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¿Para qué sirve Otty Patiño? Por: Eduardo Mackenzie

El comisionado “de paz” da la bienvenida a la conformación de nuevos bloques de las Farc y proclama: tranquilos, eso mejorará los diálogos con ese grupo. ¿Alias Mordisco, jefe de las Farc en armas, tiene un cómplice en la Casa de Nariño?

El gobierno de Gustavo Petro ha dado un nuevo paso hacia la reorganización de las guerrillas narco-comunistas para que éstas ataquen en mejores condiciones a las fuerzas armadas de la República.  Petro hace eso de manera cínica y falsamente transparente para que la clase política y la opinión pública entiendan de manera inversa lo que él está haciendo.

Otty Patiño, un ex guerrillero no arrepentido, planificador de atentados del M-19 desde 1974 hasta 1990, convertido en noviembre pasado por Gustavo Petro en “alto comisionado para la paz”, aseguró, desde la Casa de Nariño, este 1 de abril, que la decisión de las Farc de crear un “nuevo bloque Isaías Pardo” para enfrentar al Ejército Nacional en cinco departamentos, es sólo una “reorganización interna de ellos”, una cosa “bienvenida”, favorable para la paz y que las Farc tienen, además, “todo el derecho para hacer eso”.

Otty Patiño sostiene que esa maniobra entre reductos de las Farc “podría traer beneficios a los ya resquebrajados diálogos que se adelantan con ese grupo”. “Creo que se están conformando en bloques, creo que están agrupando frentes”, declaró.

Algunas voces aisladas de parlamentarios de oposición (Miguel Uribe, Christian Garcés, David Luna y Andrés Forero) se elevaron contra la escandalosa actitud de Petro-Patiño, pero ni la opinión pública en general, ni los medios de información parecen haber comprendido lo que está en juego. La ayuda de Petro y Patiño a la restauración del desaparecido “bloque central” de las Farc, que dirigía en una época del sangriento “Mono Jojoy”, es presentado como un gesto favorable a la paz y a la seguridad de los colombianos y no una movida para golpear y desorganizar aún más a las Fuerzas Armadas.

En realidad, el anuncio hecho el 1 de abril por alias Marlon Velázquez de que conformará un “nuevo bloque central Isaías Pardo”, también denominado “Bloque 57”, es la respuesta vengativa de las Farc contra el Ejército nacional luego de que éste le infligiera una fuerte derrota el pasado 28 de marzo en combates en Chaparral, Tolima, y en Cauca, luego de que los uniformados fueran atacados por destacamentos de las Farc que violaron un acuerdo de cese al fuego con el gobierno de Gustavo Petro.  Alias Marlon Velázquez es el jefe del “bloque Isaías Pardo” que delinque en el Valle, Tolima, Huila y Quindío.

El 28 de marzo, en efecto, tropas de la Sexta Brigada del Ejército Nacional fueron atacadas por el grupo “Ismael Ruiz”, del llamado “estado mayor central de las Farc”. Los militares respondieron y dejaron un saldo negativo para los narcoguerrilleros (capturaron al cabecilla principal, alias Pacho, dieron muerte en combate a alias Capotillo, su segundo, y capturaron a un tercero, alias Ramiro). En total, 12 guerrilleros fueron capturados con su armamento y equipos, y cuatro menores de edad, que alias Pacho había secuestrado para usarlos como combatientes, fueron entregados a Bienestar Familiar.

Casi simultáneamente, tropas del Ejército chocaron con integrantes de la “Segunda Marquetalia”, en Argelia, Cauca. Resultado: cinco guerrilleros muertos y una menor herida. En otras acciones, fuerzas especiales del Ejército y de la Policía lograron dislocar varios grupos de la misma organización que devastan municipios en Meta, Tolima, Caquetá y Huila.

El plan de Marlon Velázquez es de vastas proporciones. El señaló que el nuevo “bloque” es una respuesta solidaria “con el bloque occidental Jacobo Arenas” y que tienen previsto realizar pronto “una gran ofensiva militar”. La gobernación del Valle del Cauca calcula que el bloque Isaías Pardo podría tener ya, antes de la maniobra organizativa anunciada, 80 individuos armados en las periferias de Palmira, Guacarí, Buga, Pradera, entre otras localidades. Algunos observadores creen saber que la misma ciudad de Cali podría ser objeto de un ataque subversivo considerable de las Farc para ganar puntos en una mesa futura de negociación.

Sin embargo, Otty Patiño se niega a ver que la reorganización de las “disidencias” es una amenaza contra el Ejército de Colombia y contra la población civil. Se niega a admitir que Marlon Velázquez anuncia, en consecuencia, un alejamiento de las negociaciones para concentrarse en una ola de ataques de envergadura gracias a un refuerzo de hombres y material bélico en cinco departamentos.

Tal actitud del funcionario petrista abre una disyuntiva: o el “comisionado de paz” favorece conscientemente la reestructuración de la banda armada Farc que no ha dejado de arrollar a la población y al Estado colombiano, o carece de la mínima competencia y perspicacia política y del valor civil indispensable para continuar al frente de esa Comisión.

En ese teatro de sombras y mentiras aparece un elemento adicional de desmotivación tanto para la opinión pública como para las mismas fuerzas militares y de policía: la duda. Sin que Otty Patiño haga nada para describir la situación real del orden público, rumores corren en el sentido de que los anuncios de los cabecillas de las Farc-disidencias serían solo deseos y chantajes en el aire. Nada mejor que eso para hacer que las fuerzas del Estado, en lugar de reforzar sus posiciones, bajen la guardia en los departamentos más afectados por la violencia.

Hace dos semanas, el presidente colombiano insultó al jefe de las Farc-disidencias, Néstor Gregorio Vera Fernández, alias Iván Mordisco, tras un ataque de esa gente contra un grupo indígena en el Cauca, base del electorado petrista. Gregorio Vera, miembro de las Farc desde 1995, respondió que cuando las disidencias apoyaron a Petro en campaña electoral “ahí sí no eran traquetos”. La prensa dijo que Petro había ordenado la suspensión, a partir del 20 de marzo, del cese al fuego con las “disidencias” en Cauca, Nariño y Valle del Cauca.

El juego de Petro es obscuro: calificar a Mordisco de “traqueto vestido de revolucionario” y respaldar enseguida, por medio de Otty Patiño, los intentos de reconstrucción de las fuerzas de Mordisco. Petro insulta a un narco-cabecilla, pero no hace nada para reforzar las Fuerzas Armadas ni da la orden de actuar en todo el territorio contra esas huestes subversivas. Alimenta así un clima de confusión para ocultar los objetivos de su política no ante la fallida “negociación política” sino ante el destino de la Fuerza Pública.

Durante sus 20 meses de gobierno, Petro ha ordenado la desmovilización y logrado la reducción enorme de la Fuerza Pública en todos sus componentes, sin que la prensa haya revelado esa situación. Por fortuna, la senadora Paloma Valencia denunció, con cifras irrecusables, esa nefasta orientación, en un reciente debate en el Congreso: el Ejército nacional perdió, por recortes presupuestales, 35.435 de sus combatientes respecto de 2021; perdió por retiros exigidos el 17% de sus generales, el 20 % de sus coroneles, el 45% de su pie de fuerza. La Fuerza Aérea perdió 17 de sus generales y 1.064 de sus operadores militares. La Armada nacional perdió el 58% de sus oficiales, el 18% de sus capitanes y el 23% de sus operadores militares. La Policía Nacional ha perdido el 54% de sus generales, el 32% de sus coroneles, el 13% de sus auxiliares. Consecuencia: sus capturas bajaron a 187.544, cuando estas eran, en tiempos de la pandemia, 248.566.

Petro canceló las negociaciones con países extranjeros para remozar la flota de aviones de combate. No hay helicópteros para entrenar la Fuerza Aérea de Colombia. Hay 11 helicópteros de combate rusos en tierra, inservibles pues el ministerio de Defensa no tiene interés en pagar la reparación de esos equipos. El gobierno de Petro está convirtiendo al Ejército Nacional “en una mera agencia de vigilancia privada”, lanzó la senadora Valencia.

Mientras eso ocurre, las organizaciones armadas ilegales se refuerzan: hoy tienen 16.767 efectivos y podrían alcanzar los 26.000 en 2026. Durante los 20 meses de gobierno petrista esas bandas ganaron 3.587 hombres más, mientras que durante los cuatro años de gobierno de Iván Duque 2.845 fueron sumados a esos grupos.

Analizadas en el contexto de la dramática degradación de las Fuerzas Militares y de Policía de Colombia, las declaraciones de Otty Patiño sobre la reconfiguración de las Farc deben convertirse en un llamado de alerta sobre el peligro que está corriendo Colombia. Ese estado aberrante de cosas no puede continuar.

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