

La derecha en Colombia atraviesa una crisis que va más allá de la simple falta de liderazgo: es un problema de desorden, egos inflados e irresponsabilidad política. Las elecciones de 2022 fueron una muestra clara de cómo la atomización de candidatos terminó favoreciendo a la izquierda, y si el panorama no cambia, el 2026 se perfila como una repetición de ese error. La pregunta es: ¿cuándo aprenderá la derecha que la fragmentación solo la condena al fracaso?
En cada ciclo electoral, el país es testigo de una especie de piñata política donde los aspirantes de centro y derecha se lanzan al ruedo como si la presidencia fuera un bien hereditario. No hay un plan de unidad, no hay una estrategia común, solo egos desbordados y la errónea creencia de que el linaje político es suficiente para acceder a la Casa de Nariño. Mientras tanto, la izquierda, con todos sus desaciertos, se presenta con un mensaje aparentemente cohesionado que le permite avanzar en el escenario electoral.
Es urgente que la derecha entienda que el objetivo no es simplemente recuperar el poder, sino reconstruir el país. Las instituciones han sido golpeadas, la seguridad nacional está en crisis, la diplomacia se ha convertido en un botín burocrático y la economía sufre las consecuencias de una administración que prioriza la ideología sobre la eficiencia. Pero para enfrentar estos desafíos, se requiere un liderazgo real, no una lucha de caudillos desfasados o de herederos políticos sin mérito.
El problema de los egos en la política colombiana no es nuevo, pero ha alcanzado niveles preocupantes en los últimos años. Hay quienes se creen predestinados para gobernar, sin entender que el país no necesita nombres rimbombantes ni figuras mesiánicas, sino estadistas con visión y capacidad de gestión. La renovación política no puede ser un simple relevo generacional entre apellidos tradicionales, debe ser una transformación real donde prime la preparación sobre la herencia.
Hoy, los electores de centro y derecha enfrentan una encrucijada: ¿seguir permitiendo que los mismos de siempre dominen la escena política, repitiendo los errores del pasado, o exigir liderazgos nuevos, pragmáticos y comprometidos con una agenda de recuperación nacional? La elección de 2026 no puede ser solo una revancha contra la izquierda, sino un punto de inflexión para un país que necesita reconstruirse en todos los frentes.
Es momento de sacudirnos de la mediocridad y de los experimentos fallidos. Colombia necesita líderes de verdad, no títeres de caudillos envejecidos ni figuras impuestas por el peso de un apellido. La pregunta sigue en el aire: ¿quién será el indicado? Y más importante aún, ¿estará la derecha dispuesta a hacer lo necesario para ganar, no solo una elección, sino el futuro del país?
2 respuestas
Totalmente de acuerdo, no podemos seguir pensando en los apellidos hereditarios de la política, este pais no nesecita de políticos que han llevado el pais donde esta, nesecitamos un administrador de los recursos en forma honrada, como dijo BUKELE, la plata alcanza sino se la roban, y eso es lo que hace la clase politica actual.ko
ESTÁ BUENA ÉSTA ANALOGIA , BIEN BUENA , PERO SÍ ÉSTE MLPDO ASESINO LADRÓN GAY-MK-LK-KAKAS AHI NÓ ESTA XQUE GANO LEGITAMAMNTE , ÉSTA ELECCIÓN ES DE LO MÁS PODRIDO CORRUPTISMO ÁL MÁXIMO DESCARO Y ASI ES TODOS LOS DE ÉSTE DESGRACIADO DES-GBNO CMNISTA EMBUSTERO Y HASTA SS MISMOS ASESINOS LO DICEN Y TODOS ÉSTOS PARTIDOS CMNISTAS SON BANDAS DE LADRONES CORRUPTOS EN ESPECIAL LOS DEL ATRAZO-CRIMNAL-HISTORICO Y NÓ HAY UN JUEZ QUE PARE YÁ ÉSTE DES-GBNO DE HIENAS ASESINOS MEGA-CORRUPTOS CMNISTAS ; SON TODOS ILEGITIMOS