Se cumplen 4 años de la firma del narco acuerdo Santos FARC, la claudicación del Estado ante una organización narcoterrorista catalogada por el Departamento de Estado como el mayor Cártel de drogas y por medios internacionales como el tercer grupo terrorista más rico del mundo. El presidente Trump en Miami dijo que el gobierno Santos se había rendido ante las FARC, se quedó corto. Gracias a ese documento el narcotráfico se volvió delito político, suspendieron aspersión aérea (hoy la Corte Constitucional sigue atravesada y la impide), aumentaron a 214.000 hectáreas de cultivos ilícitos, producción de coca se disparó a niveles históricos y territorios como Cauca, Nariño y Putumayo quedaron en poder de los grupos armados ELN, FARC y demás dueños del perverso negocio.
En su momento leí el documento de La Habana y frente a la intención de voto vi cuatro posturas:
Primero, aquellos que leyeron el acuerdo y decidieron apoyarlo pese a que todo eran beneficios para FARC, para mí eran sus aliados y se beneficiaban directa o indirectamente del mismo.
Segundo, quienes sin leerlo creyeron en los mensajes del gobierno, de Santos y los negociadores que muy dignos y serios afirmaban que los narcoterroristas FARC pagarían por sus crímenes, que no habría impunidad, que responsables de delitos de lesa humanidad no tendrían impunidad, que pagarían con cárcel. También creyeron que la refrendación del acuerdo, como lo contemplaba el acto legislativo, exigiría y respetaría la aprobación del pueblo soberano en el plebiscito. Creyeron de buena fe que aportaban a la paz y apoyaron él sí en el plebiscito. Hoy, muchos de ellos se arrepintieron al verificar las mentiras con los que los indujeron; la realidad mostró que quienes apoyábamos el NO teníamos razón: Los jefes narcoterroristas FARC están impunes, en el congreso, premiados, con sus fortunas lavadas posando de adalides de la moral y las buenas costumbres y negando sus crímenes.
Tercero, quienes votaron a favor del acuerdo sencillamente porque odian al expresidente Álvaro Uribe V. quien encarnó la oposición al mismo. Pese a los argumentos que exponía (el tiempo los verificó) para ellos era imposible darle la razón. Hoy ese grupo, pese a la realidad conocida, sigue sin aceptar que se equivocaron al votar SI, su odio los desborda y con ello la objetividad frente al tema.
Por último, quienes leímos el narco acuerdo y con argumentos votamos e invitamos a votar NO; para nosotros fue claro que ese documento no contemplaba ningún tipo de compromiso por parte de las FARC, que les daban curules gratis, que no tendrían cárcel por sus crímenes de lesa humanidad, que no devolverían menores en sus filas ni adultos secuestrados, etc., el tiempo nos dio la razón.
He comentado y me sostengo que pese al cinismo y la desvergüenza con que los jefes FARC niegan reiteradamente sus crímenes de lesa humanidad (reclutamiento y desaparición de menores, secuestro y desaparición de cientos de adultos ) nada les va a ocurrir, no perderán ninguno de los exagerados beneficios obtenidos y es sencillo: El acuerdo no hay absolutamente nada que los obligué a decir la verdad, responder por sus crímenes, reparar a las víctimas; menos que si no lo hacen vayan a perder sus beneficios. Reafirmo, que me demuestren documento en mano, en qué punto del acuerdo están esos compromisos, la obligatoriedad de las FARC a cumplirlos y las consecuencias de no hacerlo. Por ello sostengo, por absurdo que suene, que jefes FARC nada deben porque a nada se comprometieron y que nada les pasará; todo fue a su favor, asó quedó escrito y es lo que vale.
Después de 4 años de la firma del narco acuerdo de La Habana, del robo del plebiscito, de los supuestos ajustes al documento (más beneficios para FARC) y de la implementación ilegal del mismo, queda claro que lo dicho por Trump se queda corto. Santos claudicó, los premió y hasta sus fortunas lavó, a nada los obligó y no incluyó ninguna condición para los jefes FARC si incumplían; fue el precio de su nobel. Si alguien no lo tiene claro, no leyó el documento; pese a ello votaron SI, aun lo respaldan o se hacen los indignados con el cinismo de las FARC, ¿así o más absurdo?
EL COLMO 1: La alcaldesa de Bogota atacó al gobierno nacional y a las autoridades por las afirmaciones sobre la intervención del ELN y FARC en los actos terroristas de las protestas en esa ciudad (en febrero ella lo creía); después que un terrorista del ELN lo reconoció no tuvo la dignidad de retractarse. NO HAY DERECHO.
EL COLMO 2: Absurdo y exagerado que la izquierda, por el terrible hecho en Miranda Cauca, diga que hubo un asesinato por parte del Ejército y además que lo catalogue de índole sexual. Es claro que fue un hecho fortuito muy lamentable y que debe esperarse la investigación competente. Queda en evidencia que la izquierda aprovechará cualquier cosa para su campaña de desprestigio contra la Fuerza Pública. NO HAY DERECHO.