COSTA NOTICIAS

Nocicepción. Por: Juan Andrés Dangond Manrique.

Colombia se enfrenta a desafíos y amenazas antidemocráticas con ocasión del asesinato de un miembro de la oposición como Miguel Uribe Turbay, quien gozaba de un alto potencial de acceder a la primera magistratura del Estado.

Bajo el mandato del gobierno Barco asesinaron igualmente al candidato de mayor opción encarnado en la figura del nuevo liberalismo Luis Carlos Galán.

Con la desaparición de figuras políticas de gran liderazgo como Rafael Pardo Leal, Fernando Jaramillo Ossa, Carlos Pizarro Leongomez y Álvaro Gómez Hurtado, jefes de ideologías de izquierda y de derecha, se cercenó el futuro de los mejores líderes democráticos en Colombia.

En el marco de los acontecimientos de violencia selectiva se truncaron además, los programas de gobierno de alta relevancia, envergadura y preferencias de vastos sectores de opinión. Desde Rafael Uribe Uribe, Pasando por Jorge Eliecer Gaitán , hasta el más reciente de Miguel Uribe Turbay, nunca se había registrado en la historia Colombiana tamaño grado de inercia timorata proclive al delito.

El país venía avanzando en logros de temas de institucionalización y recuperación de territorios anteriormente tomados por bandas criminales de todas las cataduras, mezclas y legados que hoy conforman el teatro delictivo nacional.

Se había alcanzado reducir los índices de secuestro, homicidio y masacres y los delitos de alto impacto en la sociedad con la implementación de la política de seguridad democrática.

Hoy el rumbo se vislumbra vacilante entre la pusilanimidad, la convivencia y la complicidad de los encargados del timón de mando de la nación.

Mientras en la época de Luis Carlos Galán el gobierno y la sociedad en general, respondieron al unisono en declarar la guerra frontal en contra de los criminales conformando un bloque de búsqueda para someter a las estructuras criminales del narcotráfico quienes ejecutaban toda clase de atentados con dinamita, bombas y metralletas.
Finalmente, la sociedad y el Estado triunfaron al capturar o dar de baja a los principales cabecillas del narcotráfico, lo que permitió una nueva década de paz y convivencia.

En la actualidad no se otea en el panorama estatal, ninguna reacción contundente y robusta al crimen de Miguel Uribe Turbay, diferente a la carencia de nocicepcion, develada en la omisión titubeante, a la exclusión de responsabilidad y a la justificación hereditaria de la victima. Las instituciones legalmente constituidas parecen paradójicamente haber saltado a defender a los criminales en lugar de proteger a la sociedad.

Caímos en la profundidad de la barbarie, en el abismo de la ideología decadente, en los antivalores de los subyugados y la anarquía de la civilización.

Comparte esta entrada:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipiscing elit, sed do eiusmod tempor incididunt ut labore et dolore
Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipiscing elit, sed do eiusmod tempor incididunt ut labore et dolore