Mi reflexión en punta de lanza, es más de un padre que tiene 7 hijos, mujeres y hombres, con 12 nietos, que como un crítico de la política.
Hoy quiero dedicarle esta nota editorial, a la primera dama de la nación Verónica Alcocer García, hija de Jorge Emilio, abogado conservador Alvarista, a quien conocí en mi juventud, hace muchos años en la ciudad de Cartagena y con quien departimos como jóvenes en ambientes sociales respetables. Siempre Jorge Emilio se caracterizó, por ser una persona inquieta, de ocurrencias graciosas y de apuntes sabaneros, que, entre dicharachos costumbristas, estaba la gran esencia de la sabiduría popular, que expresada en forma espontánea, con respuestas y salidas ocurrentes, esas que nos caracterizan a los costeños, que además de graciosas, tienen un timbre de mente ágil y de brillo intelectual.
Las originalidades de su hija, Verónica, para algunos es exótica, hasta fuera de lugar. Para otros, entre esos mi persona, la estimamos como normales, porque nacen de la fuente de su padre, al igual que su simpática rebeldía, que emana de una inteligencia natural, espontánea, original, y ocurrente, en que luce inocente, niña aun, ante cualquier asomo de malas intenciones, pero que en el fondo agrada.
Este preámbulo, para decirle al presidente Petro, su esposo, que detrás de un hombre bueno o malo, siempre hay una mujer, que puede ser buena o muy mala. Con Verónica tuvo suerte y bendición, pues a esa joven le asisten bondades y virtudes cuya feminidad y suaves maneras, hacen la diferencia de otras que andan por ahí, de difícil definición.
La grandeza de espíritu de la joven primera dama, están a la vista, y eso es más que suficiente, para que el presidente no solo se sienta feliz, sino que adopte una conducta en todo sentido proporcional a la bella y decente esposa que le acompaña. Verónica, le brinda por tradición y costumbres a Petro, la oportunidad para que modere sus propósitos idealistas,* (la familia Alcocer se ha distinguido como empresarios, simpatizantes de la democracia y el capitalismo), *que nos están conduciendo a estadios nada buenos, pero si peligrosos, cuando bien podría el presidente hacer combinaciones con la parte positiva de la política social del país, esa que ha demostrado ser eficiente, y cambiar la que no funcionó, y aplicar con moderación los correctivos para hacer un gobierno democrático dentro del estado de derecho y cumplimiento fiel de la Constitución.
Todo lo que está y existe, que ha demostrado resultados buenos, hay que dejarlo, en lugar de injertarle sistemas que han demostrado su rotundo fracaso, hasta llevar a las naciones al estado de miseria, de postración.
La desmembración de las fuerzas militares y policiales, son un pésimo presagio, que es abonarle el camino al CAOS. No creo que Verónica pueda estar de acuerdo con eso. Tampoco con la teoría del MITO y el INCESTO, de OSUNA, porque Verónica, tiene hijos, y jamás aceptaría semejante monstruosidad, de ver a sus hijos copulando entre sí. ¡POR FAVOR QUE HORROR! – Son detalles que la primera dama, debe hacerle la reflexión a su esposo presidente, antes que la misma Verónica sea víctima de la OSUNADA.
Al parecer, la vida en familia de Petro, luce muy buena, muy sólida, eso refleja que la compañía de Verónica, en unión a los hijos, unen, porque impera el amor. ¿Qué bueno sería que Verónica pensara un poco, que el festejo de los triunfos es tan fugaz que se parece mucho a la belleza de la mujer? El tiempo pasa, y se envejece el rostro, pero solo queda la belleza espiritual, que no se envejece cuando se tiene de esta, como la guía permanente, a la que hay que acariciar día a día, con los actos ejemplares porque después de muerto, queda el buen recuerdo, y quienes creemos en Dios, tenemos como premio la eternidad y en tierra la buena fama.
Pero si no sois creyentes, quedan vuestros hijos que cargarán en sus hombros el buen recuerdo, o el desastre de un pasado nefasto que se pudo evitar. Esa es una huella, tan dura y fuerte, que difícilmente se borra, ahí está la historia de testigo, apreciada Verónica, la tienes muy cerca de tus bellos ojos.
Distinguida Verónica, en tus manos, también está la suerte del país. Actúa con amor, antes que sea muy tarde, háblale al oído a tu esposo, y dile: Todo cambio se puede hacer, siempre que no altere las bases de la normalidad para conducirnos a la desesperación, que trae reacciones insospechables, que terminan en desastre. Pasen a la historia con honor.
Toronto Canadá.
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