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Colombia no aprende y Francia tampoco. Por: Ex Magistrada, María Patricia Ariza Velasco

Se supone que cada pueblo aprende de las experiencias propias o de las de otros, sobre todo de las recientes temporalmente, pero la práctica demuestra todo lo contrario. Por ejemplo, no se dimensionan las vivencias reales de los vecinos, como en el caso de Venezuela, país sufrido con más de ocho millones de personas en el exilio, no precisamente por las bondades del castrochavismo, pero no falta el zurdo colombiano obcecado, sinónimo de necio, de zombi, que niega lo anterior, pese a que hemos tenido que vivir el fenómeno de las migraciones transitorias y permanentes que han arribado a Colombia, verdaderos éxodos generando crisis humanitarias, trayendo gentes de bien en medio del dolor del desarraigo obligatorio, pero también uno que otro delincuente que por supuesto no hace honor al venezolano de bien. Lo hemos vivido, los hemos visto y escuchado sus relatos dolorosos. Pero no se aprendió de esa lección espeluznante y no faltó y falta el progre que quiso  o quiere trasegar por los mismos caminos, unos por carencia de verdadera formación política, otros por ignorancia craza y no pocos en espera de subsidios para patrocinar la pereza e inercia, propiciada por la cultura del narcotráfico, al esperar lo fácil y subieron a Petro precedido de alianzas hasta con el mismo diablo. Duele, pero es cierto, del espejo ajeno no se aprende, pero ni siquiera del propio, de los sucesos cotidianos que como zopencos necios no admiten, ponen el retrovisor para echarle la culpa a otros y se niegan a ver la realidad y son como la canción de Shakira, ciegos y sordos, son los shakiros colombianos que no reaccionan y tampoco admiten la autocrítica, porque les falta la grandeza moral o ética para determinar en donde está la equivocación. Sectarios, si, el sectarismo de vieja data en la historia ha generado males a la sociedad y sobre todo violencias, por la no aceptación, porque es un verdadero vicio.  Pero algunos progres, al menos utilizando la lógica del uno más uno resultado dos, reconocen errores, para beneficio propio o de extraños como el presidente chileno Boric, que no admite el triunfo de Maduro, porque es consciente del sufrimiento de los venezolanos residentes legales o no en su país.

Entre tanto, el inquilino espurio de la Casa de Nariño guardó silencio casi tres días tras las elecciones de Venezuela. Petrosky siempre opinaba muy reactivo en su cuenta X y en el tiempo libre, que al parecer es permanente, sobre todo lo acontecido en los procesos electorales de Latinoamérica y el mundo, criticando los triunfos de quienes no son progres, dejando destilar el odio de su impronta, que no bebió leche materna sino veneno. Por esa simple razón, se echó de menos su opinión, no porque sea importante, sino por el nivel de metiches, de improvisación intelectual y por supuesto de falta de conocimiento como siempre, pues alardea de conocedor, posando de un mar de sabiduría, pero con un milímetro de profundidad como mucho zurdo. En estos momentos críticos no solo para Venezuela, hay que entenderlo, su opinión debía ser no tan pasional sobre el fraude de Maduro, avalándolo, pues se le venía el mundo entero basados en la lógica y si por el contrario asumía la actitud que han venido asumiendo mandatarios de esta parte del mundo y de ultramar, pues el problema que se le genera es mayúsculo, porque su “propio triunfo”, cuestionado y con pruebas a la vista de todos los connacionales y extranjeros, en parte se originó por el apoyo económico que, es un secreto a voces, recibió del dictador y que es el caballito de batalla de Benedetti, lo que dejó translucir en el famoso audio filtrado hace meses, corroborado por un ex magistrado venezolano. Petro opta por el camino medio, el de la “duda”, muy mesurado, como jamás lo había mostrado y llama a una concertación, para imitar de pronto a Sor Teresa de Calcuta y evitar que su índice de favorabilidad acabe de desplomarse. Pero si este hombre tiene cautela, los colombianos debemos tener aún más cautela frente a sus planes tenebrosos.

Pero,  ¿por qué Francia tampoco aprendió de sus propias experiencias del siglo XXI?, no de las ajenas o de los vecinos que se metieron en la vaca loca que les ha significado la miseria, el fraccionamiento de familias ambulantes por el mundo. No, se trata de los hechos acontecidos en el corazón de Paris años atrás, la masacre perpetrada por radicales musulmanes, contra los dibujantes de la revista Charlie Hebdo el 7 de enero de 2015, atentado originado en las burlas caricaturescas contra Mahoma. Para el mundo del Islam, las imágenes son proscritas y con mayor razón si se trata de burlas o críticas. El mundo occidental se rasgó las vestiduras, porque se trataba en esencia de un atentado no solo contra las vidas de creadores de caricaturas, sino contra el derecho a la expresión consagrado en varios instrumentos internacionales de derechos humanos. Pero resulta que, todos los derechos tienen límites, además que deben ser ponderados frente a otros y otorgarle la dimensión que corresponde a cada uno, alrededor del tema de la dignidad humana, núcleo esencial de los derechos humanos, concepto además que, tiene variables según la filosofía imperante en las culturas. Justamente, tres años después, se genera la Resolución 72/177 de la Asamblea General de la ONU del 29 de enero de 2019, ratificando el contenido del artículo 18 de  del Pacto Internacional de los derechos civiles y políticos, manifestación que no justifica el terrorismo frente a temas religiosos, pero tampoco la discriminación a minorías de tal naturaleza, porque subyace en el fondo lo grave de las  reacciones indeseables, porque  es que la burla en si misma, es una de las formas o variables del fenómeno de la discriminación. Los musulmanes son minoría en Francia y en general en el mundo occidental. A su vez las gentes occidentales son impíos para el islamismo mayoritario en oriente y en crecimiento lentamente en occidente. Fenómeno complejo, al que no se le da la importancia que merece.

Resumiendo, el párrafo anterior, la libertad de expresión no puede arrasar sin miramiento alguno, con las libertades religiosas de minorías. ¿Pero a que viene todo el discurso que antecede? Pues al escándalo que se suscitó en la ceremonia de apertura de las Olimpiadas 2024, en el rio Sena, con la parodia de una obra de arte, que no tiene nada que ver con los deportes, donde se magnificó el tema LGTBXYZ. No era el escenario, no era la ocasión. Reacciones vinieron del mundo occidental, al considerar se trataba de la burla directa a una obra de arte que plasma un hecho sensible, la última cena, donde el protagonista central es Jesucristo, plasmada en lienzo por la genialidad de Leonardo Di Ser Piero Da Vinci entre 1494 y 1498. Los ideólogos de esta puesta en escena, supuestos expertos al parecer en arte, reaccionaron y anotaron que la ignorancia era tremenda porque realmente se trataba de parodiar la obra de arte conocida como Festín de Dieux, autoría de Jan Harmensz Van Biljert, que aparece en 1635, es decir casi doscientos años después que la obra de Da Vinci. Trataron reitero, de ignorantes a quienes reaccionaron, con la firme convicción que ellos, solo ellos, los franceses con su del complejo de sentirse los intelectuales del mundo, los únicos que actúan políticamente de manera correcta, eran los únicos expertos en arte del renacimiento y épocas posteriores. Pues no, han surgido reales expertos, estudiosos con creces, como el puertorriqueño Johnathan Dwayne, que desbarata esta narrativa mentirosa, mediante la cual le dieron protagonismo a Drag Queens, desconociendo la prohibición específica de la Carta de los Juegos Olímpicos de abocar expresiones políticas, ideológicas o religiosas.  Es tanta la osadía e irrespeto, que no incomoda a los iconoclastas, que patrocinadores de las gestas, decidieron retirar sus patrocinios y de otro lado ha llevado a convocar la solidaridad a lideres musulmanes, manifestando que también es ofensivo para ellos. Por eso afirmo: Francia de las libertades evolucionadas a libertinajes, no aprendió de la tragedia de Charlie Hebdo.

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