Desmedido e irrespetuoso me pareció el llamado de atención del ministro Carlos Holmes Trujillo García al embajador de Colombia ante la OEA, Alejandro Ordoñez Maldonado. La rectificación de Trujillo no era necesaria. En su declaración del 30 de abril, el embajador Ordóñez no cuestionó la política del presidente Iván Duque sobre la migración venezolana a Colombia.
El embajador tampoco negó que la dictadura de Maduro sea la causante primera de la gran marea humana que llega a Colombia. Ordóñez no pidió cerrar la puerta a los venezolanos.
Sin embargo, cuatro horas después de que José Miguel Vivanco, director de Human Rights Watch, juzgara “no creíble” la intervención del embajador Ordóñez, Trujillo hizo su twitter. Ver al ministro colombiano bailar al son del señor Vivanco da vergüenza. Vivanco tiene un obscuro historial en Colombia. Él ha asumido posiciones chocantes respecto del presidente Uribe. No podemos olvidar que Vivanco fue el primero que abrió una campaña miserable desde Nueva York, en mayo de 2008, contra la extradición de 14 jefes paramilitares y narcotraficantes colombianos a Estados Unidos, ordenada por el presidente Álvaro Uribe. Ver ahora al señor Vivanco convertido en árbitro de las elegancias de la oficina del ministro Carlos Holmes Trujillo es extraño.
El pasado martes, en su discurso ante la Sesión Extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA, Alejandro Ordoñez hizo un brillante análisis sobre las ambiciones continentales de la dictadura de Nicolas Maduro. Señaló, además, un punto importante. Muchos son los mecanismos de subversión que han utilizado, durante décadas, el castrismo y el chavismo contra Colombia. El de la migración forzada de población es uno. No es algo nuevo. Las dictaduras comunistas lo utilizan sin falta. Pero en Colombia ese punto es poco tratado por los partidos y los gobiernos. Es hora de abrir los ojos y hablar claro. Carlos Holmes Trujillo parece estar incómodo porque un distinguido diplomático colombiano evoque ese tema en una reunión pública. La actitud correcta ha debido ser la de aplaudir ese gesto. La lucha para proteger a Colombia de los planes agresivos de La Habana y de Caracas pasa también por ventilar esos temas.
El embajador Alejandro Ordoñez dijo: “La dictadura de Nicolás Maduro hace parte de una agenda global para irradiar en la región el socialismo del siglo XXI. Para ello la migración y las alianzas transcontinentales son parte de la estrategia para concretar ese propósito, el cual lo vienen desarrollando calculadamente”. Esa formulación es perfecta. El denunció las maniobras de Maduro para involucrar fuerzas militares ajenas a los intereses del continente: Irán, Siria, Pekín, Moscú. ¿Qué puede objetar a eso el ministro Trujillo? La otra frase que lo molestó pudo haber sido esta: “No nos equivoquemos, estamos ante un plan fríamente calculado para desestabilizar la región, ejerciendo control y dominio territorial”.
La irritación de Carlos Holmes Trujillo es incomprensible. Es un hecho notorio que la oficina de José Miguel Vivanco es financiada en parte por la Open Society Foundation (OSF) del multimillonario George Soros. La creación de la absurda JEP, punto clave de la negociación entre las Farc y Santos, fue apoyado por la Open Society Justice Initiative (OSJI).
¿La OSF, a través de Vivanco, trata de ejercer influencia en la cúspide del ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia? ¿Busca de sacar del gobierno al embajador Ordóñez Maldonado por ser católico y un hombre de convicciones democráticas?
Los venezolanos viven una gran tragedia, su país ha sido destruido por el chavismo y deben ser ayudados por Colombia. Y lo han sido. En estos momentos hay en Colombia, según cifras oficiales, 1 260 594 refugiados venezolanos. De ellos 489 619 viven de manera irregular, según la oficina de migración colombiana. Todos han sido acogidos con generosidad por el Estado y por la sociedad. Ordóñez no critica eso. Luego ese no es el punto. El punto es: hay migración masiva hacia Colombia pues Maduro deja pasar la gente. ¿Qué oculta eso? ¿Un gesto humanitario de Maduro? ¿O eso es parte de un plan para desestabilizar a Colombia? Si dejáramos de ser ingenuos un momento podríamos considerar que ello es posible y recordar lo que ha ocurrido en Europa. Los especialistas ven una conexión entre el auge del terrorismo islámico y las migraciones masivas de los últimos años. Los gobiernos europeos han comenzado a cambiar su política de puertas abiertas.
Por ello disparó tanta inquietud el llamado “pacto mundial para las migraciones” aprobado por la ONU en Marruecos y firmado por unos 150 países, incluida Colombia. Varias naciones europeas, así como Estados Unidos, Chile y Australia, rehusaron firmarlo. La galaxia Soros fue uno de los mayores impulsores del pacto inmigracionista.
Ordoñez estima que la migración venezolana puede ser parte de una estrategia desarrollada por régimen de Maduro “calculadamente para desestabilizar la región, ejerciendo control y dominio territorial”. No hay allí ataque alguno a los migrantes sino al poder usurpador que está en Caracas. ¿No es cierto que Maduro hace esfuerzos inauditos para desestabilizar a Colombia y crear zonas fronterizas de nadie, irredentas, como está ocurriendo en Catatumbo y Arauca? Solo un irresponsable como Vivanco, a quien le importa un pito la soberanía colombiana, puede tratar de descalificar a un patriota como Alejandro Ordóñez cuando éste alerta sobre ese tema candente. Pero que el ministro Trujillo emprenda la tonada de Vivanco me parece bochornoso.
Nada mejor para congestionar una administración, o para alterar los recursos de un país, que empujar masas humanas a la errancia y a la supervivencia. Esto último es lo que ocurre en Colombia. Carlos Holmes Trujillo, en su regaño público, parece poco preocupado por el costo social de ese fenómeno, como si los recursos de Colombia fueran infinitos.
La Cuba totalitaria utilizó la migración para reducir la presión interna, crear divisiones entre los cubanos de La Florida y obligar a las autoridades americanas a firmar concesiones puntuales, tras el triste éxodo de cinco meses por el puerto de Mariel en 1980.
El embajador colombiano ante la OEA reiteró que la estrategia de Maduro busca “exportar sus múltiples crisis” y que ese régimen “constituye una amenaza a la paz y la seguridad de la región”. ¿Qué significa que el ministro colombiano de Relaciones Exteriores crea que debe corregir ese diagnóstico? Muchas personas estiman que Alejandro Ordóñez está desempeñando con gran altura su cargo. En cambio, la reprimenda a Ordóñez fue saludada por ciertos bonzos como el canciller venezolano Jorge Arreaza y el boliviano Evo Morales, así como la prensa cubana y el matutino español izquierdista El País. ¿Son ellos los que quieren ponerle una mordaza al embajador colombiano ante la OEA?
¿Qué piensa Trujillo del hecho insólito de que cientos de militares venezolanos desertores viven ahora en Colombia y que algunos de ellos acusan al gobierno de Duque de haberlos “abandonado”? Varios, sin estatus migratorio definido y en hoteles que no logran pagar, están furiosos. ¿En qué va a parar eso? Carlos Holmes Trujillo los consuela diciéndoles que “no están a la deriva” y que pronto llegará la ayuda internacional para atenderlos. Preste atención a eso señor ministro en lugar de emprenderla contra un embajador que merece todo su respaldo.