Me pregunto cuántas personas, entre los miles que salieron a marchar el 25 de abril, habrán leído el proyecto del Plan de Desarrollo y, entonces, se sienten justificados para protestar en su contra.
Me pregunto cuántos estudiantes, que marcharon durante dos meses a finales de 2018 y lograron 4,5 billones para educación superior durante el cuatrienio, un logro sin precedentes y además justificado, han leído el Plan de Desarrollo en el cual se incluyeron sus conquistas, o bien, tienen justificaciones para acusar al Gobierno de incumplimiento a tan pocos meses de los acuerdos.
Me pregunto si los afiliados a Fecode, con capacidad extorsiva para bloquear un servicio tan sensible, salieron a protestar por la calidad de la educación, sin detenerse a pensar en que la calidad no está en los pupitres sino en ellos mismos, y aun así, extorsionaron con el paro al anterior gobierno y se mantuvieron en su irresponsable posición de no dejarse evaluar.
Me pregunto cuántos empleados y obreros afiliados a las centrales, que no ocultan su sesgo ideológico, han leído y entendido las propuestas laborales y pensionales del Plan, o simplemente protestan porque sus líderes les dicen que es otra estrategia de la oligarquía contra la clase obrera.
¿Será que atenta contra la clase obrera garantizarles seguridad social a quienes tienen empleos parciales en la informalidad y devengan menos del mínimo? ¿Será que es expropiación del ahorro pensional, como la calificó una parlamentaria, la opción “voluntaria” de aportar las devoluciones de quienes no alcanzaron el derecho a pensión, para garantizarles un ingreso vitalicio y subsidiado por el Estado?
El gobierno Duque, tras un acuerdo histórico en la mesa de concertación, aprobó un aumento del salario mínimo del 6%, casi el doble de la inflación de 2018. ¿La concertación y la decisión por consenso del mínimo son acaso la expresión de un gobierno autoritario que persigue a la base trabajadora?
Entonces, ¿por qué sale a marchar la gente en Colombia? Claro que razones hay de sobra, pues prevalece la desigualdad entre quienes todo lo tienen y quienes de todo carecen. Sería arrogante no reconocerlo, pero esa no parece ser la razón detrás de este paro nacional.
La inversión en calidad no parecer ser la razón de las protestas que persistieron después de los acuerdos de diciembre de 2018 con los estudiantes; no parece ser la razón de los estallidos violentos en la Universidad Nacional, la Distrital y la de Antioquia el día del paro, ni para los destrozos de los estudiantes de la Pedagógica, casi mensuales en la tradicional Avenida Chile de Bogotá.
Después de los acuerdos para el desbloqueo de la Panamericana quedó claro que, detrás de las peticiones formales, que incluían desde 40.000 hectáreas hasta negociación con los elenos y reconciliación con Maduro, había móviles políticos e infiltración de grupos ilegales.
¿Qué vendrá ahora?, ¿el 1º de mayo?, ¿Asonal judicial y el bloqueo de la justicia?, ¿la USO y el bloqueo petrolero que ataca las finanzas del Estado, como la minga paralizó varios departamentos con pérdidas inmensas?
Se trata de no dejar gobernar, desde la calle o desde el Congreso, porque la resurrección de la “Unidad” es otra forma de paro extorsivo para resucitar también la mermelada. ¿No será que las más de 4.000 proposiciones al Plan de Desarrollo, una verdadera “proposiciotón”, se pueden calificar de “vandalismo legislativo”?
Siempre habrá razones para oponerse, pero muchas más para ayudar a construir país. Quiera Dios que quienes le apuestan al fracaso del gobierno pierdan su case, pero es enorme su irresponsabilidad histórica con el futuro de Colombia.
@jflafaurie