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Punta de Lanza: El uso de las playas nos pertenece a todos, y su limpieza también. Por: Senén González Vélez

Todos los colombianos tenemos derecho a bañarnos en las playas hermosas de nuestro territorio nacional, pero ese derecho termina donde comienza el de nuestro vecino, que también los tiene. Las playas se disfrutan en familia como zona de sano esparcimiento, y que sea una bendición compartir sin miramientos raciales en que se funde en el respeto y la tolerancia, la unidad humana para divertirse en familia. Pero, no hay que confundir ese derecho que tenemos para nuestro disfrute, so pretexto de utilizarla de basurero, y de sitio para calentar ollas y comidas, tirar vasos o botellas a la arena, o llevarse equipos de sonido, que perturben al vecino bañista, que va con deseos de relajarse, y no de tensionarse.

Eso daña la armonía colectiva para convertirse en un generador de conflictos, que luego al calor de las bebidas alcohólicas, pasan a mayores, al borde de tragedias, que se deben evitar. – Lo que distingue a una ciudad y a un país, es el respeto y la buena educación, que para tenerla, no se requiere sino sentido común, porque ser educado, es abrirles las puertas a la simpatía  social colectiva, en que impera la aceptación, más que el rechazo.

Yo recuerdo  a Bonifacio Ávila, ese gran boxeador que comenzó con un restaurante frente al hotel Caribe, y se convirtió en un embajador de la simpatía de Cartagena para recibir al turista que viene de toda Colombia y de todo el mundo.  Rocky Valdés, Caraballo, la esencia de la sencillez y el respeto, querido por todos. Nunca tuvieron retenes para estar en los círculos sociales de la ciudad. Y eso se da cuando la sensatez y la inteligencia están por encima de los impulsos, que hacen confundir la libertad, con el libertinaje. Hay muchísimos ejemplos, que son vitrina, para ver la ciudad de Cartagena con una óptica diferente, de  amor y de respeto, y no como un burdel como se le quiere tildar ahora.

Pongo el bello caso   de las palenqueras. Ellas son la expresión de alegría y sonrisa para todos los que nos visitan. Si el ciudadano no es consecuente con el deber de cuidar a la ciudad, les están haciendo un daño muy grande a esos ciudadanos proactivos, como El Bony, y las palenqueras, que es una de las caras amables que tiene la ciudad para mostrar. En ellas, se sintetizan las virtudes: Honestidad, decencia, seriedad, pudor, trabajo y la defensa de su estirpe, de su etnia de legendaria historia de valientes. Si ellos pueden. ¿Por qué no todos nosotros por amor a Cartagena los imitamos?

El preámbulo de esta nota editorial, se debe a las numerosas notas que me envían a mi email para que me dirija al señor comandante de la Policía Nacional del Distrito de Cartagena, al igual que a los entes de turismo, para que se desarrolle un programa encaminado a: querer y conservar lo que es de todos.

Me señalan a la isla de Barú, lugar turístico, al que otrora conocí, como maravilloso, en especial por la decencia de su comunidad, que atiende con generosidad y se gana con la amabilidad a sus clientes. Esas conductas buenas, ¿Por qué han cambiado? ¿Quién los impulsó a otro modelo que no atrae sino que se vuelve esquivo al cariño colectivo? Nativo es toda persona que nace en la ciudad, o pueblo. Nativo, no es un referente notarial que otorga derechos exclusivos. Me cuentan que hoy día eso cambió, porque aplican el concepto de nativos a tener exclusividades territoriales, y eso no es así para todos los casos. Todos los nacidos en una ciudad son acreedores a ese título, bien sean blancos, indios, negros, mestizos. Tampoco se trata de zonas de reservas, no es el caso. Creo que han confundido la palabra nativo para exigir un derecho como exclusivo.

Las playas son de todos los colombianos. Si bien es cierto que nada está vedado para disfrutar, salvo lo que consagren las leyes, por aquello de conservación de la especie, o por la protección del medio ambiente, todos tenemos esa oportunidad de gozar de nuestro territorio nacional, pero con medidas de respeto, comprensión y tolerancia y sobre todo de conservación.

Una de las notas recibidas es la que se refiere a los bañistas que van de otros barrios a bañarse en las playas de Castillo Grande. Nadie puede impedirles que no lleguen y estén en familia, pero, también hay que comprender, que las playas no son cocinas públicas, ni tinacos públicos para ensuciarlas. Cuando se incurren en esos excesos, se vulnera la naturaleza de la escena para la distracción. No podemos utilizar una cancha de basquetbol, para baseball. Ni una piscina, para jugar tenis, ni lavar la ropa, ni meterse sin antes bañarse. Cada escenario tiene su destinación y si algunos son susceptibles para hacer otra cosa, caso de las playas, pues para eso está el respeto que nos debemos los unos con los otros. No es bien visto desnudarse en una playa que no es de nudistas. Ni orinarse detrás de una palmera de coco. O hacer exhibicionismo. Tenemos que meternos en la cabeza, que si quieres vivir en una ciudad turística, tienes que respetar, y por ello: A Cartagena se le respeta. Hazlo para que te respeten a ti. Al señor comandante de la Policía Nacional y a los entes de turismo, es bueno iniciar cursillos para cambiar esos malos hábitos y conductas que perjudican a todos. La idea es que todos ganen y todos pongan de su parte.

Toronto Canadá

senengonzalezvelez@hotmail.com

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