orjuela, está al frente de la CUT desde octubre de 2018. Desde el primer día en ese cargo dijo algo que no puede pasar desapercibido: que su labor será “enfrentar a través de la movilización social las políticas establecidas en este gobierno”. Lo de él es, pues, enfrentar por enfrentar, enfrentar al gobierno de turno por ser un gobierno de turno; por ser un gobierno “burgués”; por ser un gobierno elegido por el pueblo y no por el partido único.

Con esa frase Diógenes Ortega mostró que él confunde la acción sindical con la acción política, o que, para él, muy conscientemente, la acción sindical es sólo una palanca para impulsar la agenda del movimiento político que lo llevó a la cima de la CUT. Ortega, quien durante cinco años viajó por el mundo por cuenta de la CUT, debería saberlo: la política de oponerse a los gobiernos es lo propio de los partidos; buscar la mejora del mundo del trabajo es lo propio, y el honor, de los sindicatos.

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