*Experto en financiamiento agroindustrial.
El pasado jueves tuve la oportunidad de asistir a la inauguración de la XXII edición de Agroexpo en Bogotá, la feria agropecuaria más importante del país, ya que reúne los mejores modelos productivos y empresariales de producción de alimentos y materia prima.
En el recorrido por los diferentes pabellones de Corferias, me encontré a Luis Fernando Murgueitio, uno de los grandes impulsores del desarrollo agrícola, ganadero y forestal, de los llanos orientales y otras zonas del país. Le pregunté cómo estaban las cosas por allá y me respondió que igual o peor que hace una década atrás y que ahora con el taponamiento de la vía que los conecta con Bogotá, la situación se puso peor, ya que esta región produce alrededor del 30% de los productos agrícolas del país.
Claramente, esto va a tener un alza en los precios de los alimentos al consumidor y el primer producto que se va a ver afectado es la carne bovina. Se estima que diariamente entran a Bogotá unos 1.800 novillos que provienen de las fincas del Meta, Casanare y Vichada.
Es increíble que hayan pasado más de 30 años, y no se haya construido una autopista que conecte a esta despensa agrícola con Bogotá y el resto del país. Y peor aún, que no hayan construido las vías internas para conectar las capitales de a tres departamentos que conforman la región de la Orinoquia y la altillanura. Me cuenta este patriarca del agro, que desde que se comenzó a planear la construcción de un terraplén de 640 km para conectar a Puerto Arimena (Meta) con Puerto Carreño (Vichada), han desfilado por la pasarela de la ineptitud unos 18 ministros de transportes, sin que ninguno pudiera terminar siquiera uno, de los cinco tramos que está dividida esa trocha.
El río meta que podría ser una solución alterna y más económica, tampoco fue habilitado para sacar los productos agrícolas de esa región. Las obras que se contrataron para habilitar su navegación con una inversión superior a los $65.000 millones debieron concluirse en el 2012, pero nadie da explicación. En esas condiciones es muy difícil generar confianza inversionista o desarrollar cualquier proyecto productivo rentable.
Hasta un Conpes (3797/2014), les regaló Juan Manuel Santos, para el Desarrollo Integral de la Orinoquia y Altillanura. Estará muerto de la risa diciendo que un Conpes no le niega a nadie. En 30 años de promesas y negligencias, sólo se ha podido desarrollar el 14% de una despensa agrícola que tiene más de 4.5 millones de hectáreas aptas para desarrollar grandes proyectos agrícolas y ganaderos.
Además, de las soluciones en infraestructura vial, el gobierno debería pensar en una medida especial de régimen franco para ciertos sectores productivos de los llanos orientales, tal como lo viene proponiendo el patriarca Murgueitio. Se trata darle un tratamiento parecido al que se les dio a las zonas afectadas por la avalancha del nevado del Ruiz en 1.985 y la avalancha del río Páez en 1.996. Esas medidas permitieron que el Tolima y la región Páez, se hayan convertido, tal vez, en los proyectos industriales más importantes del país, en las últimas dos décadas.