COLUMNISTAS

El retrato es más bien una radiografía muy a medias, con un aparato que está funcionando mal, esto es el criterio del autor de la columna de un periodista progre de la revista Cambio, pues no se aviene a la realidad cruda de lo que siempre ha sido desgraciadamente Petro. Deseaba no opinar más sobre este individuo, pero el autoengaño de los zurdos que “descubren” lo descubierto, invita a realizar muy pocos esfuerzos mentales, para demostrar reiteradamente lo que ha sido y es este personaje.

Petro ha evidenciado problemas de comportamientos humano y social muy complicados. El uso de drogas y el consumo permanente de licor como públicamente él mismo lo ha hecho visible, le han acentuado los problemas que siempre le han acompañado, desde muy joven y que su hermano intentó disimular al comienzo del período presidencial, con una condición conocida como asperger que no le corresponde. Se queda corto el esbozo de imagen del columnista, porque desconoce lo que un porcentaje grande de personas conoce, la tendencia de siempre de mentir, amañar, tergiversar, calumniar, ofender con alevosía, de hacer trampas, ahora se dice “petriar“, de ser un gamberro a carta cabal, no de ahora, de siempre, tal como lo denunciaron en su tiempo el magistrado Carlos Gaviria, Jorge Robledo y Carlos Alonso Lucio compañeros de huestes políticas, subversivas o ideológicas.

La toma del Palacio de Justicia se adelantó, por ejemplo, porque lo habían detenido en Zipaquirá y los dirigentes del M19 y Pablo Escobar que lo conocían como bocón, temieron que, por su narcisismo nato, ese segundón, que no era cuadro dirigente del movimiento subversivo, implicado con narcotraficantes, contara lo planeado y se echara a perder la diabólica operación. Si, era un simple segundón, no como él lo plantea en la amañada y por supuesto mentirosa autobiografía, como lo develaron diferentes personas, entre ellos Luis Guillermo Vélez Álvarez en ALPONIENTE en la columna El libro de Petro: muchas mentiras y una declaración escabrosa, en octubre de 2021 y en el mismo año, en el mes de noviembre en Semana, las declaraciones de Alonso Lucio, bajo el título Las mentiras de Gustavo Petro. Cuentan la magnitud de falacias, mentiras que han caracterizado desde siempre a este sombrío personaje.

Sin duda su moral ha sido muy dudosa, razón por la cual de vieja data sus compañeros ideológicos desconfían de él y lo han manifestado públicamente en muchas oportunidades, no sólo en el hoy de este elemento antisocial que funge como primer mandatario de nación.

Su desorden sexual, que se hizo evidente cuando fue alcalde de Bogotá, es lo de menos, apliquemos el tergiversado “libre desarrollo de la personalidad”, el problema es que ha trascendido por su falta de tacto y prudencia, lo que ha abonado el mayor irrespeto y burla nacional e internacional.

Siempre ha tenido fama de perezoso e indisciplinado desde el colegio, eso no ha cambiado, al contrario, se agudizó con el paso del tiempo, tampoco fue un excelente estudiante en el Externado de Colombia y jamás obtuvo las especializaciones y maestrías de las que se jacta, según investigaciones periodísticas.

Lo que si debe serle reconocido es la habilidad con la palabra, es un verdadero culebrero, engaña bobos, apelando por supuesto en lo que, si es todo un maestro, tal como se anota anteriormente: a la mentira. No es un intelectual, posa de serlo, razón por la cual es extremadamente odioso, al hacer creer que sabe lo que no sabe, aprovechando el analfabetismo funcional de muchos colombianos que han dejado de leer. Por eso se puede afirmar que tiene un mar de conocimiento con un milímetro de profundidad. Se tropieza con oraciones en textos de connotados filósofos, las descontextualiza, forma de alardear del seudo- intelectual y por eso se le facilita engañar a los bobalicones.

En el Congreso de la República hizo debates y agitaba legajos de papeles, que supuestamente eran las pruebas de lo que afirmaba, pero jamás las ponía a disposición de los congresistas en la secretaria de la corporación, diferente al comportamiento en la materia de manera permanente en Jorge Robledo.

Se queda corto el columnista, romantiza al Petro de antes, alejado de cualquier virtud, que nunca ha dejado de ser, siempre fue tramposo, perezoso y mentiroso, adornado de falencias y no de virtudes. Idealiza el columnista a una persona que supuestamente tenía una serie de virtudes, cuando lo cierto, lo comprobable desde la psicología, es que esas características no se van a pique, se mejoran con el paso del tiempo, así como se agudizan las taras morales, por la experiencia que aporta el paso de los años y la carencia total de espiritualidad, pues algunas personas en ejercicio de la fe con disciplina logran controlar el lado oscuro de sus personalidades. Pero Petro lo ha demostrado que es y ha sido siempre una persona con grandes problemas de personalidad, entre ellos complejos causados por su poca agraciada figura y otras falencias que no ha logrado superar, por el contrario se agudizan más y más para desgracia de este país, por eso el odio, la envidia, el resentimiento social, son sus compañeros y de pronto los recibió en la época de la lactancia.

Expertos psiquiatras han dejado leer sus conceptos frente al comportamiento errático de quien ha hecho ver diariamente sus problemas morales y mentales, por todo lo que dice en vivo y directo, ante audiencias nacionales e internacionales, toda una sarta de locuras , además de lo que escribe en X sin medir consecuencias, bajo la influencia de café blanco, no ese que promocionaba Juan Valdés, porque la egolatría, el narcisismo,  la megalomanía son potenciadas al punto que se cree el mesías ambiental del planeta tierra.