COLUMNISTAS

Dos libros escritos por Guillermo Altares Lucendo, periodista español, narran magistralmente los peligros evidentes que, por culpa de tales gobernantes despreciables, se convirtieron en muchos países como verdaderas amenazas a la democracia. El autor, actualmente es editorialista del periódico El Pais; en el primero, titulado Una Lección Olvidada que fue publicado en 2.018, su colega Ramon Lobo conceptuó que se trato de “un libro necesario en un momento peligroso”. Cinco años más tarde, se conoció la segunda de sus obras que denomino, “Los silencios de la libertad”.

Los críticos de sus dos obras han manifestado, positivamente que, si en el primero de ellos se hacen visibles los peligros y amenazas a la democracia como sistema preciado, en el segundo, Altares “enfoca tiempos y espacios en los que la democracia se ha tambaleado por obra de gobernantes carismáticos pero indeseables”.

Algunos tan conocidos son mencionados en el famoso bolero chileno: Franco, Hitler y Mussolini, cuatro jerarcas de la escoria, o cuatro canallas de la historia. Al cuarto que tenía Altares, al señor Richard Nixon, el autor lo canjeo por Stalin.

En la segunda de sus obras, “Los silencios de la libertad” que se publicó en el 2.023, nuestro periodista investigador se le olvido incluir a otras escorias del continente que bien claro la tenemos los latinoamericanos. A Nicolas Maduro, Daniel Ortega, Rafael Correa, Cristiana Kirchner y muy seguramente, en ese “cuadro de infames gobernantes, estará muy pronto el pichón de sátrapa colombiano, Gustavo Francisco Petro Urrego, como dicen los críticos de sus libros, “carismáticos pero despreciables”

El 1 de mayo Gustavo Petro tiene previsto financiar con recursos del erario público la movilización de sus seguidores que no son diferentes a los incautos indígenas, y a sus mingas bien aceitadas con gabelas y contratos, a sus milicias pagadas con subsidios para que no nos maten, a los miembros de la primera línea que lidera su vasallo guardián Gustavo Bolívar, a los viudos de poder que integran las disidencias de las Farc, del ELN, los clanes del narcoterrorismo, los caficultores disidentes que le copian a la ministra de agricultura y a pequeños comités municipales, entre otros grupos revolucionarios que están al servicio de la polarización que comanda desde la casa de Nariño el propio mandatario.

El presidente de la república con esa movilización estará cerrando de un portazo cualquier asomo de acuerdos políticos, pues lo que se propone hacer es mostrarse más violento y amenazante contra la constitución y las normas que rigen nuestro estado de derecho.

Entonces, ¿qué es lo que quiere Petro? El conoce la fragilidad de la democracia y los peligros que la circundan. Él sabe cómo surgen las dictaduras, como se mantienen en el poder y como manipular el pasado y la información.

Contra su estrategia, lo que debemos recordar los demócratas es como ese sistema autócrata arruina la vida de los ciudadanos sin distingo de creados, colores políticos, ni razas. Por lo tanto, firmes y sin miedo, estamos obligados a recrear episodios como la revolución de los claveles, que fue el alzamiento militar que puso fin a la dictadura de casi 40 años en Portugal, o la caída del muro de Berlín que, contra todo pronóstico, la democracia logro finalmente echar raíces en la inmensa cultura del mundo libre contemporáneo.