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La mona, aunque se vista de seda, mona se queda. Por: Duván Idárraga

Uno de los principales objetivos del narco acuerdo de La Habana entre Santos y las FARC fue buscar la manera de lavar la imagen de criminales, narcoterroristas, asesinos responsables de crímenes de lesa humanidad de esta organización delincuencial y en especial de sus jefes. Por supuesto también garantizarles la impunidad total, lavar sus facturas y todo lo que se ha verificado en los recientes cuatro años después de la firma del documento (imposible olvidar que fue rechazado por el pueblo soberano en el plebiscito y que de manera atropellada e ilegal fue impuesto).

Para lavar la imagen de los criminales contaron con el apoyo de un grupo de políticos, gran parte de medios y “periodistas” (especialmente los de cobertura nacional) quienes por convicción y fieles a su ideología apoyaron esa campaña de vender la imagen casi que de arcángeles de estos narco criminales. Adicionalmente, contaron con un poderoso respaldo financiero desde el gobierno Santos, que entregó billones de pesos en recursos vía contratos de pauta, asesorías, capacitaciones y cuanto pretexto encontraron; hicieron todo lo que estuvo a su alcance para garantizar ese propósito.

Y los jefes narcos FARC se vistieron de traje, se cortaron y/o tinturaron el pelo, se quitaron la barba y de alguna manera lograron el objetivo; especialmente entre la población colombiana más joven que se dejó deslumbrar por las nuevas vedettes quienes empezaron a aparecer en programas de televisión, emisoras, medios de comunicación, en universidades dictando conferencias. En señal de desprecio por sus víctimas, con el exceso de cinismo y prepotencia que los caracteriza, quisieron dictar catedra sobre las buenas costumbres, hablaron de la defensa de los niños pese a que por décadas secuestraron y volvieron esclavos sexuales a miles de menores; hasta en contra del aborto hablaron pese a que obligaron a miles de mujeres a tenerlos después de violarlas.

Con la soberbia y cinismo nivel Santos que los caracteriza, decidieron mantener en el grupo político las siglas del grupo criminal; eligieron como congresistas para ocupar las curules que Santos le regaló a los jefes responsables de crímenes de lesa humanidad, cada uno con varias condenas judiciales por sus crímenes cometidos. Con ello reiteraron que las victimas les importan un bledo; por supuesto jamás pidieron perdón ni se arrepintieron, por el contrario, orgullosos hablan de sus actos criminales.

Fueron víctimas de su propio invento de no entregar la totalidad de las armas ni desmovilizar a todos sus combatientes (siempre se dijo que en las zonas de concentración llegaron muchos que no lo eran). Con la creación y crecimiento de las disidencias (rápidamente superaron los 4.000 integrantes, ¿cómo lograron ese número y se armaron tan rápido? No se necesita ser demasiado suspicaz para entender lo ocurrido) tema que no condenaron y estas empezaron a matar a los desmovilizados. También fueron demasiado suaves con la fuga de los criminales El Paisa, Iván Márquez y Jesús Santrich que hoy comandan el bloque narcoterrorista desde Venezuela. Quedaron con brazo político, armado, periodístico, judicial (la JEP) y narcoterrorista. Todas las formas de lucha.

Por supuesto contaron con un gran aliado para el propósito de lavar sus crímenes e imagen en la Jurisdicción Especial para la Paz JEP (el órgano de “justicia” creado por los propios narcoterroristas para garantizar la impunidad total), donde se empezaron a transformar los delitos para cumplir con su propósito. Entonces, en vez de hablar de secuestros, ahora hablan de retenciones; no hablan de extorsiones sino de contribuciones; no cometieron reclutamiento forzado de menores, ofrecían campamentos vacacionales y oportunidades para los niños. Con ese rasero serán juzgados y condenados, si mucho, a cuidar parque. En la primera imputación, después de 4 años de operación, la JEP habló de retenciones, no de secuestros.

Pero toda esa maquinaria, toda la parafernalia, todos los recursos financieros y humanos gastados no fueron suficientes para cambiar su imagen de los peores criminales. Entonces decidieron cambiar el nombre del movimiento político ahora se llaman COMUNES; siguen creyendo que con un cambio cosmético van a lograr que millones de colombianos olvidemos la barbarie y atrocidades que cometieron y sobre las cuales no se han arrepentido, tampoco han dicho la verdad ni han pedido perdón. Queda más que en evidencia que la mona, aunque se vista de seda, mona se queda.

EL COLMO 1: La mayoría de los medios que recibieron billones de pauta del desgobierno Santos para defender el narco acuerdo y la imagen de los narcoterroristas FARC, pasaron de agache después de la declaración en audiencia ante un juez por parte de Otto Bula, quien afirmó que dinero de Odebrecht llegó a la campaña Santos del 2014. NO HAY DERECHO.

NOTA: Mucha tristeza por la partida del Dr. Carlos Holmes Trujillo García (q.e.p.d.); no solo por su formación, trayectoria y servicio a la patria; por la persona que fue. Se fue un grande, enorme pérdida para el país.

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