
El fallo contra el expresidente Uribe, estaba cocinado desde antes de que la jueza procediera hoy en la mañana, a leerlo.
¿La togada, afirmó que el documento del fallo tenía más de 1.000 folios, lo que nos lleva a creer que en menos de 15 dias la señora jueza logra leer, analizar, valorar y redactar una sentencia de semejante magnitud, en un proceso que abarca cientos de miles de documentos?
Hay que decirlo sin miedo: estamos ante una verdadera iluminada del derecho penal. Una mente prodigiosa, capaz de resolver lo que a cualquier jurista serio le tomaría meses o años.
Lo mas escandaloso no es su “capacidad “sobrehumana, sino su temeraria decisión de legalizar y validar pruebas abiertamente ilegales, como el famoso café de las interceptaciones, y el aún más sospechoso reloj espía.
Lo que veremos al final de la intervención de la jueza no es un fallo judicial. Seguramente conoceremos una sentencia política disfrazada de justicia. Y, si Colombia no reacciona, será victima de un experimento jurídico donde se normaliza la violación de garantías y un montaje judicial.
Además, detrás del “prodigio jurídico”, lo que vemos también, es una peligrosísima puesta en escena: de legitimación de prácticas judiciales cuestionables, la validación de pruebas ilegales y el uso del aparato de justicia para atender propósitos políticos.
Regresando a la reunión del café de las interceptaciones, ese montaje vergonzoso donde se cocinaron maniobras para perseguir a un expresidente hoy elevada a la categoría de prueba valida. Lo mismo ocurre con el reloj espía, un dispositivo grabador oculto, adquirido al margen de la legalidad, que fue utilizado para captar conversaciones privadas sin orden judicial, violatorios del debido proceso.
No me cabe duda que hemos asistido a un proceso sin rumbo, que no busco la verdad, sino la sanción moral y política. A un proceso al que llegó la jueza con una sentencia reescrita, pareciera desde el mismo ministerio de justicia, que quiso presentar como “la rapidez de la justicia”, y lo que vimos fue la urgencia de la jueza por cumplir un propósito previamente trazado.
No fue una sentencia, fue una puesta en escena. No fue justicia, es escarmiento, no fue legalidad, es venganza. ¡Yo acuso! ¡Quieren condenar a un inocente!