Una expresión muy autóctona de mi querida tierra huilense, en mis tiempos de niño era esa.
Su intención era llamar la atención a quien, viendo una situación que necesita su activa participación, actúa como si el asunto no es con él.
Algo así como: ¡Oiga, ayúdeme que ya no puedo aguantar más, deje de mirarse el ombligo”.
Lo que está pasando hoy en Colombia es una ocasión precisa para emplear esa expresión.
Oiga, colombiano, la patria ya no aguanta más, ¡Deje de mirarse el ombligo!
Lo interesante de esta expresión es que la mayoría de las veces, esa persona indiferente, termina sufriendo duramente las consecuencias de su apatía.
Por ejemplo, cuando se necesita unir fuerzas para que la carga no se devuelva y eso no se logra, la carga termina matando al que empuja y también al que se esta atrás, tomando tinto.
Colombia tiene arreglo, claro que lo tiene y muy fácilmente.
Solamente necesitamos unirnos todos para poder colocar en los puestos de decisión, que nos afectan a todos, a los mejores, los más honestos, los más capaces y los más comprometidos.
Eso va a pasar muy pronto.
Pero, para que eso pase, es necesario decantar y escoger muy bien a los que nos representarán y participarán en esa selección final.
Esa selección no se puede lograr sin la participación de todos y cada uno de los colombianos.
Así que, con la mira puesta en la renovación de la democracia y el reencuentro de la senda perdida que nos traerá bienestar a todos, amable pero enfáticamente los exhorto a todos a que “Dejemos de mirarnos el ombligo”.
El momento decisivo está cerca.
Para su gentil reflexión.