Les contaba en la anterior columna, la necesidad de hacer varios cambios al actual sistema de crédito agropecuario, para lograr una mayor cobertura y mejor equilibrio en el financiamiento agrícola y rural del país. Reformas, que fueron planteadas hace 8 años por la “Misión para la Transformación del Campo”, liderada por el designado ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo. Las vueltas que da la vida.
Celebro que este reto de la transformación del Sistema Nacional de Crédito Agropecuario, le haya tocado a la nueva ministra de agricultura, Cecilia López. Su experiencia y trayectoria en el sector público, permitirá que este proceso tenga victorias tempranas. Comenzando por el reajuste institucional a este sistema de crédito, para que, además de Finagro y el Banco Agrario, lo integren las entidades agrupadas en el holding financiero “Bicentenario” y demás entidades de crédito. De igual manera, hacer el reajuste a Finagro, para ampliar sus fuentes de fondeo y nuevos esquemas de servicios financieros en alianza con la Bolsa Mercantil, Fondos de Inversión privados y Fintechs, para tener un financiamiento ágil y oportuno, distinto a los instrumentos estandarizados que Finagro, el Banco Agrario y la banca tradicional, están ofreciendo.
En esa misma línea de reformas, es recomendable replantear la inversión obligatoria en los Títulos de Desarrollo Agropecuario (TDA) clase “A” y “B” y su validación, para lograr mayor fondeo de recursos de crédito en la producción de alimentos y materias primas, sistemas de riego, biotecnología, equipos, mecanización de cultivos, infraestructura de transformación y almacenamiento. Igualmente, es perentorio replantear todos los instrumentos de subsidios, incentivos, respaldo de garantías, seguros agrícolas y coberturas de precios, para optimizar los recursos públicos y lograr un mayor impacto en la productividad, competitividad y rentabilidad de los agro negocios.
Otra modificación que no da espera al sistema de crédito agropecuario, es la absurda clasificación de los tipos de productores del campo y de las líneas de crédito. Finagro, los clasifica de acuerdo al monto total de sus activos, raza, sexo o condición social. Los scoring de la banca solo entienden de ingresos anuales, nivel de endeudamiento, flujo de caja del proyecto productivo, garantías, nivel de tecnificación y fuente de pago del crédito. Si los productores estan integrados a una cooperativa agrícola o núcleo agroindustrial, la probabilidad de que le aprueben el crédito es mucho mayor. Finalmente, es necesario que la Superfinanciera reduzca la provisión sobre la cartera agropecuaria y que Finagro, libere la cobertura de la garantía FAG y mejore el margen del spread en las líneas de redescuento para incentivar la oferta de créditos en el sector agropecuario y rural.
Cuando las cosas no están saliendo bien, hay que ser creativos y cambiar de estrategia. Los productores o las empresas del agro, son como un organismo vivo, donde el flujo de dinero generado por su actividad, forma un sistema sanguíneo, en el cual, la financiación, como el corazón, debe actuar perfectamente si se quiere un correcto funcionamiento de la misma. Lo esencial del préstamo es su carácter de permanencia y no su duración. Una reflexión final. No hay cosa más peligrosa que ponerle a un carro nuevo, un mal chofer. Lo acaba enseguida.
*Consultor en financiamiento agropecuario