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Parapeto. – La embestida comunista contra Álvaro Uribe Vélez. Por: Julio Bahamon Vanegas

Es curioso que cada vez que el gobierno tiene en mente adelantar algún acto de levantamiento insurreccional de sus adeptos, utiliza a los indígenas y a los campesinos para enfrentarlos a la sociedad civil, y saca su instrumento de intimidación, la JEP en este caso, con algún embuste que les sirva a los corifeos del ejecutivo para que se ocupen de enlodar al único colombiano que ha tenido y tiene el coraje de afrontarlos.

La última vez utilizo la declaración de un exgeneral, inescrupuloso, al que llevo con bombos y platillos al banco de los acusados con el libreto diseñado de los falsos positivos. Ese exmilitar cobardón “confeso” y acepto ser culpable de varios asesinatos de jóvenes que nada tenían que ver con el conflicto armado, afirmó que los hacía pasar como guerrilleros y los asesinaba.

¿Culpable? Que caiga sobre él,  todo el peso de la ley y que pague en cárcel intramural sus delitos y repare las víctimas.

Confieso que soy Uribista por convicción y no por condicionamientos. Además, que nunca en mis 13 años de seguidor del Dr Álvaro Uribe he ocupado un puesto, ni ocupe alguno en sus 8 años de gobierno y que jamás le he solicitado ningún favor al expresidente Uribe. Ni en los últimos 23 años he sido candidato a cargos de elección popular.

Simplemente creo en él, y les cuento porque creo en su buena fe.

Consulté información en Wikipedia y encontré que durante los años de 1.990 a 2.002, en los gobiernos de Cesar Gaviria, Ernesto Samper y Andrés Pastrana ocurrieron 82 masacres producidas por fuerzas al margen de la ley, llámense Guerrillas, grupos paramilitares, organizaciones mafiosas etc, es decir, casi 3 masacres mensuales. Mas 300 alcaldes tuvieron que despachar desde las capitales de sus departamentos por miedo a ser asesinados. Amén de secuestros, desplazamientos forzados, tomas de poblaciones por las guerrillas del ELN y las Farc, reclutamiento y violación de menores, bonanza coquera. Voladuras de la infraestructura petrolera.

La gente del común aterrorizada se preguntaba: ¿Y en donde está la fuerza pública?

Los Generales y sus segundos gozaban de los clubes militares, jugando Golf, otros en los casinos y en los veranaderos en Melgar y en la Costa Atlántica, o en el exterior, y los soldados nos defendían luchando con sus cabos, sargentos, tenientes, capitanes y mayores en las selvas de Colombia. Ante esa anómala situación que encontró el presidente Uribe, ¿Qué fue lo que ordeno y presiono? Que los militares gocetas salieran de los clubes y de la vida fácil a dirigir a sus hombres, le pusieran el pecho a la brisa, y como estaban acostumbrados a que nadie los molestara, Uribe desde las 4 o 5 de la mañana los estaba llamando para que cumplieran con su deber. Esa orden del jefe supremo dio resultados muy pronto.  Volvimos a vivir tranquilos, a trabajar en el campo y en buena parte se arregló el orden público interno de Colombia. En sus ocho años de gobierno solamente sucedieron ocho masacres. Esas barbaridades disminuyeron en un 89%. Wikipedia.

Por esta razón es que no comparto el sesgo que le ha dado a su carta el profesor Rodrigo Uprimy a raíz de la confesión del general Torres Escalante, pues en su misiva coloca al expresidente Uribe como responsable, por extensión, de las acciones criminales de algunos sujetos miembros de las fuerzas armadas.

En esos años pudimos decir que el pais si tenía un presidente que le exigía el cumplimiento del deber a sus subalternos, pero de ahí, a que se enmarque la actitud y autoridad del jefe de estado y jefe supremo de las fuerzas armadas en encausamiento para que asesinaran jóvenes que nada tenían que ver con el conflicto armado, es una verdadera barbaridad y canallada.

El Dr Uprimy hace el sesgo perverso y no menciona a los exministros de defensa de la época. Para nada se ocupa de Juan Manuel Santos, jefe del ministerio de defensa desde el 19 de julio de 2.006 al 18 de mayo de 2.009, como jefe directo de los altos mandos y de la oficialidad del ejército.

Rechazo absoluto a la diatriba de Rodrigo Uprimy.

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