*Esposa de un Militar colombiano injustamente condenado
“El primer vínculo de la sociedad es el matrimonio; el siguiente, los hijos y después, la familia.
Cicerón”
Todas las niñas en su infancia escuchan historias de amor y al crecer sueñan con conocer a su príncipe azul, tener hijos y formar una familia para vivir felices por siempre. Cuando empecé mi adolescencia ese fue mi sueño y aún más al conocer un hombre maravilloso que llegó a mi vida en un momento que no lo esperaba.
Adquirir un compromiso como el matrimonio es difícil y más con la particularidad que el hombre que escogí un suboficial del Ejército, tenía su vida comprometida con defender al país sin importarle que podía dejarme sola para cumplir su misión constitucional. Fue complicado, no solo para mi; igual para las esposas que tienen o han tenido la dicha de compartir su vida con un miembro del Ejército o de la Policía Nacional.
Las esposas de estos hombres hemos tenido que construir nuestras familias con muchas dificultades, mucha veces ellos se alejan de sus hogares por su trabajo y permanecen en las batallones o zonas de operaciones largos meses sin comunicación. Saben? esos días se hacen largos y angustiosos, solo pedimos a Dios que nunca suene el teléfono a la madrugada y mucho menos ver llegar al sacerdote del batallón a la puerta de nuestras casa porque inmediatamente nos daríamos cuenta que trae noticias que pueden acabar en un instante con el sueño tan anhelado de volver a ver a los seres queridos sanos y salvos en casa.
Con el conflicto armado en Colombia se han destruido sueños de las familias militares; durante mis 23 años de casada he acompañado a muchas señoras a enterrar a sus esposos; he visto heridos en los pasillos del Hospital Militar, he orado con familias que tenían sus esposos en las selvas secuestrados y he tenido que enfrentarme a una dura realidad que llena de dolor mi alma: Dejar a mi esposo en un Centro de Reclusión Militar y ver cómo él se sume en el dolor psicológico en compañía de más de 2.000 militares, se que este dolor lo sienten las familias que todos los fines de semana nos reunimos con nuestros seres queridos tras las rejas de una fría celda y las dolorosas lágrimas de los niños que con un beso se despiden de sus padres encarcelados.
En la Constitución Nacional de Colombia el Artículo 217ºdice: “La Nación tendrá para su defensa unas fuerzas militares permanentes constituidas por el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea. Las fuerzas militares tendrán como finalidad primordial la defensa de la soberanía, la independencia, la integridad del territorio nacional y del orden constitucional”.
En la actualidad la mayor parte de los medios de comunicación muestran a los militares como violadores de derechos humanos, cuando en realidad ellos cumplen su misión constitucional. para hacerlo están dispuestos a dar la vida por su patria sin importar que pocos valorarán su sacrificio.
El consultor de Derechos Humanos, abogado Jean Carlo Mejía Azuero, en el año 2013 en su escrito “El militar, el policía y sus familias como víctimas del Conflicto armado”, ha demostrado que las familias de los militares y policías también son víctimas de este conflicto ya que dichas familias han sido afectadas de manera psicológica, moral y económica sin que reciban apoyos del estado.
Con frecuencia escucho en los medios de comunicación que debemos perdonar y reconciliarnos, pero me pregunto: ¿Alguien ha pensado en las familias de los militares que han perdido a sus seres queridos en el campo de batalla o las familias que tienen un ser querido mutilado, secuestrado y desaparecido o en la cárcel?, Este conflicto ha dejado miles de víctimas militares que ya nadie recuerda y que dejan huellas inimaginables en su núcleo familiar ?.
José Saramago en su libro Ensayo sobre la ceguera nos cuenta cómo la esposa del médico fue capaz de acompañar a su esposo en el sanatorio y lo guió durante su periodo de ceguera; estuvo dispuesta a hacer sacrificios inimaginables por la comida y por el bienestar de las personas que la acompañaban (Saramago,1995.p 46), Saben?, las esposas de los militares y policías son el vivo reflejo de la esposa que Saramago menciona en su obra. Estas mujeres anónimas que solo su familia conoce se han sacrificado por esos hombres; muchas han tenido que ser padres y madres, han tenido que enseñarles a caminar nuevamente a quienes perdieron sus extremidades en el campo de batalla; otras han buscado a sus héroes en la selva y han recuperado sus cadáveres o les han enviado mensajes por el programa radial de Herbin Hoyos “La voz del Secuestro” para darles ánimo y fortaleza para que se mantengan firmes en ese dura época de la vida y otras heroínas han defendido en los estrados judiciales, en los medios de comunicación a esos hombres que por actos del servicio hoy los condena la justicia y la sociedad.
Muchos hijos de militares han sufrido los duros golpes de la vida. Recuerdo a Johan Steven Martínez que nunca conoció a su padre, uno de los militares secuestrados en la toma de la Base militar de Patascoy en 1.997. Johan Steven nació después del secuestro y durante toda su infancia le pidió a la guerrilla que le diera la oportunidad de conocer a su padre, lastimosamente el Sargento Martínez fue asesinado con un tiro de gracia y fue devuelto en un ataúd en el año 2011. Este niño fue ejemplo de persistencia y de templanza al pedir la libertad de su padre; solo pensemos en las palabras que Johan le envío a las FARC a través del Espectador el día 27 de Noviembre del 2011 al recibir el cadáver de su padre: “Ustedes me rompieron las alas, me rompieron los sueños, el anhelo de conocer a mi padre personalmente”. A este niño la huella imborrable que tiene en su corazón nunca se le podrá borrar.
La inocencia de los hijos de los militares se ha visto interrumpida por el conflicto armado. Mi hija Evelyn Hernández de 12 años tuvo la valentía de escribir una carta a la Comisión de la verdad donde pedía perdón por ser hija de militar y le preguntaba a esta Comisión: ¿Por qué los guerrilleros están en la Habana mientras ella tiene que ver a su padre en una celda por cumplir con su misión constitucional? La carta la leyó el General Mora en la mesa de diálogos; todavía espera la respuesta. Mientras tanto sufre y llora en cada visita a su padre. No obstante es apoyo para otros niños que están viviendo esa misma situación.
Las familias de los militares durante estos años de conflicto han sufrido en sus corazones; quedan huellas inimaginables que no serán sanadas fácilmente. Por eso es importante que la sociedad las escuche, que no las juzguen, que les brinde apoyo psicológico y social para que estas heridas cicatricen y sean capaces de continuar con sus vidas, fortalecer sus familias y construir una mejor sociedad.
Para concluir quiero exaltar el valor de las familias militares y en especial de las esposas que están detrás de los héroes que son capaces de dar su vida por la patria. Es importante resaltar que las familias durante el conflicto armado han tenido que sufrir el dolor de ver a sus seres queridos heridos, mutilados, muertos o en las cárceles y que estas injusticias han causado un gran dolor en sus vidas que los acompañará hasta el último suspiro.
Con este escrito quiero rendir un homenaje a las esposas, hijos y madres que han acompañado a los héroes de la casa en su vida militar, en especial recordar a la señora Diana Calderón de Perdomo asesinada en Arauca el 29 de Abril del 2012 por las Farc por el hecho de ser esposa de un Militar.
Libia Ruth Ordoñez Peralta, esposa de un Suboficial del Ejército que padece en carne propia Y presenta la visión desde la óptica de la familia ante esta tragedia que muchos ni siquiera imaginamos.