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Maduro pide apoyo a Moscú, tras acusaciones y ataque a narcos en el mar Caribe, y Trump le anuncia que “sus días están contados”

Luego de que Maduro pidiera apoyo a Rusia, desde el Kremlin hablaron de una posible asistencia militar a Venezuela, que coincide con el refuerzo naval de Estados Unidos en el Caribe. Analistas aseguran que el incremento de operaciones en la zona plantea el riesgo de una escalada militar indirecta entre potencias con agendas opuestas y presencia simultánea en la región.

Valledupar, 3 de noviembre de 2025. Rusia y Estados Unidos reactivan su pulso sobre el Caribe a través del tablero venezolano. El Kremlin reconoció que mantiene “comunicación constante” con el gobierno de Nicolás Maduro y recordó que ambos países están unidos por compromisos derivados de la alianza estratégica firmada en mayo.

Aunque el portavoz Dmitri Peskov no confirmó una solicitud formal de apoyo, su referencia a “obligaciones contractuales” abrió la puerta a una cooperación que podría incluir asesoría técnica y defensa militar. La admisión rusa llega mientras Washington intensifica su presencia en la región: el Comando Sur desplegó nuevas unidades navales y aéreas en el arco caribeño bajo el argumento de operaciones antinarcóticos, incrementando la presión sobre Caracas.

Analistas coinciden en que la maniobra responde tanto a la competencia geopolítica con Moscú como al clima político estadounidense, donde Venezuela ha vuelto a convertirse en tema electoral. Donald Trump reavivó esa narrativa con declaraciones a la cadena CBS, donde afirmó que los días de Maduro “están contados”, aunque negó un conflicto inmediato.

Horas más tarde, ante reporteros de todo el Mundo, fue aún más ambiguo: “¿planes para Venezuela? Sí, tenemos planes muy secretos”. Su discurso, según expertos en estos temas, mezcla cálculo político y advertencia simbólica, reforzando la idea de una Venezuela bajo asedio diplomático y militar.

Para Moscú, la alianza con Caracas constituye una oportunidad de proyectar poder en el hemisferio occidental y consolidar presencia en sectores energéticos y tecnológicos. Desde la óptica de un Maduro ‘acorralado’, estas declaraciones representan un escudo frente al aislamiento y las sanciones.

Voceros rusos subrayan que el vínculo “tiene carácter defensivo”, pero fuentes diplomáticas occidentales advierten que se trata de una forma de presencia militar indirecta. La confluencia entre la retórica de Trump y el compromiso ruso marca el retorno de la lógica de bloques al Caribe, reavivando los temores de una nueva Guerra Fría.

Finalmente, los expertos coinciden en que, mientras Washington multiplica maniobras y Moscú ofrece respaldo estratégico, Venezuela vuelve a ser el epicentro visible de la rivalidad entre dos potencias que disputan no solo territorios, sino legitimidad política en el hemisferio.

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