
Desde Oslo denunció que el régimen de Nicolás Maduro funciona con apoyo de redes criminales y actores extranjeros, y relató el reencuentro con sus hijos como un momento espiritual decisivo luego de varios días de incertidumbre. Aseguró que regresará a su país cuando existan condiciones mínimas de seguridad.
Valledupar, 10 de diciembre de 2025.- La confirmación llegó entrada la madrugada: María Corina Machado estaba en Noruega. Su aparición en Oslo puso fin a una jornada de intensa incertidumbre internacional, en la que gobiernos, organismos multilaterales, diplomáticos y organizaciones de derechos humanos buscaban corroborar su paradero tras conocerse que había abandonado Venezuela bajo circunstancias que nadie había logrado precisar para recibir el Premio Nobel de la Paz.
Durante varias horas circularon versiones contradictorias, rumores de detención e incluso la posibilidad de que no hubiese logrado salir del territorio. Ese vacío informativo alimentó una alarma global que solo se disipó cuando se supo que la dirigente se encontraba en resguardo.
El relato que Machado ofreció desde Oslo reconstruye el origen de esa preocupación. Según explicó, decidió abandonar el país mediante una ruta clandestina para evadir la vigilancia del régimen de Nicolás Maduro, que —dijo— había intensificado presiones y riesgos sobre su integridad. La operación comenzó en una lancha que la condujo hasta Curazao, un trayecto que, por su carácter marítimo y discreto, le ofrecía mayores probabilidades de sortear retenes y controles internos.
Desde allí tomó un vuelo que la puso a salvo en Estados Unidos y luego otro que finalmente la llevó a Europa. La secuencia, marcada por el sigilo y la posibilidad constante de ser interceptada, explica la ausencia total de información oficial durante las horas iniciales. Una vez instalada en Noruega, Machado se refirió al impacto emocional de su salida y, sobre todo, al reencuentro con sus hijos.
“No logré dormir durante la noche, repasando una y otra vez el instante en que los vi”, dijo y, a renglón seguido, precisó: “durante semanas había pensado en esa posibilidad y en quién abrazaría primero. Finalmente los abracé a los tres al mismo tiempo, y fue uno de los momentos espirituales más extraordinarios de mi vida”.
Ese testimonio añadió un matiz humano a un episodio que, hasta entonces, se había comprendido solo en clave política y de seguridad. Con su situación personal esclarecida, la dirigente dedicó el resto de su intervención a delinear un diagnóstico severo sobre la estructura criminal que —según ella— sostiene al régimen venezolano.
“Esto ha convertido a Venezuela en el centro del crimen en América. Y lo que ha sostenido al régimen es un sistema de represión muy poderoso y fuertemente financiado”, aseguró la líder opositora. Indicó además que esos recursos provienen del narcotráfico, el mercado negro de petróleo, el tráfico de armas y la trata de personas, actividades ilícitas que permiten al aparato estatal mantener capacidad operativa a pesar del aislamiento internacional.
Machado también insistió en que el país ya alberga una presencia significativa de actores extranjeros y grupos irregulares con operaciones directas. “Venezuela ya ha sido invadida. Tenemos agentes rusos, tenemos agentes iraníes. Tenemos grupos terroristas como Hezbollah y Hamas que operan libremente en sintonía con el régimen. Tenemos la guerrilla colombiana, los cárteles de la droga que se han apoderado del 60% de nuestra población”, sostuvo.
A su juicio, esta conjunción convierte al territorio venezolano en un nodo estratégico para el crimen transnacional y una amenaza para la seguridad regional. Sobre su eventual retorno, evitó fijar fechas y reiteró que dependerá de la existencia de condiciones mínimas de seguridad.
“Mi vuelta a Venezuela será cuando pensemos que las condiciones sean propicias en términos de seguridad y no depende de la salida o no del régimen. Será lo antes posible”, dijo. Finalmente, afirmó que su presencia en Noruega busca fortalecer la presión internacional y demostrar que, pese a los riesgos, la oposición venezolana mantiene capacidad de acción.









