¿Qué hubiese pasado con las mafias del licor en Chicago si en vez de conformar la escuadra de los “Intocables” para neutralizar a los capos se hubiera organizado una mesa de negociación con Al Capone?
Dirán algunos: La situación es diferente, allá eran criminales aquí son grupos armados.
La verdad, yo no encuentro diferencia alguna entre esos criminales y los supuestos “grupos armados” colombianos.
Los “grupos armados” colombianos, llámense ELN, Disidencias, Nueva Marquetalia o Clan del Golfo son criminales entregados al negocio de las drogas ilícitas.
El problema de fondo es el desconocimiento del principio universal de la justicia.
La justicia debe servir para muchas cosas, entre ellas: el castigo, la reparación, la verdad y la no repetición.
Pero la más importante de todas es el ejemplo.
Debe servir fundamentalmente y, ese es su principio universal, para desmotivar a los que quieran seguir el camino del crimen.
Eso es, precisamente, lo que falló en el pasado proceso de paz y lo que, si se sigue por ese errado camino, fallará en cualquier otro proceso de paz en Colombia.
Los acuerdos que se hagan con los criminales no deben estar en contra de ese principio universal.
Es un absurdo monumental que a un comprobado asesino y violador como “Tornillo” se le haya premiado con impunidad y, de ñapa, con curul de congresista.
Pues bien, los otros no esperan un tratamiento diferente y todo su accionar en el que seguirán cayendo inocentes será en procura de que, también con ellos, se desconozca ese principio universal.
La paz de Colombia vendrá de la mano de la aplicación de la justicia, no de su negación institucional.
Cualquier otro camino que desconozca ese principio universal está condenado al fracaso porque en vez de desmotivar al criminal lo va a estimular a usar todo su poder para arrodillar al estado para obtener los beneficios que quiere.
No entender algo que ha enseñado tan claramente la historia del mundo, no es sencillamente ignorancia, es también un actuar criminal que pone a los más humildes servidores del estado, los soldados y policías, como carne de cañón.
A la “caterva de descastados” que sigan llevando a Colombia por ese errado camino, pronto, muy pronto, les llegará su turno de responder ante ese principio universal.
Para su gentil reflexión.