

Aunque el año arrancará con embalses en niveles favorables y tarifas estables, expertos alertan sobre una creciente presión entre oferta y demanda de energía que podría encarecer el servicio hasta en 40 %.
Valledupar, 17 de diciembre de 2025.- El sector energético prevé un inicio de 2026 con condiciones relativamente tranquilas, gracias a embalses llenos y precios controlados. Sin embargo, la industria advierte que el panorama podría complicarse en el segundo semestre del año, cuando se intensifique la presión sobre el sistema eléctrico y aumente el riesgo de incrementos significativos en las tarifas.
Uno de los principales retos será sostener el equilibrio entre una demanda de energía que continúa en ascenso y una oferta de energía firme que podría resultar insuficiente. De acuerdo con proyecciones de la Unidad de Planeación Minero-Energética (UPME), el consumo eléctrico crecería, en promedio, entre 1,3 % y 3,09 % anual en el escenario medio durante el periodo comprendido entre 2024 y 2038.
Según Juan Pablo Rojas, fundador y CEO de Vértebra Soluciones, las primeras señales de tensión entre oferta y demanda podrían aparecer a partir de septiembre de 2026, reduciendo la capacidad de respuesta del país ante eventos climáticos adversos o fallas en la infraestructura energética, una situación que genera especial inquietud entre los usuarios comerciales e industriales.
El experto explicó que, aunque en el primer semestre se esperan ajustes tarifarios moderados, entre 4 % y 6 %, la segunda mitad del año podría estar marcada por una mayor volatilidad. Advirtió que, si las lluvias son inferiores a lo previsto o persisten los retrasos en proyectos de generación y transmisión, el sistema tendría que recurrir en mayor medida a las plantas térmicas que operan con gas natural, un insumo que ya enfrenta restricciones de oferta y presiones de costos. En ese escenario, el precio de la energía podría aumentar entre 20 % y 40 % frente al cierre de 2025.
Por ahora, no se contempla un racionamiento eléctrico en los primeros meses del año. No obstante, el avance de la transición energética sigue siendo más lento de lo requerido, debido a demoras en la entrada en operación de proyectos renovables y nuevas líneas de transmisión, lo que mantiene al sistema en una situación de vulnerabilidad.
Rojas señaló que, aunque se espera la incorporación de entre 4 y 4,5 gigavatios de energía renovable, lo que representaría entre el 12 % y el 14 % de la matriz energética, ese aporte aún resulta insuficiente para reducir de manera significativa la dependencia de las fuentes hídricas y mitigar la escasez proyectada.
El comportamiento del clima será un factor determinante. Una reducción en las precipitaciones durante el segundo semestre podría traducirse rápidamente en mayores costos de la energía. Los sectores con mayor consumo eléctrico, como la manufactura, la agroindustria, los centros comerciales, la logística y los servicios de salud, serían los más expuestos a esta volatilidad, con impactos que podrían alcanzar hasta el 15 % en un escenario adverso.
Así las cosas, se prevé una aceleración en la adopción de soluciones de eficiencia energética y autogeneración. La industria estima que en 2026 la instalación de sistemas solares, soluciones híbridas y tecnologías de almacenamiento podría crecer entre 25 % y 35 %. A su vez, herramientas de gestión inteligente como la telemedida y la analítica de consumo ganarían mayor protagonismo, con un aumento de adopción proyectado entre 20 % y 30 %, especialmente entre empresas que buscan controlar costos y reducir su exposición a la volatilidad del sistema eléctrico.