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La minga y los de siempre buscan destruir al país. Por: Duván Idárraga

Se ha generado una gran preocupación y polémica en el país por las implicaciones que pueda tener en la salud de los colombianos y en la reconstrucción económica la famosa minga indígena, coordinada por la CRIC con el apoyo del Señor de la Bolsa (el mismo que pidió a la Unión Europea dejar de comprar productos comerciales del país, ese tipo solo buscar dañar a Colombia, increíble que haya tantos que le comen cuento) y sus demás aliados quienes hace pocas semanas estuvieron en Popayán ultimando detalles de esta nueva movilización que, sin lugar a dudas, tendrá grandes y perversas consecuencias para Colombia. Movilizar tanta gente, por tantos días, en tantos lugares, requiere de miles de millones de pesos, ¿quién los financia?

Sorprenden las motivaciones aducidas por el senador Feliciano Valencia (elegido por la comunidad indígena del Cauca), líder del CRIC, al exponer las razones de esta minga. Pensábamos que se trataba de exigir al gobierno del Presidente Duque cumplimiento de los acuerdos firmados el año pasado y los del gobierno Santos que también asumió (“extrañamente” a Santos jamás le hicieron paros pese a los notorios incumplimientos, ahora se conoce que entregó jugosos contratos al CRIC con recursos del Carrusel de la paz, todo se entiende); nos llevamos la sorpresa que el propio Feliciano en entrevista reconoce que el gobierno está cumpliendo y dice que este movimiento no es cuestión de dinero sino que es una manifestación política para exigir cumplir los acuerdos con las FARC y solicitar la protección de la vida de líderes sociales de las comunidades indígenas. Un medio de comunicación verificó que además de estos temas, el movimiento busca que se reanuden los diálogos con el ELN, que se cambie el modelo político y económico del país y hasta que el Ministro de Defensa renuncie. Una minoría quiere imponer lo que millones no elegimos en las urnas, ¿así o más absurdo?

El senador Feliciano Valencia olvidó decir que es precisamente su contubernio con los grupos de narcotraficantes (permiten su presencia en los territorios indígenas del cauca) lo que ha ocasionado el incremento de la violencia en los mismos; tampoco menciona que en varias ocasiones estas comunidades han expulsado la fuerza pública de sus territorios impidiendo que ejerzan su deber constitucional de proteger la vida de todos los colombianos y ocultó que se han opuesto vehementemente a la fumigación aérea y también a la erradicación manual; tampoco condenan a los verdaderos responsables de esos asesinatos, en su mayoría los mal llamados disidentes FARC y el ELN. Es decir, mientras cuestionan y exigen al Estado, ellos aceptan y permiten el narcotráfico y a sus promotores en sus territorios, el motor de la violencia que los afecta. ¿Así o más absurdo?

Por otro lado, más de 8.000 personas (movilizándose violando normas de tránsito, sin cumplir el aislamiento preventivo ni el distanciamiento social, sin el uso adecuado de tapabocas y realizando fiesta como la de la carpa en Cali) genera una amplia posibilidad de contagio del covid-19; más grave, el riesgo de difuminarlo en las diferentes regiones donde han pasado y dónde van a llegar. Para los organizadores de la minga son temas irrelevantes, igual que a su líder el Señor de la Bolsa, poco les importa la salud de los colombianos y el país en general.

No es casualidad que la minga vaya a Bogotá y coincida con las manifestaciones programadas por FECODE y los del Comité Nacional del Paro (también socios del Señor de la Bolsa) para el 21 de octubre. Es claro que buscan elementos de presión social que pueden desencadenar en hechos vandálicos y terroristas como en marchas anteriores; el caos es su principal objetivo.

El gobierno genera estrategias y acciones para salir de la crisis de salud y económica, asigna recursos para reactivar la economía, extiende los beneficios a personas y empresas (el PAEF va hasta marzo del 2021), anuncia la entrega de primas para el personal de la salud, entre otros. Simultáneamente, el empresariado colombiano, de todos los tamaños, hace su mayor esfuerzo por recuperar su capacidad productiva y con ello reactivar la economía recobrando cientos de miles de empleos perdidos por la pandemia. Al tiempo que unos hacen todo lo posible por sacar adelante a Colombia, vemos a los de siempre (El Señor de la Bolsa, el CRIC, FECODE, los del Comité Nacional del Paro y demás aliados de izquierda) con el firme propósito de bloquear el país y acabar con el aparato productivo. Reitero, son como la plaga de langostas (los insectos) que arrasan con todo; una vez acaban con un país (como lo hicieron con Cuba, Venezuela, ahora con Argentina y México) buscan otro. Su objetivo es llegar al poder y acabar con Colombia, increíble que haya quienes los apoyen sin medir las consecuencias que esto tendría para su propio futuro y el nuestro.

EL COLMO 1: Como es su costumbre Nayibe quiere trasladar sus responsabilidades como alcalde de Bogotá al gobierno nacional. Al tiempo que va a derrochar más de $5.000 millones para pintar buses nuevos solo para que queden del color de su partido, pide recursos al gobierno para atender a los de la minga siendo un tema que compete exclusivamente a los alcaldes.  NO HAY DERECHO.

EL COLMO 2: Publica La República: “…43% de las 2.9 millones de hectáreas del Cauca se han convertido en resguardos improductivos… es cierto, el Cauca es un problema crónico, pero hay que empezar a decir verdades impopulares”. Los indígenas son de los mayores terratenientes, reciben cientos de miles de millones del erario sin rendir cuentas y siguen exigiendo tierras y dinero. NO HAY DERECHO.

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