No hay un hecho más horrible que cegar la vida de cualquier persona porque nada justifica ese tipo de medios para rechazar lo que no nos agrada. El problema es que como cada cabeza es un mundo, en ese mundo, hay muchos que estando vivos se sienten extremadamente oprimidos, humillados, decepcionados y por lo mismo muertos en vida y por ello se atreven a dar el paso de recurrir a los extremos.

Hace más de 40 años el carismático y enigmático y medio quijotesco, líder egipcio señor Sadat, había lanzado una ofensiva aliada a Siria, contra Israel. Naturalmente esa quijotada, le dio gran relevancia e importancia en el mundo árabe, entre otras cosas porque logro tener un dominio para el manejo del precio del petróleo a nivel mundial, y eso le dio poder de manipulación. Muy a pesar de su gran popularidad, Anwar Sadat es asesinado. Se le agrega al crimen, dicen, ingredientes de fanatismo religioso. Pero lo increíble es que, si, el líder tenía una altísima popularidad, y aun así, lo asesinan, ¿que se espera para quien no goza de esa simpatía y cada día desciende?

El jefe de estado murió a consecuencia de unas descargas de ametralladoras propinadas por unos soldados de su confianza, precisamente durante un desfile militar, al que llamó: El Desfile de la Victoria, que conmemoraba el cruce del Canal de Suez en la guerra de Yom Kippur, (día sagrado del judaísmo), victoria que se festejaba como resultante de haber logrado una coalición de los estados árabes, que precisamente lideró Siria y Egipto en cabeza de Sadat.

Si los seis soldados eran del ejército de Anwar, ¿porque razón procedieron a disparar sus ametralladoras contra el presidente egipcio, si era considerado como un héroe de la guerra y la “paz integral”? ¿Además, duró de presidente desde 1970 a 1981? Precisamente ocurrió ese absurdo, porque como dije arriba, cada cabeza es un mundo, y cada gusto tiene su disgusto, por lo que siempre existe la nota discordante que nos hace proceder diferente, o… de modo equivocado, para ser más exacto.

A mí me preocupa la situación de Colombia, porque todos esos procederes que pone en acción diariamente el gobierno Petro contra las fuerzas armadas y policiales, incluyendo la población civil, sumados a los escándalos de nepotismo y tráfico de influencia, y también a los bochornosos hechos de poner a nuestros soldados y policías de carnadas para que los asesinen, y luego darle licencia a unos facinerosos para catalogarlos como el “ejército” popular, inventiva de Petro, para supuestamente cuidar los campesinos, eso es intolerable; un disparate demencial. Luego para remacharlos y denigrar la honra militar, los indígenas de la comunidad NASA, destruyen la base militar de Toribio y sacan a los soldados y oficiales a empellones, a los ojos del ministro de defensa y del presidente Petro.  Eso es un irrespeto a la dignidad militar. Parece que los singulares oficiales que dejó “el gran general” Na-barro, siguen su ejemplo “duquesco” de excesiva prudencia, pues los enseñó a que acepten la obediencia como parte de la esencia de la doctrina, y por lo mismo, están obligados a asumir posturas de sublimes vasallos. No otra cosa se puede decir entonces, que son víctimas de su propia mansedumbre e invento. O, como se diría allá en mi Caribe Tropical: ilustres guevones en traje de camuflado, disparando voladores de colores en forma de mariposas amarillas, a la espera de la esperanza, prosperidad y beneficios diplomáticos.

Me duele en el alma el maltrato a mi pueblo, que está representado en los soldados y policías de Colombia.

Toronto Canadá.

Senengonzalezvelezhotmail.com