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¿Terminarán llamando a Ecopetrol Ecoeólicas? Por: Eduardo Mackenzie

Mientras España comienza a reconocer el grave error cometido al confiar exageradamente en sus redes eólicas y paneles solares para generar electricidad, en Colombia, por el mismo ecologismo falso, el gobierno de Gustavo Petro quiere seguir el ejemplo del socialista Pedro Sánchez.

Nadie ha olvidado que hace un mes, España sufrió un vasto apagón de 18 horas, uno de los peores de Europa. Éste afectó a 50 millones de personas y causó pérdidas económicas considerables tanto en España y Andorra, como en Portugal y en algunas regiones del sur de Francia. Las autoridades de Lisboa descartaron que la avería hubiera podido venir de Portugal.

El pasado 28 de abril, en efecto, hacia las 12:33 del día, 15 gigavatios de producción eléctrica desaparecieron “repentinamente” del sistema, lo que representó “el 60 % de la demanda de todo el país en el momento del apagón”, según la empresa oficial Red Eléctrica de España (REE). Esa caída de tensión provocó la muerte de 7 personas, y graves daños y peligros para todo el país: no sólo el sistema productivo y comercial fue paralizado, así como los aeropuertos y el tráfico urbano y ferrocarrilero, sino que las centrales nucleares españolas dejaron de producir electricidad y estuvieron no lejos de crear una catástrofe como la de Chernóbil en 1986.

Nada impide pensar que ese tremendo apagón haya sido la causa de que algunas empresas europeas productoras de energías “alternativas” estén reconsiderando ahora sus inversiones y planes. La compañía noruega Statkraft, 100% estatal y especializada en la producción de energías renovables, decidió, por ejemplo, realizar una “reorientación estratégica”. En lenguaje corriente ese paso equivale a una desbandada: busca vender sus activos en varios países, entre ellos España y Brasil, así como India, Países Bajos, Canadá, Croacia, Australia y Estados Unidos.

Lo peor de esta historia es que el gobierno colombiano, en lugar de hacer el análisis acertado de lo ocurrido en España, hizo lo contrario: una vez más, por pura ideología, creyó oportuno aumentar el peso de las eólicas y de la energía fotovoltaica en el mix energético colombiano, aunque esa arquitectura muy probablemente habría causado el apagón en España.

Fue así como Ecopetrol, bajo la dirección del polémico Ricardo Roa, expresó su intención de llegar a un acuerdo para adquirir Enerfin Colombia, la filial local de la firma Statkraft, propiedad de la firma noruega desde mayo de 2024. Según la prensa especializada, la citada transacción “cubriría todos los activos de Enerfin Bogotá, incluidos ocho proyectos en desarrollo y una planta solar, Portón del Sol, de 130 MW”, en operación en La Dorada, Caldas, desde sólo hace más de un año. La misma fuente indicó que el acuerdo “también prevé el traspaso de equipos locales y que la transacción se cerrará en el tercer trimestre de 2025”, si las aprobaciones habituales lo permiten.

Barbara Flesche, vicepresidenta ejecutiva para Europa de Statkraft, declaró: “Esta transacción marca la segunda desinversión planificada de nuestra cartera de Enerfin en nuestros mercados no prioritarios”. También permite a la compañía noruega reubicar sus recursos en el norte de Europa.

Para Colombia la ventaja de tal transacción, cuyo monto no ha sido revelado, no es evidente. Roa insiste en que Ecopetrol ampliará su “portafolio energético más allá de los hidrocarburos”, como si esa vía fuera la única virtuosa. No lo es. Lo que ocurrió en España prueba la fragilidad de las energías renovables y el viraje de Statkraft muestra que la duda sobre la estabilidad de ese sistema se amplía entre sus mismos promotores.

El asunto no es únicamente técnico y sí muy político. En España, la empresa REE, dirigida por Beatriz Corredor, figura de la facción Zapatero, la más radical del partido socialista, sin experiencia en el campo técnico, obró para que ese servicio dependiera de las “energías verdes” hasta el punto de que éstas llegaron a ser, en 2024, el 56 % del mix energético, en la perspectiva de alcanzar, en 2030, el 81 %, meta que nadie ha osado fijar hasta ahora en Europa.

Doce días antes del apagón, las energía renovables satisfacían la mayoría de la demanda (la eólica el 45,6 %, seguida del 27% de la fotovoltaica –la radiación solar sobre placas especiales–, y del 2% de la radiación solar –para calentar fluidos–.). La hidroeléctrica ofrecía apenas el 23,1 %. En el momento del apagón, esa relación había subido: las renovables cubrían cerca del 78 % del mix, de las cuales alrededor del 60 % procedía de la energía fotovoltaica.

Todo indica que el apagón estalló no por azar sino por una acción imprudente de REE. Según el matutino británico The Telegraph, basado en una fuente de Bruselas, la dirección de REE estaba realizando un experimento cuando colapsó el sistema pues aceleró fuera de lo razonable el dispositivo central para ver hasta dónde las energías verdes respondían. Todo ello en la perspectiva de eliminar gradualmente, a partir de 2027, los reactores nucleares de España.

No obstante, The Telegraph no cree que las energías alternativas tengan la culpa de lo acaecido: “Varios países tienen más renovables en su mix eléctrico que España y no han sufrido apagones”, dijo el autor del artículo.  El error habría consistido en acelerar el ritmo “de forma imprudente sin haber construido antes una red moderna capaz de gestionar semejante carga intermitente”.

Consciente de los efectos políticos de ese descalabro, el gobierno de Sánchez no dice, según ese medio, qué pasó y cómo, o lanza explicaciones sin sentido técnico y hasta absurdas. En ese ambiente opaco los técnicos ofrecen versiones contradictorias. Unos afirman que el problema vino de los generadores, otros creen saber que lo que falló fue la red de distribución y que ésta “apagó automáticamente los generadores, ya fueran solares, eólicos, nucleares o de gas”.

La Asociación Española de Empresas de Energía Eléctrica (AELEC) subrayó que las autoridades se han limitado a investigar un lapso de 20 segundos del incidente del 28 de abril “ignorando una serie de oscilaciones salvajes en la tensión que comenzaron días antes y superaron los niveles de ‘emergencia’ en toda la península durante dos horas antes del apagón”.

El hecho de que Ecopetrol sea obligado por el gobierno de Petro a abandonar sus exploraciones tradicionales y deba gerenciar ahora las llamadas “energías verdes”, no menos nefastas para los ecosistemas y de sostenibilidad incierta, es un problema que se suma al proceso de destrucción de esa gran empresa colombiana y a los muchos daños que la macroeconomía colombiana ya está sufriendo por cuenta de las creencias políticas del presidente Petro.

Ecopetrol anunció en marzo que esperaba endeudarse en 2025 hasta 2.000 millones de dólares para “financiar inversiones”. ¿Roa piensa adquirir las instalaciones que tiene Statkraft en La Guajira, Sucre, Córdoba y Magdalena? En abril, Roa firmó un acuerdo con AES Colombia para adquirir el 49 % del clúster eólico Jemeiwaa Ka’I en La Guajira y dice estar dispuesto a adquirir un proyecto eólico de la italiana Enel.

¿Qué impacto tendrán estos gastos enormes sobre la deuda de Colombia y sobre los consumidores? ¿Cómo esas peripecias aumentarán los precios internos de los combustibles y de la energía eléctrica?  ¿Ecopetrol será rebautizado y denominado Ecoeólicas?

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