
El alto ejecutivo de la institución oficial fue despojado de sus pertenencias en El Rodadero, un sector turístico clave. La comunidad exige medidas urgentes para contener el incremento de hurtos y hechos violentos.
Barranquilla, 9 de septiembre de 2025.- La difícil situación de orden público en Santa Marta sumó un nuevo capítulo con el violento atraco sufrido por Eduardo Carlos Gutiérrez Noguera, actual vicepresidente del Banco Agrario de Colombia y exfuncionario del departamento del Magdalena. El hecho ocurrió a la salida del supermercado Olímpica, en el sector de El Rodadero, una de las zonas turísticas más concurridas de la ciudad.
De acuerdo con la versión conocida, Gutiérrez Noguera había realizado compras en compañía de un amigo cuando fue sorprendido por dos hombres armados con pistolas que lo intimidaron, lo lanzaron al suelo y lo despojaron de su cartera, pertenencias personales y de los artículos recién adquiridos. La escena generó pánico entre los ciudadanos presentes en el lugar.
Este asalto, no solo involucra a una víctima de alto perfil, sino que pone en evidencia la vulnerabilidad de los espacios públicos de Santa Marta, incluso en sectores estratégicos para el turismo
Gutiérrez Noguera, reconocido por haber sido secretario de Hacienda Departamental, gobernador encargado en varias oportunidades y director de la Agencia Nacional de Tierras, hoy ocupa uno de los cargos directivos más importantes del sector financiero estatal. Que un funcionario de este nivel sea víctima de un atraco en un área turística de alta circulación muestra la fragilidad del control institucional en esa zona.
El suceso refuerza la percepción de inseguridad creciente en Santa Marta, donde los hurtos violentos se han convertido en una de las principales preocupaciones. Transportadores, comerciantes y turistas han denunciado la falta de presencia policial en corredores estratégicos como El Rodadero y el Centro Histórico, lo que alimenta la sensación de desprotección.
Finalmente, La ciudadanía exige respuestas inmediatas a las autoridades, mientras el caso de Gutiérrez Noguera se convierte en un símbolo de la crisis de orden público: en Santa Marta, ni los altos funcionarios ni los visitantes parecen estar a salvo de la delincuencia.