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Ventajas comparativas en el campo. Por: Ciro Manuel De León Brand

Como AGRICULTOR, agroindustrial e INGE. AGRONOMO egresado de la U. de Córdoba, con más de 40 años de experiencia asistiendo campos y asesorando empresarios del agro, y un recorrido por diferentes zonas del globo terrestre observando agricultura, noto con preocupación que la mayoría de los candidatos –       con pocas excepciones como es el caso de Rodolfo Hernández que acierta parcialmente en sus propuestas- no tienen el enfoque del cómo orientar la producción del campo, que lo haga productivo y competitivo.

En un mundo globalizado e interdependiente, el país firma acuerdos de libre comercio, los cuales brindan un nuevo horizonte para repensar el futuro de nuestra producción agrícola, que genere riqueza y buenos salarios a los obreros del campo. Entonces: ¿será que el futuro presidente no tiene conocimiento de que hay que aprovechar nuestras ventajas comparativas?  ¿será que el futuro presidente no tiene el suficiente conocimiento para desarrollar una política que conduzca a explotar nuestras ventajas comparativas en el campo?

Las estadísticas de productividad mundial nos indican, que los países con mayor desempeño en granos y cereales se encuentran ubicados en las zonas templadas, y esto no es debido al buen uso de las tecnologías; este desempeño es, la suma de las ventajas comparativas en primer lugar, más el buen uso de las tecnologías en segundo lugar. Debemos entender que por más que nos empeñemos en ser competitivos en la producción de granos cereales, nunca alcanzaremos la competitividad por los efectos de los factores determinantes (humedad del aire, temperatura, energía solar) que no nos ofrecen ventajas comparativas, por esta razón, todo candidato que proponga generar competitividad basando la economía agrícola del país con granos y cereales, está induciendo a nuestros agricultores a la quiebra segura. Caso diferente sucede con las oleaginosas (coco, palma, aguacates entre otras de menor impacto), cuyas estadísticas reflejan, que en este campo podemos multiplicar hasta por cinco la producción de los países de zonas templadas, por esta razón el gobierno debe basar la economía agrícola del país en estos productos, y no, en granos cereales. Esto no quiere decir que debemos desaparecer los granos y cereales de nuestra agricultura, esto solo indica que debemos escoger para su producción y seguridad alimentaria las zonas que, por altura y temperatura se asemejan a las zonas templadas, como es el caso de las zonas ubicadas en las inmensas áreas del Tolima, Cauca y Valle del Cauca. Sin desconocer que ya en parte del país agrícola hay zonas orientadas por los factores determinantes, que ofrecen la competitividad, como son: el eje cafetero y parte de Antioquia con frutales, la zona bananera de Urabá con bananos; la sabana de Bogotá con flores, hortalizas, entre otras de menor impacto.

Así como plantean los candidatos sus estrategias para sacar adelante al campo, inducen a la misma pobreza y más hambre, como está gran parte del país rural.

Para sustentar numéricamente los argumentos, observamos, que una hectárea de granos cereales, en el mejor de los casos facturan doscientos mil pesos por hectárea, mientras que en oleaginosas perennes alcanzan entre dos y tres millones mensuales por hectárea, agregándole, que esta agricultura es más amigable con el medio ambiente.

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