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La espada de Damocles de Peñalosa. Por: Tatiana Cabello Flórez*

*Representante a la Cámara por Bogotá

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La espada de Damocles es aquella que pende de un hilo sobre el trono del regente. En efecto, simboliza una situación compleja y peligrosa, ya que es una constante amenaza. Además, metafóricamente, hace alusión a un posible final trágico: pérdida de poder, de riqueza o de la propia vida.

Hoy, parece que Enrique Peñalosa tuviera una espada pendiendo sobre su cabeza. Solo que en este caso, el frágil hilo que pone en peligro la continuidad de su Gobierno es la seguridad ciudadana.

Las cifras de seguridad ciudadana en Bogotá contrastan entre las esperanzadoras y optimistas estadísticas publicadas por la Alcaldía Distrital, y la percepción de seguridad ciudadana; esta última recopilada por firmas encuestadoras e instituciones como el Observatorio de Seguridad Ciudadana del DANE.

La razón principal de esta incoherencia es la miopía administrativa del Distrito, que le impide resolver los problemas de seguridad más allá de la coerción policiva. Mientras la Alcaldía mostraba como un inmenso logro la compra de 272 vehículos para la Policía Metropolitana de Bogotá (MEBOG), el pasado 21 de noviembre, poco énfasis ha hecho en ver de manera ampliada el problema de seguridad en la capital.

No existe un proceso de pedagogía y planes de choque para reducir el hampa, en rubros como la venta de estupefacientes. Tampoco han pensado en fortalecer las herramientas e insumos para la creación de proyectos productivos, que esté dirigido a perpetradores de delitos menores. Solo así se debilitaría la participación delincuencial y se incrementaría el fomento empresarial. Así mismo, se han dado soluciones mediocres a la problemática creciente de indigencia en la ciudad.

Mucho menos se ha pensado en la formalización laboral de centenares de bogotanos que, justificados por la falta de oportunidades, se suben al transporte público y se valen de infinidad de recursos para conseguir su sustento.

La seguridad en Bogotá es un problema estructural y como tal debe ser manejado. Pensar que la inseguridad se soluciona aumentando el pie de fuerza es similar a verter un vaso de agua en un lago seco para rescatarle.

Ahora bien, se ha aprobado el presupuesto de 2017 para seguridad ciudadana por un monto de $496.271.398 millones de pesos. Claro, todos los bogotanos estamos a la expectativa de que dichos recursos se manejen de forma acertada y solucionen estructuralmente el problema de seguridad de la capital. No queremos, como suele suceder, que la obstinación y la terquedad de Peñalosa se convierten en los insumos necesarios para la estocada que sus detractores tanto anhelan. ¡Amanecerá y veremos!

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