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La carta completa de Álvaro Leyva Durán

Carta de Álvaro Leyva Durán

Bogotá, mayo 5 de 2025
Señor Presidente de la República
Gustavo Petro Urrego
Palacio de Nariño
Ciudad
EXT25-00063550
PRESIDENCIA DE LA REPUBLICA DE COLOMBIA
Fecha y Hora: 05/05/2025 2:17500 p. m

Señor Presidente:

Me dirijo a usted con el ánimo de darle continuidad a la carta que de manera comedida le hice llegar el pasado 22 de abril por la vía establecida para los efectos por la Presidencia de la República. Se trata esta de una franca comunicación cuyo propósito es que a usted le quede claro los alcances de lo que en ella le manifiesto. Algo extensa
pero necesaria.

En el inicio mismo de la arriba citada misiva le puse de presente que durante semanas enteras venía pensando en qué hacer para que usted escuchara la voz del suscrito, exministro de Estado suyo, sobre preocupaciones que me habían surgido a raíz del conocimiento directo que de tiempo atrás tenía y que aún tengo de situaciones y hechos que en mi sentir lo venían afectando y lo siguen afectando en lo personal, como Jefe de Estado y consecuencialmente al país todo Presidente.

Se me han hecho reparos por haber dejado para reciente fecha lo que supuestamente he debido advertirle a la nación en más temprana ocasión. Igual, algunos me han reprendido por haberme inmiscuido en terrenos íntimos suyos Presidente. Si, terrenos íntimos. Más sin embargo, a quienes han argüido de tales maneras me permito resaltarles por su conducto Presidente que quizá no se prestó la suficiente atención a la muy precavida observación que el suscrito hiciera a propósito de dicha preocupación tomando como propias las acotaciones traídas en uno de sus libros por el universalmente reconocido filósofo católico Antonio Millán-Puelles, cuando citando a históricos padres de la iglesia como Agustín de Hipona, Santo Tomas de Aquino y otras eminencias de esas mismas épocas, puso de presente que en algunos momentos se debe recurrir a una “prudente ocultación de la verdad” para no ofender: para evitar daños. Lo subrayo. Pero que si en ocasiones, mutatio materiae, se afecta el bien común [lo que sigue es muy para usted Presidente Petro], es pertinente dejar de lado esa “prudente ocultación de la verdad”. Esta máxima, muy particularmente en el caso que nos ocupa, es para gritarla una y otra vez. Es para que el mundo escuche y comprenda, más cuando la patria está en peligro.

Ciertamente debe ser difícil para usted señor Presidente digerir la manera como me he dirigido y me sigo dirigiendo a usted. Pero es que por haber estado a su lado ya era hora de que usted se hubiera dado cuenta que no manejo dobles raseros. Esto último no es un decir vano; recoge un sano sentimiento que es fruto de mi formación integral. Por esto muy de veras debo ser entonces particularmente exigente en momentos en que se me pide claridad sin timidez alguna. Lo que, por lo demás, en mi caso, es algo propio de un carácter formado en ambientes rectos; honestos. Por ello no hay críticas destructivas de bodegas de aquellas o no bodegas que logren amedrentarme.
Tampoco ningún tipo de vejación a mi familia o a mí o amenaza alguna me acobarda.

Señor Presidente Petro, usted está enfermo. Su desaparición en París fue la reiteración de una conducta que puso de manifiesto una vez más la gravedad de su condición. De su adicción. Tan evidente lo ocurrido entonces que los hechos sucedidos se fueron confirmando con un sin número de testimonios. Y a propósito de querer enmendar la plana lo asesoraron mal al ponerlo a firmar el Decreto número 1009 del 24 de junio de 2023 consignando en ese acto administrativo una falsa motivación del mismo y una falsedad ideológica en documento público.
Soy consciente Presidente que lo que hay de por medio, dado lo que le ocurre, es una tragedia humana en cabeza suya; por ende en cabeza del Jefe del Estado. Sin duda, trátase de una situación infausta, desgraciada, desventurada, que nos está conduciendo a una tragedia nacional. ¿Comprende usted entonces señor Presidente el motivo por el cual se ha dejado de lado la “prudente ocultación de la verdad”?

Da pesar el tener que recurrir a bochornosas ocurrencias y haceres suyos anteriores y posteriores a lo sucedido en París, para que comprenda que en efecto sí hay en usted unas conductas constantes que deben ponérsele de presente a fin de demostrarle que lo que se ha dado en su caso es una cadena de similares sucesos propios de sus muy erráticos y censurables estados y comportamientos.

Desde antes de su posesión usted, Presidente, venía produciendo escándalos que fueron enfoscados si se quiere, o escondidos o mantenidos en secreto por quienes estaban presentes pensando en la catástrofe moral que sus ignominiosos comportamientos y origen de los mismos podrían significarle a la nación; haceres absolutamente insoportables. Vergonzantes ante el mundo entero. Me refiero a situaciones escandalosas provocadas por usted en Florencia, Italia, ya elegido Presidente y próximo a posesionarse. En los patéticos e incontrolables escenarios hizo presencia la policía local, algunos agentes uniformados, otros vestidos de civil.

El 19 de enero de 2023 la Redacción de la revista Semana da a conocer una imprevista noticia: “El presidente Gustavo Petro cancela agenda en Davos”. Ya nos encontrábamos allí. Lo sucedido me llevó a suplir un insoslayable compromiso suyo.

Me correspondió atender al ex primer ministro del Reino Unido, Tony Blair. Sorpresa para él, sorpresa para mí. Los temas centrales fueron las “estrategias de la administración pública y la democracia en tiempos de crisis”. Fui yo quien se sintió en crisis. A propósito de la estada en Suiza se hizo mención en algunos círculos de una extraña presencia de unidades de gendarmería de ese país.

Bien sabe usted Presidente que una visita de Estado difiere de una invitación que un Jefe de Estado pueda formularle a otro Jefe de Estado a visitar su país. La visita de Estado propiamente conlleva la presencia del visitante, del Jefe de Estado invitado, ante las cabezas de los tres órganos del poder público.

El lunes 9 de enero de 2023 se dio inicio a una visita de Estado suya a la Republica de Chile. Fue atendido con todos los honores por el Presidente Gabriel Boris. Para el martes estaba programada su presencia en el Palacio de los Tribunales de Justicia para saludar al Presidente de la Corte Suprema. Para mi sorpresa -una nueva-, y sorpresa para quienes lo esperaban, sin excusa alguna decidió usted no asistir. Me correspondió tomar su lugar. La generosidad de varios magistrados de ese altísimo tribunal, particularmente de una magistrada especialmente interesada en los alcances jurídicos de los Acuerdos de Paz de La Habana, me permitió desenvolverme cabalmente. Pero sentí pesar por usted. Tras una cena privada en la noche anterior dejó de ser usted localizable.

El día jueves 15 de junio de 2023, usted, Presidente, inició una visita de Estado a la República Federal de Alemania. Fue recibido solemnemente por el Presidente de la nación Frank-Walter Steinmeier y el señor Ministro Federal de Asuntos Exteriores. El discurso del Jefe de Estado alemán dándole la bienvenida fue sobresaliente. El suyo causó una histórica molestia que entre bambalinas le correspondió a quien esta carta le escribe morigerar la ofensa por usted causada. Deploró usted la caída del Muro de Berlín, uno de los hechos de mayor trascendencia del siglo XX por ser el símbolo fundamental del triunfo de la democracia en occidente y el paso de mayor importancia hacia la reunificación alemana. “Algo le está pasando a su Presidente” me comentó sorprendido el ministro federal presente; mi equivalente. En calzas prietas me vi para sacarlo a usted al otro lado. Gran vergüenza sentí.

Tras pedirme la señora Laura Sarabia que lo comunicara a usted con el Presidente de la República de Turquía señor Recep Tayyip Erdogan, se logró que tan importante Jefe de Estado accediera a llamarlo el día sábado 18 de febrero de 2023. Muy mal día lo consideré. Y tuve razón. La llamada se efectuó. Usted Presidente no paso al teléfono.
¿Adiviné por qué sucedieron así las cosas? Se me solicitó que otra vez buscara la repetición de la comunicación. Erdogan, serísimo Presidente, accedió. La nueva llamada fue igualmente desatendida.

El martes 24 de octubre de 2023 inició usted su visita a la República Popular China.
Había sido usted advertido que el tema del metro de Bogotá no era un asunto para ser tratado con el Jefe de Estado, Xi Jinping. La misma embajada China en Colombia en documento preparatorio de su visita así lo indicaba con total claridad. Sin embargo, usted obsesionado con su postura, terco, inflexible, al no lograr su cometido quedó afectado. En el banquete de Estado presidido por Xi Jinping, en larguísima mesa bellamente adornada dispuesta para la solemne ocasión, asistida por un número importante de distinguidos invitados, sentado el Presidente chino en el centro de uno de los costados, usted a su derecha y yo a su izquierda, resolvió usted Presidente Petro no hablarle a su anfitrión. Mantuvo absoluto silencio todo el tiempo. Lo ignoró. Como convencido sin embargo que emocionalmente está usted preparado para ello porque en sus horas de plena conciencia pero desesperado y en sus angustiosas soledades, y más, en depresiones ya sufridas por usted, seguro ha llegado a reexaminar su interior.

Aconsejaba sabiamente quien suponía usted tener como cercano amigo, Francisco, el Sumo Pontífice recientemente desaparecido: “(…) logra viajar dentro de sí mismo”.

Esto para poder vivir en tranquilidad -decía. Tranquilidad que no lo acompaña porque bien sabe usted por ser inteligente que sobre la persona de Gustavo Petro, sobre su persona Presidente, recae una grave inhabilidad manifiesta. Antes un secreto a voces, ya no. Y si, muy grave: Tenga presente que la enfermedad proveniente de los vicios no es un eximente de responsabilidad.

El transito hacia la tranquilidad institucional y moral de la nación se deriva de las normas constitucionales vigentes. Una salida sin sobresaltos que permita un desenlace pleno de garantías para todos en momentos cruciales para la república. No hay nada que inventar. Los trámites para el retiro del cargo de un presidente, ahí están.

Las circunstancias dentro de las cuales se presentan estos pasos a seguir actualmente, se acompañarían de un gran acuerdo nacional. Participarían las fuerzas vivas de la nación sin exclusiones. Sin egoísmos. Ese acuerdo contendría las suficientes seguridades para que usted, por las razones no controlables que en este momento y de tiempo atrás lo afligen, pueda recuperarse sin detrimento alguno con las necesarias exculpaciones y seguridades que garanticen su pleno sosiego.

Hay que proceder prontamente. No hay tiempo que perder. Por ejemplo, en lo que resta del presente cuatrienio para el cual usted fue elegido con la esperanzadora idea de que usted lograría la paz, se alcanzaría a sentar las bases para lograrla. No mas sangre por la improvisación y la desidia. No más “plan pistola” a estas horas de nuestra historia
señor Presidente.

La comunidad internacional es consiente de sus dificultades Presidente. La inhabilidad manifiesta que ha demostrado usted para gobernar nuestra nación le ha restado títulos para ser nuestro personero frente al mundo. Esta la razón por la que es perentorio hacerle llegar copia de este texto que le dirijo usted, a los embajadores que hoy integran el cuerpo diplomático acreditado en Colombia. Ellos sabrán darle el traslado correspondiente a sus respectivos gobiernos.

Con el ruego de que comprenda la preocupación que me acompaña por usted y muy particularmente por mi patria, me despido señor Presidente.

Álvaro Leyva Durán

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