
Desde críticas por irresponsabilidad y advertencias sobre el daño a la relación bilateral, hasta defensas por su denuncia en la ONU, dirigentes de distintos sectores expresaron sus posturas. Katherine Miranda alertó sobre posibles efectos en estudiantes, trabajadores y exportaciones.
Valledupar, 28 de septiembre de 2025.- La revocatoria de la visa estadounidense al presidente Gustavo Petro, anunciada por el Departamento de Estado tras su intervención en una protesta pro palestina en Nueva York, abrió un frente diplomático con Washington y, en paralelo, desencadenó un intenso debate político en Colombia. La discusión osciló entre duras críticas, defensas cerradas y advertencias sobre las consecuencias prácticas de la medida.
El expresidente Iván Duque reprochó lo ocurrido y sostuvo que Petro “juega con la dignidad de Colombia y una relación de 200 años con EE. UU.”. Para dar fuerza a su mensaje, citó a Martin Luther King: “Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda”.
Con un tono similar, la senadora María Fernanda Cabal lo tildó de “irresponsable sin límites y sin respeto”. Argumentó que “la libertad no es capricho, siempre exige responsabilidad” y recalcó que con sus actos “pone en riesgo a millones de colombianos que dependen de una relación seria y estable con EE. UU.”. Concluyó con el hashtag #ColombiaEsMasQuePetro.
Más allá de estas posturas, otros dirigentes enfocaron su crítica en el deterioro político. El senador David Luna advirtió que “estos últimos meses todo se irá deteriorando y volviendo más delirante”. Según él, Petro “renunció a ser presidente para convertirse en un agitador internacional” e instó a la ciudadanía a ejercer “resistencia democrática” con votos e ideas.
Desde otro registro, Sergio Fajardo recurrió al sarcasmo. “¡Por fin lo logró presidente Petro! Ya no tiene visa en Estados Unidos. Ahora renuncie a la presidencia y dedíquese a liderar la tercera guerra mundial contra Trump y sus amigos”, escribió en X. Posteriormente lo acusó de haber dejado de gobernar y de refugiarse en el papel de víctima.
En defensa del mandatario, el ministro del Interior, Armando Benedetti recordó que fue “de los pocos presidentes que en la ONU se atrevió a denunciar el genocidio contra Palestina”. A su juicio, lo que hoy se interpreta como sanción de Washington es en realidad el costo de haber “dicho la verdad en la cara a Estados Unidos y al mundo”
Con un ángulo distinto, la representante Katherine Miranda alertó sobre posibles efectos económicos y sociales. Señaló que la decisión no debería afectar a “los colombianos que estudian y trabajan en EE. UU., ni a nuestras exportaciones de café y flores que generan miles de empleos”. Además ironizó que, si se van a quitar más visas, “sean las de su gabinete y congresistas que lo apoyan”.
A su vez, el Departamento de Estado explicó que la medida se tomó porque Petro, en Nueva York, “instó a soldados estadounidenses a desobedecer órdenes e incitar a la violencia”. El presidente, desde Bogotá, replicó que la decisión rompe las normas de inmunidad diplomática de los jefes de Estado en el marco de la ONU. Recordó también que, como ciudadano europeo, puede ingresar a EE. UU. mediante el sistema electrónico ESTA.
Por ahora, la decisión de Washington y la respuesta de la Casa de Nariño alimentan un mismo hecho político: la discusión sobre el papel del presidente en escenarios internacionales se convirtió en termómetro de la gobernabilidad interna. Para unos, la visa perdida resume un error de cálculo; para otros, una consecuencia de hablar sin rodeos. En cualquier caso, el pulso seguirá midiendo sus efectos en la diplomacia y en la economía real.





