Habló “El ñoño” Elías; estaba que se hablaba, pero los procesos kafkianos de nuestra justicia lo mantuvieron callado durante el anterior gobierno y la anterior Fiscalía.
Impresionante la audiencia en la que prendió el ventilador, durante el juicio a Luis Fernando Andrade, expresidente de la ANI, un técnico rolo-gringo que, al parecer, cayó en la telaraña de corrupción de la campaña reeleccionista de Santos, sin que ello lo justifique, pues no solo sirvió dócil a los mezquinos intereses del presidente, sino a los de dos ambiciosas exministras que pusieron “pies en polvorosa” y hoy gozan de su apacible retiro londinense.
Andrade atendió la audiencia desde Miami, impecable, mientras Elías tenía a sus espaldas una pared descascarada y su rostro mostraba las penurias de la reclusión carcelaria. Atrás quedaron los días en que invitaba al primero a su casa y le regalaba cartera Louis Vuitton a su esposa, o se reunía con ministros y bebía wiski con Martorelli, cabeza de Odebrecht en Colombia, y con el jefe de campaña de Santos, Roberto Prieto, un caldense de alcurnia, más conocido por su lenguaje soez, su propensión a la maturranga y su incomprensible lealtad a Santos. Dios los hace y el chanchullo los junta.
En una reciente entrevista, desde el mismo recinto descascarado, el exsenador pidió perdón y responsabilizó de lo que pueda pasarle -está amenazado- a todos los que mencionó, incluido Santos, a quien dejó al descubierto, pues aunque dice no constarle que conociera de la financiación ilegal de sus campañas, pues estamos frente a otro “elefante” de tamaño descomunal; estuvimos otra vez, en 2014, frente a una contundente derrota en primera vuelta y la necesidad apremiante de dinero, que Samper obtuvo del Cartel de Cali y Santos de Odebrecht.
En la entrevista Elías relata que, por esa época, Martorelli le contó que había hablado con Santos en la Casa de Nariño y que no se preocupara porque, con su “refuerzo”, la victoria estaba garantizada. Los abogados de Santos se apuraron a desmentirlo y juran que Martorelli nunca pisó la casa presidencial, pero días después aparece la prueba de su ingreso, poco antes de la firma ilegal del otrosí que enredó a Andrade y a las dos exministras.
Resumen: El viceministro García, el de los 6,5 millones de dólares, condenado con reclusión domiciliaria, mientras la ministra Álvarez y su pareja escurrieron el bulto. Andrade, acusado, pero tranquilo en Estados Unidos. Prieto, condenado y acusado por nuevos cargos que pueden alargar su pena, que paga en condiciones VIP; Otto Bula y Bernardo Elías, pagando sus penas en cárcel ordinaria.
La gran pregunta: ¿y Santos? El escritor Jorge Andrés Hernández publicó el libro “SANTOS EL JUGADOR”, que empieza con una cruda afirmación: “Existen pocos conceptos que surquen la trayectoria y la acción políticas de Juan Manuel Santos como el de traición”.
Santos traicionó a Uribe cuando llegó a la presidencia con su programa y también con la decisión escondida de negociar. Traicionó la democracia cuando despreció la voluntad popular. Traicionó a Colombia cuando, bajó la presión armada de las Farc y la del Socialismo Bolivariano, dejó el país plagado de coca. Traicionó a los “amigos” que abrazaba buscando dinero, votos y apoyos a la negociación. Traicionó al mundo con un Nobel que no merece y debería devolver. Traicionó la paz, porque no la hemos visto.
Pero el traicionero siempre será traicionado por sus cómplices. Otto habló, García habló; “El Ñoño” habló y volverá a hablar; y Prieto hablará, no lo dudo.
Santos: “Tas pillao”. Devuelve el Nobel, porque el daño que le hiciste a Colombia es imposible devolverlo.