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Alcaldes mediocres, en días quieren arreglar lo que no hicieron en meses. Por: Duván Idárraga

Lo que sucede en tres de las cuatro ciudades más grandes e importantes del país (Bogotá Medellín y Cali) tiene grandes repercusiones nacionales dado el impacto que sus contribuciones, positivas o negativas, tienen. En lo relacionado con el COVID y las decisiones que frente al tema se toman, estas 3 ciudades significan casi el 44% en casos reportados y recuperados frente al total nacional.

Los alcaldes de esas 3 ciudades me recuerdan mi época de colegio y aquellos estudiantes vagos que durante los 10 meses aproximados que se estudiaban, en 9 perderían el tiempo y recochaban; en el último mes académico, cuando estaban con la posibilidad de perder el año (algo que en esa época tenía serias repercusiones con nuestros padres) trataban de recuperar notas recurriendo a todo tipo de artimañas (rogar a los profesores, participar en eventos, pintar el colegio, etcétera). Muchas veces les funcionó, otras no. Imposible no ver igual a los tres alcaldes, tuvieron prácticamente 6 meses (desde mayo) para prepararse adecuadamente para enfrentar las consecuencias de la pandemia y todo indica que solamente se hizo lo que el gobierno nacional direccionó, los recursos que les entregó (unidades de cuidados intensivos, ventiladores). Debían continuar fortaleciendo la red pública local con el objetivo de que si se diera un rebrote (como sucedió) tuvieran la capacidad para responder desde el punto de vista médico. Lo que se está viviendo en las 3 ciudades indica que no se hizo.

Más grave, se dedicaron a través de medidas populistas, a generar y/o permitir aglomeraciones, no controlaron adecuadamente las multitudes (especialmente en noviembre y diciembre) en eventos como partidos de futbol o alumbrados. Incluso la alcaldesa de Bogotá realizó un evento masivo. Ahí están las consecuencias. El incremento desbordado de contagios de estos primeros días de enero son fruto de las malas decisiones de ese par de meses y hoy tienen prácticamente colapsado la red de salud, obligándolos a decretar a última hora medidas de cuarentena y toque de queda desesperadas, improvisadas, afectando la economía de las ciudades y la vida de sus habitantes. Y me refiero solo a la salud, en temas de seguridad lo que viven Cali y Bogotá (sobre las que tengo mayor información) también genera especial preocupación por la inacción de sus gobernantes.

Me sorprende el caso de Medellín, al principio de la pandemia fue modelo, hacían pilotos para el ingreso de sectores a la normalidad (centros comerciales, restaurantes, etc.). Todo parece indicar que las cifras tenían inconsistencias, de un momento a otro empezó a verse la realidad de la que vive la ciudad. Bogotá, con una alcaldesa populista, impulsiva, ególatra, que gusta del show (habló de tener 5000 camas en Corferias y 4.000 UCIs, invirtió miles de millones en esas adecuaciones y nunca funcionó; anunció compra de ventiladores que resultaron más costosos y todo indica que no llegaron en la cantidad esperada) y en lo más complejo de la situación salió de vacaciones fuera del país (algo que ella criticaba) y ahora se justifica en cualquier cosa para no asumir las responsabilidades de sus equivocaciones. En Cali hay un alcalde que se ha preocupado más por generar contratos (que tanto le gustan, igual que en su primera alcaldía) y por tener prioridades diferentes a las de la ciudad, al punto de que se dio la noticia de personal médico de un hospital renunció por falta de pago mientras gastaba miles de millones de pesos en la feria virtual y el famoso alumbrado móvil. O la noticia que hay cientos de cámaras de seguridad de la ciudad dañadas por falta de mantenimiento.

¿Y los medios, “periodistas” y/o los órganos de control? Bien gracias, disfrutando de la pauta los primeros y los otros brillan por su ausencia (el de Cali, de su primera alcaldía, tiene decenas de procesos en la Procuraduría y varios en la Fiscalía y nada le pasa). ¿Y los Concejos Municipales y su control político? El de Cali, sin chistar, le aprobó cupo de endeudamiento de más de $600.000 millones y aun no se sabe para qué. Hasta en eso es muy hábil Jorge Iván Ospina.

La revocatoria del mandato es un mecanismo que contempla la Constitución para los gobiernos locales. En Bogotá y Medellín ya inició el proceso en virtud al descontento que siente la ciudadanía por las actuaciones mediocres de sus alcaldes; lastimosamente en Cali ha faltado el liderazgo de alguien que saque adelante la iniciativa, sin duda, al igual que el de Medellín y la de Bogotá, merece ser revocado. Los tres tienen en común una mediocre e improvisada gestión, buscan solucionar en días lo que no hicieron en meses, sin importar las consecuencias para sus ciudades.

EL COLMO 1: Apareció armado, en un video, el narcoterrorista alias Iván Marín, apoyando la iniciativa de Roy Barreras de revocar el mandato del Presidente Duque (algo que no está en la C P C). Según sus discursos, todo indica que se unirán Marín, Roy, Benedetti, el señor de la Bolsa y Don Iván. El diablo los hace y ellos se juntan. NO HAY DERECHO.

EL COLMO 2: Se cumplen dos años del cobarde y execrable atentado terrorista del ELN contra la escuela de Policía General Santander que dejó 22 jóvenes asesinados y decenas de heridos. Hoy los responsables de ese crimen de lesa humanidad cuentan con la protección del gobierno cubano, justamente cuando se conoce un estudio de organismos de seguridad del Estado sobre la posible intervención de Cuba en asuntos internos. Deberían romperse relaciones con ese gobierno que por décadas ha buscado la destrucción de Colombia.  NO HAY DERECHO.

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