Entregaron 7.132 armas y Santos sostuvo que “se acaban las Farc, dejan de existir”. Ojalá hubiera sido así. En Colombia se extinguieron el Epl, el Eme y la Corriente de Renovación Socialista y todas las otras guerrillas que desaparecieron más temprano que tarde tras su desmovilización. Pero las Farc no, por varias razones. Para empezar, porque están decididas a que no ocurra. Tras las declaraciones de Santos, saltaron a corregirlo: “las Farc no se acaban, nos transformamos en una fuerza política legal”. Después de la firma del acuerdo, lo ratificaron en la X conferencia guerrillera: “Nos seguiremos orientando por un ideario inspirado en el marxismo, el leninismo, el pensamiento emancipatorio bolivariano”. En resumen, quieren llegar al poder y su tesis y modelo es el comunismo en su versión de “socialismo del siglo XXI”. Más claro imposible.
Después, porque a diferencia de los procesos anteriores, en este los guerrilleros no recibirán de manera individual el dinero del apoyo estatal para su reincorporación a la vida civil, salvo que lo soliciten expresamente, sino que se entregará a través de Ecomún, una empresa creada por las Farc en el acuerdo. Ecomún manejará los dineros destinados a los guerrilleros y, por esa vía, los mantendrá bajo su control. Los guerrilleros no podrán irse a sus regiones de origen o a buscar a sus familias. Ya no se dispersarán y quedan amarrados a las Farc. Por cierto, Ecomún es el vehículo que usarán en la operación de lavado de activos de la que he hablado en otra columna. Será quien reciba la fortuna criminal de las Farc después de que se lave en un patrimonio autónomo. En esa misma línea está la propuesta de hacer permanentes las zonas veredales en que se supone que están reunidos.
Tampoco desaparecen las Farc porque el grueso de sus milicianos no se desmovilizará. Lo usual es que haya por lo menos un miliciano por cada guerrillero enmontado. El número de milicianos que se desmovilizará es menos de la tercera parte de los guerrilleros. ¿Los demás?
Además, las llamadas disidencias son, por un lado, crecientes en número. Según el Cerac ya son 22. Y son las que controlan las fuentes de economía ilícita, el narcotráfico y la minería ilegal. Por el otro, nadie tiene certeza de que sean reales y no estratégicas, un mecanismo pactado para preservar la capacidad para intimidar y matar, mantener los ingresos del narcotráfico, y una base armada en caso de que quieran devolverse al monte.
Para rematar, nadie ha desmentido la acusación de Liborio Guarulla, el gobernador del estado venezolano del Amazonas, que sostuvo que en territorio de Venezuela hay al menos 4000 guerrilleros de las Farc armados hasta los dientes. En resumen, entre milicianos, “disidencias” y unidades al otro lado de la frontera, no hay ninguna certeza de que las Farc se hayan desmovilizado en realidad. Las dudas sobre si dejaron una pata afuera, armada y delinquiendo, y otra aprovechando todos los regalos y privilegios que les ha dado Santos, son legítimas y están ahí.
Por último, el desarme total es una falacia: 1) Santos y el Ministro de Defensa dijeron que era 14 mil armas y de ellas 11 mil fusiles. Ahora nos dicen que solo se entregaron 7.132 entre armas largas y cortas; 2) hay muchos más milicianos y guerrilleros “desmovilizados” que armas entregadas. No es creíble. Debería ser al revés; 3) nadie da razón de los diez mil de fusiles que, está probado, las Farc compraron a Montesinos y fueron lanzados en paracaídas en las selvas colombianas; 4) no hay registro de que lo entregado no haya sido un montón de fierros viejos y mohosos; 5) quedan aun todas las armas de las caletas que, a juzgar por la que fue descubierta, son verdaderos arsenales. Para rematar, no se está haciendo el registro del serial y tipo de armas ni de munición disparada, de manera que se puedan comparar sus estrías que, para efectos de identificación de armas, son como las huellas dactilares, únicas e irrepetibles. En consecuencia, nunca sabremos la verdad sobre muchos crímenes y quedarán en la impunidad.
Y dicen que no hay motivos para desconfiar…