En el debate electoral todo candidato es de un partido, movimiento o número significativo de ciudadanos; pero una vez elegido se debe a toda la Nación para desarrollar la gestión que le corresponda, sin distingos de ideología, raza, género, capacidad económica o cualquier otra categoría.
Digo lo anterior, porque empezamos la semana con nuevo gobierno confiados de que sea para todos y no solo para los que lo eligieron, para devolvernos la tranquilidad sin resentimientos ni revanchas; respetando a los adversarios políticos y resolviendo los problemas de la gente, de manera equitativa en una sociedad plural y diversa.
En mi caso personal debo decir que no voté por el presidente Petro, a pesar de que me ofrecieron incluirme en la lista cerrada de aspirantes al senado del Pacto Histórico; pero no acepté porque mis convicciones son otras.
Sin embargo, eso no me impide desearle lo mejor a este nuevo gobierno. Buen viento y buena mar, presidente Petro. Pero no por desearle que se vaya pronto sino porque le vaya muy bien durante la gestión de los próximos cuatro años junto con su equipo. Que logre todo lo que propuso en la campaña como agenda del cambio: inclusión social, paz total, transición energética y transparencia en el manejo de los recursos públicos. Es lo menos que puedo desearle.
Aunque me conformaría con que eliminara tanto privilegio de altos funcionarios públicos y la corrupción que se queda con los recursos que aportamos en los impuestos.
Pero volviendo al comienzo, el hecho de que empiece un nuevo gobierno de corriente izquierdista después de una tradición de gobiernos de tendencia derechista y centro derecha, es una prueba irrefutable de que la democracia existe en nuestro país, para que se consolide y se mantenga por siempre como la forma más perfecta y equitativa para gobernar.
Y espero que, de la misma forma como el presidente Petro ha llegado al poder de manera pacífica, al finalizar su mandato también estemos celebrando el comienzo de otro gobierno, ratificando que la democracia goza de buena salud, provenga del lado que sea, izquierda, derecha, centro, arriba o abajo, en fin; ese es el mandato constitucional que se debe respetar y garantizar.
El hecho de que cada cuatro años veamos a un presidente que salga de la Casa de Nariño y entre otro, debe ser motivo de orgullo; es que eso no se ve en todos los países de la región. Honrar la Constitución no es un deber exclusivo del presidente, sino de todos y cada uno de nosotros. Todos somos Colombia.
Para mayor tranquilidad, no hay duda que lo visto la semana pasada por muchos colombianos a través de los medios y redes sociales es un mensaje que alienta, durante la toma de imágenes para la foto oficial en la zona de Caño Cristales y el acto simbólico de posesión ancestral en la Sierra Nevada de Santa Marta, donde aparecen el presidente Petro y su ministro de Defensa en compañía de un grupo de soldados del Ejército y agentes de la Policía: con la institucionalidad del Estado, los únicos que pueden garantizar su integridad física y hacer respetar la democracia; no es ninguna primera línea, disidencias o bandas criminales. No. Son las Fuerzas Armadas de Colombia.
Un claro mensaje del respeto que tiene el presidente por las instituciones y que ratificó el domingo marchando junto con los altos mandos en los actos oficiales de posesión. No podía ser diferente.
Lo demás hay que dejarlo a los pirómanos que les gusta ver en todo momento al país incendiado, en estado de zozobra, y hasta promoviendo situaciones de intranquilidad por algún interés que los anima y, sin duda, mostrando su desprecio a la Constitución con vaticinios funestos, como si Colombia tuviera tras de sí una historia plagada de dictaduras, cosa que no es cierta.
Desde este espacio donde expreso mis opiniones todas las semanas aprovecho para hacerle un llamado al presidente Petro para que ponga sus ojos en La Guajira. Aún estamos a tiempo de salvarla de las fauces de la corrupción histórica que casi la ha consumido por completo.
Y como dijo el filósofo de La Junta: Se las dejo ahí... @LcolmenaresR