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Parapeto. – Consejos de ministros, sin consejos y sin ministros. Julio Bahamon.

En eso se han convertido los fastidiosos consejos de ministros que molestan y desencantan aun mas a los seguidores de Gustavo Petro. La faceta que nos muestra Petro es la de un autócrata de opereta disfrazado de poder. El sueño que anido, desde el inicio de su mandato de ser un tirano, no dejo de ser eso, un sueño. Todo se va en palabras al viento, por su incoherencia, y terminara en una sinfonía disonante del cambio. Los consejos de ministros de Gustavo Petro se parecen mas a escenarios de prédica ideológica, que a espacios de gestión administrativa y técnica.

Y esas excentricidades se pegan, las hemos visto en personajes de la política internacional, y en mandatarios que fueron señalados de “ignorantes”, “payasos” o simplemente ridículos por sus acciones, discursos y decisiones. Para la muestra varios “botones”: Abdala Bucaram, expresidente de Ecuador, “el loco Bucaram”, como le decían, apenas duro 6 meses en el cargo, fue destituido por “incapacidad mental. Carlos Menen de Argentina reconocido populista, farandulero y neoliberal. Algo parecido al nuestro. Menen quiso tener su propio satélite y quiso enviar un cohete argentino. Si por allá ha llovido, por aquí no escampa: El nuestro, quiso construir un “tren aéreo desde Buenaventura a Barranquilla”, declaro al pais “potencia mundial de la vida” y en estos casi tres años el pais contabiliza mas de 45.000 homicidios, 500 secuestros, 32.000 casos de extorsiones, 391.000 denuncias por Hurtos.

Otras frases desconcertantes de Petro: “el hambre no se combate con comida” “La economía colombiana debe dejar de crecer” “no vamos a expropiar, vamos a democratizar la propiedad”. ¡Bárbaro!

Podríamos comparar a Gustavo Petro (progresista confuso), con Hugo Chávez Frías (Socialista radical) y con Andrés Manuel López Obrador (nacionalsocialista populista), mandatarios de Colombia, Venezuela y México respectivamente. Los dos últimos fueron recientemente presidentes de sus países, y Petro actualmente en funciones; A los tres, los identifican sus estilos populistas, con discursos ideológicos y fuerte presencia mediática. Mirémoslo: Chávez, teatral, provocador, y carismático; Petro confuso y poético, usa el Twiter como megáfono ideológico, sin carisma popular; Andrés Manuel López Obrador (AMLO), aburrido pero constante, utilizó las ruedas de prensa diarias llenas de frases simples. Hablaba como si estuviera en campaña eterna.

Chávez mantuvo agrias relaciones con la prensa, confrontativo al extremo, los llamaba “oligarcas”, “lacayos”, clausuro medios, persiguió periodistas e intento destruir a la oposición. Gustavo Petro bloquea periodistas, insulta medios, propone cambios en los organismos de control, claro ejemplar de la paranoia ideológica y pichón de autócrata. AMLO, pasivo – agresivo, ataco a la prensa con tolerancia limitada.
En resumen, Petro es una especie de mezcla entre Chávez y López Obrador: como Chávez, quiere cambiar el modelo económico, como AMLO utiliza el discurso y la persistencia simbólica. Como vemos, la política tiene su toque de comedia y de farsa.

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