“Los ganaderos miramos hacia atrás para honrar nuestro pasado; miramos hacia delante para construir nuestro futuro”.
Esta es una frase que acuñamos en 2005, cuanto la Junta Directiva de FEDEGÁN decidió instaurar el 30 de septiembre como el Día Nacional de Ganadero, fecha en que, diez años atrás, en 1995, las Farc llegaron hasta una finca en Zipacón, Cundinamarca, muy cerca de Bogotá, donde un anciano retirado se dedicaba al cuidado de las palomas, signo de la paz que no pudo protegerlo de que lo asesinaran alevemente. Era José Raimundo Sojo Zambrano, expresidente de FEDEGÁN, a quien le cobraron con su vida el rechazo a la violencia contra los ganaderos.
Para escribir estas líneas revisé viejos informes de la época de mi antecesor, Jorge Visbal, a quien también le hicieron varios intentos, afortunadamente fallidos, incluido ¡un rocket! contra la sede de FEDEGÁN (2003). Para entonces se llevaba una macabra pero necesaria contabilidad del impacto de la inseguridad en la ganadería, y en ella encontré que, en 1995, Sojo Zambrano fue uno de los ¡50! ganaderos asesinados ese año, cuando, aunque hoy suene espeluznante, también secuestraron a 527. La mayor cifra de secuestros, ¡585!, se produjo en 2001, antes del advenimiento de la Seguridad Democrática.
Dos años después, en 2007, nació la Fundación Colombia Ganadera, FUNDAGÁN, uno de cuyos principales programas, “Acabar con el Olvido”, ha logrado visibilizar a cerca de 10.000 víctimas ganaderas, en un país donde las hay de primera y de segunda, unas que merecen vitrina, como las de la UP, y otras ocultas por las narrativas de sus victimarios y por la impunidad de un Acuerdo que también escogió víctimas a conveniencia.
Así pues, honrar ese pasado de victimización y también de heroísmo de quienes sobrevivieron al terror y la zozobra, fue el objetivo central del primer Día Nacional del Ganadero, y lo seguirá siendo, pues, además, la paz ofrecida nunca llegó y la inseguridad vuelve a amenazar a la ganadería, en un campo sembrado de coca y de violencia.
Por eso, en el Día Nacional del Ganadero, reiteramos nuestro rechazo a la violencia rural desbordada y apoyamos los esfuerzos del Gobierno por garantizar la seguridad.
Respaldamos a las Fuerzas Militares y de Policía, que protegen campos y ciudades; organizaciones humanas y perfectibles, cuyos héroes no solo se exponen a la violencia del delito sino a la incomprensión ciudadana, alebrestada por los interesados en el caos como arma política para el acceso al poder.
Hacemos profesión de nuestra fe en el imperio de la ley, en las instituciones democráticas y, sobre todo, en un verdadero “Estado de Derecho”, a partir de una justicia que logre reencontrarse con el anhelo ciudadano de derrotar la impunidad imperante.
Rechazamos la estigmatización de los ganaderos y reivindicamos la dignidad de los 600.000 colombianos que le madrugan al ordeño y al cuidado de sus animales, para llevar carne y leche a la mesa de los colombianos y a los mercados internacionales.
Defenderemos a la ganadería de las falsas acusaciones de gran depredadora de la naturaleza, y defenderemos el papel insustituible de la carne y la leche dentro de la dieta de los colombianos y para la seguridad alimentaria del país.
Nos comprometemos con el cambio. Como todas las actividades económicas, seguiremos buscando un mejor relacionamiento con la naturaleza, para construir la ganadería del futuro, rentable, competitiva y, sobre todo, sostenible, a través de la implementación de sistemas silvopastoriles.
Los ganaderos, como nos recuerda nuestro himno, “no bajamos nuestros brazos ni nos damos por vencidos”. 30 de septiembre: Feliz día, ganaderos de Colombia.