Barranquilla, 22 de junio de 2024. Este viernes se conoció que el régimen de Gustavo Petro Urrego estaría haciendo cambios en su gabinete. Y de 19 ministros, serían 8 los ministros que el extremo izquierdista mandatario cambiaría.
Llama la atención el interés de hacer algunos cambios en su gabinete teniendo en cuenta las recomendaciones del Ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, luego de que al no pasar las reformas esté recomendado hacer unos acuerdos con los congresitas. Acuerdos que muy seguramente estarían hechos con mermeladas. Sin embargo aunque Petro haya dicho que no estaría negociando con los parlamentarios, muchas veces se le ha visto negar acciones en su conducta para después practicarlas.
Al respecto, se hacen anuncios de cambios, entre los cuales el primero en salir sería precisamente el ministro del Interior Luis Fernando Velasco, a raíz del escandalo de corru´ción en el que se ha visto envuelto asía como lo dnunciaron Esneyder Pinilla y Olmedo López. Entre los cambios también se habla de la ministra de Educación Aurora Vergara, a quien no le pasó tampco la reforma que el presentó de esta cartera, al igual que la ministra de Vivienda, Catalina Velasco, que tampoco ha logrado pegar un ladrillo. Otros de los que supuestamente está en la cuerda floja es el ministro de Salud, Guillermo Jaramillo.
Entrarían, Eduardo Noriega, director de Colombia Human, presumiblemente iría a Interior. Otro que entra al gabinete es el esposo de Catalina llegaría en reemplazo de su mujer. William Mercado entraría por el presidente de Ecopetrol, que para nadie es un secreto que tiene que salir. Saldría también el director de Sena, Jorge Londoño.
La situación anterior, de cambios en el gabinete no le hace mucha gracia a los ciudadanos colombianos que rechazan el régimen de Gustavo Petro, manteniéndose en alerta debido a que el Congreso tiene la obligación de tramitar el JUICIO POLÍTICO contra Gustavo Petro, por lo que no solo arden de la desconfianza contra el Congreso, sino que también rechazan cualquier arreglo de corrupción para empeñar a los congresistas comprandoles su conciencia.