
A finales del siglo XlX en Francia, un oficial del ejercito llamado Alfred Dreyfus fue acusado falsamente de traición. Desde el poder fue blanco perfecto de una conjura oficial y judicial. Fue condenado sin pruebas sólidas, exiliado a la isla del Diablo, despojado de su rango y humillado ante la nación. Años después se demostró su inocencia: había sido víctima de un proceso amañado, lleno de prejuicios y motivaciones políticas. Fue el periodista Emile Zola quien, con valentía, denuncio la injusticia con su celebre carta “Yo Acuso” en 1.898, en la que denunció la injusticia y el encubrimiento del caso por parte del Estado.
Francia entonces se dividió entre “dreyfusards”, (defensores de la inocencia de Dreyfus) y “antidreyfusards” (quienes querían mantener la condena). Finalmente, Dreyfus fue reivindicado en 1.906 y su caso quedo como símbolo de cómo, la injusticia, el perjuicio y el uso político de la justicia pueden destruir la vida de un hombre inocente.
Traigo a cuento el caso emblemático de la injusta condena proferida en Francia contra el capitán Alfred Dreyfus con el fin de advertir, lo que muchos colombianos sentimos si llegare a producirse una condena en contra del Expresidente Álvaro Uribe Vélez.
El doctor Uribe es el líder de una generación de colombianos que resistió el terrorismo, la corrupción y el narcotráfico, enfrenta un juicio que se percibe viciado por intereses políticos, odios acumulados y una profunda animadversión ideológica. Lo quieren juzgar no por delitos comprobados, sino por su buen nombre, su legado y su papel como principal voz de oposición frente al actual régimen.
Su caso que hoy cursa ante la justicia, tras un proceso de instrucción llena de irregularidades, filtraciones, interceptaciones y violaciones al debido proceso, podría desembocar, si se consuma la venganza, en una sentencia condenatoria contra un hombre que ha dedicado su vida al servicio público, con firmeza, valor y transparencia. Seria, como en el caso de Dreyfus, una injusticia histórica.
Dreyfus fue perseguido por ser judío. Uribe lo es por ser la voz más firme contra el modelo de gobierno que busca perpetuarse a través del desprestigio de sus enemigos. Al Dr. Uribe lo quieren silenciar para eliminarlo del escenario político por parte de quienes lo miran como una persona que incomoda al poder.
Condenar a Álvaro Uribe es condenar a Colombia un pais que reconoce su entrega, su lucha contra el crimen y su defensa inquebrantable del orden democrático. Sus seguidores debemos declarar con voz unánime la inocencia de Álvaro Uribe, dado que la presunta condena no tiene fundamento probatorio.
Debemos aprestarnos a una movilización ciudadana a lo largo del pais. Romper el silencio en el Congreso. Reunir los partidos democráticos de oposición, fortalecer su estructura interna y reafirmar su legado. No ceder ante la arbitrariedad y luchar firmemente con dignidad por la verdad y por Colombia. Julio Bahamon.