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Petro quiere dotar a Colombia de aviones Gripen… sin motores. Por: Eduardo Mackenzie

Lo que faltaba. En julio de 2026, Colombia se quedará sin aviones de combate y sus cielos quedarán abiertos a quien quiera entrar para traficar droga o destruir objetivos estratégicos, en la más grande impunidad.

Esa es la situación que ha creado deliberadamente el gobierno de Gustavo Petro con la degradación cada vez peor en las relaciones con Estados Unidos e Israel.

En este momento, Colombia dispone de menos de diez viejos aviones caza Kfir C10 fabricados y mantenidos en servicio por Israel. Pero el más reciente acuerdo de mantenimiento y de cambio de piezas, por un valor de 7.2 millones de dólares, firmado a principios de este año entre Bogotá y Jerusalén, terminará el 30 de julio de 2026 y su renovación no está asegurada.

Después de descartar la compra de cazas norteamericanos F-16 V de Lockheed Martin, y del fracaso de una negociación con la firma francesa Dassault, sobre la adquisición eventual de un conjunto de aviones multi-tareas Rafale, alegando que era una opción muy costosa, la Fuerza Aérea de Colombia sacó del cubilete, tras oír los consejos del gobierno del brasileño Lula da Silva, la solución-milagro: la adquisición, mediante un crédito a largo plazo y una promesas de transferencia de tecnología, de 18 aviaciones militares suecos Gripen E/F “de última generación”. ¿Valor del contrato?  Cerca de dos mil millones de dólares.

Pero esa solución tiene importantes fallas. Los Gripen, por razones técnicas, no llegarán a Colombia equipados, armados y listos para volar antes de julio de 2026. ¿Qué hará Colombia en ese lapso indefinido de meses o más sin aviones de superioridad aérea? ¿Por qué Colombia está abocada a esa peligrosa situación? Por la absurda línea diplomática de la administración de Gustavo Petro.

 Observadores extranjeros ven lo que pasa al respecto y lo dicen. La revista Meta-Defense.Fr, comentó en días pasados: “Colombia endureció su postura con Israel en mayo de 2024, antes de intensificar sus disputas verbales con Washington en 2025. En la Asamblea General de la ONU, las discusiones se han vuelto tan tensas que han puesto de manifiesto una crisis recurrente con Estados Unidos. En estas condiciones, cualquier sistema de armas que dependa de licencias estadounidenses o de equipo israelí se convierte en una apuesta arriesgada según el clima del momento.”

Y ahora lo peor: los aviones Gripen de la negociación eventual carecerán de motores. No porque vuelen por arte de magia sino por el hecho de que el caza sueco es impulsado por un turbo-reactor norteamericano, el F414 de General Electric. Si Washington veta la venta a Colombia de los aviones Gripen que tienen ese elemento clave, por el pésimo estado de las relaciones con Bogotá, el contrato con el industrial sueco pierde sentido.

 Esta calamidad no va sola. Como todo avión de combate, el Gripen necesita, para autoprotegerse y mejorar su poder ofensivo, embarcar sofisticados dispositivos informáticos de navegación y de designación de blancos. Uno de ellos, el Litening 5, que guía misiles aire-tierra, es de origen israelí.

 El gobierno de Gustavo Petro, que buscó alejar a Colombia de sus aliados occidentales, mediante bajas querellas ideológicas con las democracias del continente y de Europa, sobre todo con Estados Unidos e Israel, es el único responsable de la situación descrita. Petro cree que cambiar el nombre de la Fuerza Aérea de Colombia por la irrealista Fuerza Aero-Espacial de Colombia bastaría para ocultar sus fracasos. En pocos meses, Colombia quedará desprotegida, si no lo está ya, frente a la flotilla de 11 aviones Sukhoi Su-30 de la narco-dictadura venezolana. Por último, el problema será aún mayor si un adepto del extremismo petrista llega a ser elegido presidente en 2026. Estamos advertidos.

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