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Venezuela en el gran ajedrez mundial. Por: Daniel José González Bolívar*

*Magister en Relaciones Internacionales

maduro-1Difícilmente Hugo Chávez hubiera imaginado que la Patria de Bolívar terminaría sumida en la descomposición económica y social en que está hoy día. Con unos precios del petróleo rozando los cien dólares el barril, el recurso de la violencia para el sostenimiento del régimen era una posibilidad lejana. Sin embargo, estaba contemplada.

Si bien las marchas hoy son multitudinarias en rechazo de Maduro, la oposición se ha unificado y ha habido reconocimiento internacional a Guaidó, la realidad es que el proyecto bolivariano no ha jugado todas sus cartas y Chávez desde hace mucho tiempo destapó la Caja de Pandora, al invitar a poderes exteriores (Rusia, China, Cuba, Irán, Turquía) a hacer del país caribeño uno de los tantos escenario de batalla por el control mundial, como lo han sido Siria o Libia.

Es posible que este caudillo haya hecho por aquel entonces una pésima lectura de su posición en el escenario internacional, confiando en que al ser Venezuela el país con mayores reservas petroleras del mundo y con los millones gastados en armamento, tendría suficiente margen de acción en la cruzada contra los Estados Unidos. O que realmente creyera que él era el nuevo Bolívar. Sin embargo, el Socialismo del Siglo XXI, basado en subsidios y un Estado hipertrofiado, colapso estrepitosamente junto con el desplome de los precios del petróleo. Y es que los países mono-exportadores están muy sometidos a esos vaivenes.columna

Ahora bien, el problema con el modelo planteado es que se inspiró en el Castrismo, en el Estalinismo, en todo aquello que implique atornillarse y no dejar el poder jamás. Para ello, se aseguró de hacer alianzas con todos quienes profesaran valores anti-occidentales, y de comprar suficientes tanques de guerra y aviones para reprimir en caso de que las cosas salieran mal. Mientras la gente aplaudía por aquella época en los desfiles militares las nuevas adquisiciones que servirían para protegerlos del Imperio, la cúpula del chavismo sabía que todo aquello garantizaría su permanencia en el poder.

Es así como Maduro hereda un plan ya estudiado, perfectamente aplicado por los Castro y por los jerarcas soviéticos: sofocar a la oposición y la libertad de expresión, minar las instituciones, aplicar la violencia cuando sea necesario y especialmente, llamar a los aliados que defienden la misma conducta antidemocrática. Y es precisamente lo que está sucediendo. El destino de Venezuela no depende solo de los venezolanos, sino de los intereses de los implicados en esta nueva Guerra Fría.

En este orden de ideas, la semana pasada la Agencia Reuters reveló que unos 400 mercenarios rusos habrían llegado a Venezuela, al parecer para proteger a Maduro, y por supuesto los intereses de Putin, quien ya ha hecho varios préstamos millonarios al régimen. A cambio, un avión cargado con nada menos que 20 toneladas de oro partió de Caracas hacia Moscú. Dichos mercenarios al parecer están afiliados al Grupo Wagner, que es cercano al Kremlin, y han peleado en Ucrania y Siria.

Ahora bien, aunque es improbable que se presente una guerra abierta entre las potencias en Venezuela, o que Rusia se despliegue como lo hizo en Siria (al estar mas lejos y al ser tradicionalmente un área de influencia de Estados Unidos), Putin puede planear hacer lo que hizo en el Donbass ucraniano, jugando a la desestabilización por medio de asesinos enmascarados y negando toda implicación o responsabilidad. Esto resulta tenebroso si se tiene en cuenta el calibre de los rusos y que se enfrentan a un pueblo desarmado.

Venezuela es un enorme botín. Y si bien los rusos saben que tienen pocas posibilidades de contrarrestar la influencia estadounidense en la región, si pueden provocarle fuertes dolores de cabeza a la Casa Blanca. Y en su patio trasero. Sin embargo, los que están al pie del cañón no son los rusos ni los estadounidenses, sino los millones de venezolanos afectados y eventualmente, colombianos, en caso de que la escalada militar se intensifique. Como sucedió en la Guerra de Corea en el 50, las grandes potencias se pelean en un tercer país, pero la mayor cantidad de muertos la colocaron los coreanos.

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