
El 31 de octubre pasado, Gustavo Petro, en la red X, difundió un escandaloso elogio póstumo de Andrés Almarales, el jefe del comando terrorista que asaltó el Palacio de Justicia de Bogotá el 6 de noviembre de 1985. Al verse perdido por la firme resistencia opuesta por las fuerzas armadas de Colombia, Almarales decidió asesinar horas después a los rehenes capturados por su banda. Entre los ultimados por orden de Almarales estaban los 33 magistrados, magistrados auxiliares, abogados asistentes y auxiliares de magistrados de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo de Estado, entre quienes sobresalían las dos figuras más importantes de esas instituciones, Alfonso Reyes Echandía y Manuel Gaona Cruz. Sin embargo, en su twitter, Petro describe al terrorista Almarales como un hombre excelente: un “abogado, parlamentario y gran orador” a quien le habrían “robado una elección”, en tiempos del partido Anapo del exdictador Rojas Pinilla, lo que justificaba, según Petro, la decisión de Almarales de dedicarse, junto con los otros miembros y jefes del M-19, a matar furiosamente colombianos inocentes.
De esa manera, Gustavo Petro intenta, con su texto del 31 de octubre pasado, reimponerle al país la siniestra obra de desinformación del M-19 y del comunismo colombiano sobre el sangriento ataque al Palacio de Justicia, perpetrado por instigación y financiación del jefe del cartel narcotraficante Pablo Escobar.
La falsa leyenda fabricada inmediatamente por la dirección clandestina del M-19 tras el fracaso del horrible asalto, había sido diseñada para someter a la justicia por el terror difuso –como habían hecho con el mundo sindical tras el vil secuestro y asesinato del líder sindical José Raquel Mercado–, y manipular a las familias de las víctimas de esa masacre. El objetivo supremo del asalto no había sido únicamente incinerar los expedientes de los “extraditables”, ni asesinar a los magistrados y abogados auxiliares de las altas Cortes, sino asaltar enseguida el palacio presidencial (un camión adicional con gente armada del M-19 circulaba en el centro de la capital pero no pudo alcanzar su objetivo ante la rápida movilización de la fuerza pública) y derribar el gobierno de Belisario Betancur e instaurar una dictadura bajo el control de La Habana y del Cartel de Medellín. Tales son los principales factores y efectos conocidos de esa catástrofe humana, política y psicológica acaecida hace 40 años en Colombia.
En ese contexto, la senadora María Fernanda Cabal, precandidata presidencial del Centro Democrático, escribió en esa misma red social las líneas que siguen a manera de respuesta al twitter de Gustavo Petro: “Petro, ni usted ni ningún nostálgico del terrorismo podrá reescribir la historia. En la toma del Palacio de Justicia, los únicos asesinos fueron los del M-19, grupo criminal que pretendía dar un golpe de Estado a sangre y fuego. Nuestro Ejército no fue el enemigo, fue el héroe de esa jornada trágica, enfrentando una masacre sin precedentes orquestada por terroristas armados, que secuestraron, asesinaron y destruyeron la institucionalidad. La historia no la narran los victimarios. La cuentan las víctimas y los valientes que las defendieron”. (*).
Fue esa la más lúcida y elocuente respuesta (¿quizás la única?) dada por alguien del grupo de aspirantes a la elección presidencial de 2026, contra la nueva operación revisionista que trata de inocular el presidente Petro sobre el mayor crimen cometido contra Colombia por el M-19. Sin embargo, el silencio de la prensa acerca de la admirable respuesta de María Fernanda Cabal no contribuye al restablecimiento de la verdad sobre ese dramático golpe subversivo contra la paz y la concordia en Colombia.
(*).-https://twitter.com/MariaFdaCabal/status/1984358358229336409