Curiosidad de las regiones
El costeño donde se meta lo reconocen. Ahí están pintao. Tenemos un acento muy particular, algunos dicen que hambriento, porque nos comemos las palabras, pero fantástico porque acompaña nuestra personalidad que es única, en cualquier país del mundo, y, por más sofisticado que sea el habla de otras regiones o países, siempre hay una expresión que nos identifica, con sentido referencial bien sea a través de los cuentos, las historias, o leyendas. Tienen los costeños tantas ocurrencias, que el número 13 es de mal agüero para los varones en desbalance a los que les dicen los aires acondicionados. Y esa estigmatización se generalizó, muchos no compran una lotería terminada en 13, ni si sabe que con ese número se la gana. O, vende al día siguiente el carro nuevo, si le asignaron la placa que identifica su auto, o coche y lleva ese número. Todas las leyendas y ocurrencias que se nos viene a la cabeza, le damos vida, movimiento, y nos convencemos que en realidad ocurrieron y de ahí salen obras como Cien Años de Soledad, o el arte de los símbolos y trazos a los que se le busca un sentido tan real, que se acepta sin inconvenientes. Por eso somos mágicos, pero con una magia distinta a la de los políticos deshonestos que desaparecen los dineros de las arcas del estado y nunca aparecen. La magia Caribe es otra cosa. Está compuesta de romance, ocurrencia, humor, negro, blanco, gris de todos los colores, sin plagiar al arco iris, que ya se lo tiraron.
Estaba en Eanton Centre, que es un centro comercial de Toronto, tal vez de los más importantes, en compañía de unos amigos españoles tomándonos un café colombiano, cuando de repente, un señor viene con su esposa y su hijita de menos de seis años, que corría apresuradamente delante de ellos, sus padres. Este con una voz de angustia le grita a la pequeña niña: Inés, aguanta el viaje. Y la niña se detuvo inmediatamente. Parecía tener frenos de aire. Francisco y Lola, asombrados, me quedaron viendo, no sé si por el grito, que es poco usual en un país en donde la gente habla muy bajito, casi que, en tono de confesión, o… si era por lo que quería decir, o significar “aguanta el viaje” expresión que para ellos no tendría explicación. Yo les dije: Esa familia les aseguro que son del Caribe Colombiano, y deben ser barranquilleros. Aguantar el viaje, es detener la velocidad. No apresurarse. Dicen que la curiosidad mató al gato. Y, como nos lo encontramos en el camino del interior del gran centro comercial, me les acerqué y los saludé: Hola buenas tardes, por casualidad, ¿son ustedes de Barranquilla? Ella, la esposa, me dice, mientras disfrutaba de un helado, aja, aja, y él, su esposo, más concreto me responde, ¿si… por qué? No, simplemente, porqué les escuché la expresión, aguanta el viaje, y ajá, que son típicas nuestras, de la costa Caribe de Colombia, Barranquilla, Cartagena, Santa Marta, y siga la trocha y verán que nos encontramos con un mundo de sorpresas y curiosidades. La niña Inés inquieta como todo niño de esa edad y en buena salud, le montó una cantaleta, y la madre le dice a su hija: por favor cógela suave, por favor. Pórtate bien o te canto la canción de la calabaza, calabaza, y, todos nos vamos para la casa. La niña se quedó quietica, como las iguanas cuando les ladra un perro. Los amigos españoles, asombrados, me dicen entonces. ¡Joder! más bien pidamos las tres maravillas de mi tierra Jerez. Y eso me obligó a preguntarle a Francisco: Y… ¿cuáles son esas tres maravillas? Y, me respondió: Es un decir, amigo, que significa, el vino, el caballo, y la mujer. A los que hay que defender. Así es- Entonces dijo: pidamos algo de comer, ¿no les parece? Y le respondí: Sabes que sí, porque tengo un filo, enorme. Ambos me quedaron viendo y me dicen: que es filo, para ¿vosotros? -Hambre amigo. Ostias tío, no lo puedo creer. ¿Seguro, que sabéis lo que significa filo? – Entonces no le veo lógica. Yo se los definiré. Pues es el punto, en que el ánimo pierde su contextura, ante el aroma de una comida que se añora, que, de no lograrse a tiempo, el estómago con sus ruidos, nos da una tremenda lora que nos dilata y nos encoge el ombligo. Eso es tener filo. ¡Qué maravilla! Entonces me dice Francisco. Quitémosle la punta al filo entonces, fritico calientito y ya está. Al terminar de comer les dije: Que delicia de picada, y Francisco con su humor cortante me dice: y el vecino que esté por aparte, que recen los mandamientos de la carraca, para que se fumen por allá su petaca. Entonces le dije: Erda, Francisco, no son colombianos, es gringo donde se meta, salvo que la carraca, sea lo mismo que la vareta. Entonces Francisco y Lola me preguntan: ¿Tío, y que significa erda? Queridos amigos: Es una mierda en contracción.
Que tarde tan divertida, pero no podemos negar, que españoles y costeños, tenemos parecidos decires, pero con muchos componentes raciales, los nuestros, lo que nos hace únicos, especiales.
Toronto Canadá
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