Entre el 24 de julio y el 09 de agosto tendrán lugar los XXXII Juegos Olímpicos de Tokio. Los Olímpicos son, sin duda, el gran reto deportivo para Colombia en este año. Los juegos y, digo yo, la defensa del título de Egan Bernal en Tour de Francia.
La meta es clasificar más de cien deportistas. Hasta ahora van 24, tras el cupo conseguido por Mauricio Ortega en el lanzamiento de martillo. Nueve en atletismo individual, cinco en el relevo masculino 4×400, dos en trampolín, uno en salto, uno en arco, más los seis ciclistas de ruta a los que tenemos derecho después de que la UCI confirmara que el país se ubicó entre los mejores en el escalafón masculino.
Están pendientes clasificaciones en deportes donde tenemos fuerte presencia, como el levantamiento de pesas, el boxeo, el BMX y el ciclismo de pista, por ejemplo (lastimosamente los bolos y el patinaje no son deportes olímpicos). Y hay una gran expectativa en conseguir uno de los dos cupos en fútbol masculino que otorgará el Preolímpico que se desarrollará entre el 18 de enero y el 09 de febrero, en Armenia, Bucaramanga y Pereira. La localía nos da una esperanza adicional. En juegos de equipo, donde hemos sido tradicionalmente muy débiles, la otra selección con muy buenas perspectivas, y que nos ha dado muchas satisfacciones en los dos últimos años, es la de baloncesto femenino. Y las mujeres ganaron el oro en fútbol en los últimos Panamericanos.
El ciclismo de ruta tiene el desafío de repetir la victoria de Egan en el Tour de Francia y, por qué no, conseguir otra grande. Tenemos 22 corredores en equipos World Tour para conseguirlo y a Nairo en el Arkéa, ProContinental pero ya invitado a la vuelta francesa. Y, como se lo ha planteado Fernando Gaviria, alguno de los llamados “monumentos”, esas famosas clásicas de un día que nos han sido hasta ahora tan esquivas.
En fútbol, además del citado Preolímpico, tenemos la Copa América, también con sede compartida en Colombia, y que debería traer una mejora en los estadios de las ciudades donde se jugará. Y el inicio de las competencias de clasificación al XXII Mundial en Catar, en las que nos jugamos el pellejo y Queiroz su puesto.
Pero hay otros desafíos más estructurales. Uno, consolidar el Ministerio de Deporte. No basta con cambiarle la naturaleza jurídica a Coldeportes. Por fortuna, Ernesto Lucena, el Ministro, es muy bueno. Y consiguió un incremento del presupuesto de un 38% en comparación con el 2019, para un total de $ 676.000 millones, una cifra que no es para tirar voladores pero es la más alta en nuestra historia. No sobra resaltar que en esta alza fue fundamental el Congreso que, en un premio a un año de grandes éxitos deportivos, aumentó el presupuesto por encima de lo solicitado por el Min Hacienda. Eso garantiza que no habrá dificultades para culminar exitosamente el ciclo olímpico y que los diferentes programas bandera del Ministerio del Deporte tendrán apoyo y continuidad. El impulso del programa “Colombia, tierra de atletas”, es vital.
Dos, articular el esfuerzo del Min Deporte con los de Salud y Educación. La política pública en materia de deporte y recreación debe ser transversal y concentrarse no solo en el impulso de los programas de alta rendimiento y desarrollo de infraestructura sino en el desarrollo del deporte como herramienta básica para promover el bienestar y la calidad de vida y la cohesión y la integración social. En efecto, el deporte es la clave de la prevención en materia de salud pública y un instrumento sin comparación para alejar a los jóvenes del cigarrillo, el alcohol y las drogas.
Los avances debe medirse no solo por las medallas y triunfos, sino por menores índices de enfermedades y muertes derivados del sedentarismo y otras patologías relacionadas con la ausencia de actividad física. En Colombia, la mitad de la población entre 18 y 64 años no hace ejercicio físico de ningún tipo.
Tercero, articular la política nacional con los departamentos y los municipios, de manera de conseguir sinergías y potenciar las ventajas competitivas regionales. Pesas y atletismo en el suroccidente, béisbol y boxeo en el Caribe, por decir algo. Hay diez billones de pesos en el Plan Nacional de Desarrollo para deporte y recreación.
También es indispensable repensar la estructura de las federaciones deportivas y su relación con las políticas nacionales y el Ministerio, entre ellas la asignación, manejo y control de los recursos públicos que se les transfieren.
Quinto, hay que poner en marcha una gran política contra el dopaje, una mancha que amenaza con extenderse, y poner en funcionamiento el Laboratorio de Control al Dopaje y el Centro de Servicios Biomédicos.
En fin, estructurar una política integral en materia de deporte no es tarea fácil. Pero se ha caminado en la dirección correcta. De que lo hagamos aún mejor dependerá que los extraordinarios éxitos deportivos de este año sean la constante.